Por Graciana Petrone

En medio de coloridos cerros y legendarias quebradas, se ubica una de las ciudades jujeñas que albergan pobladores que mantienen intactas algunas de las costumbres prehispánicas

Tilcara es una de las ciudades más bellas y serenas de la provincia de Jujuy. Su nombre deriva de la tribu indígena que la pobló en los tiempos precolombinos. En la actualidad, sus habitantes mantienen las costumbres prehispánicas y el turista que llega de las grandes metrópolis del centro del país siente que está inmerso en otro mundo, más cercano a las raíces de la tierra norteña, pudiendo disfrutar de las tradicionales celebraciones de la región como los misachicos, el culto devoto a los difuntos y a la Pacha Mama, los pesebres vivientes y la Semana Santa.

Las quebradas, saltos y los majestuosos y coloridos cerros que la rodean hacen que la pequeña ciudad se convierta en un centro turístico por excelencia, tanto en temporada alta como en los meses más fríos del año.

Además de sus encantos naturales, Tilcara cuenta con museos que muestran la historia de la región, centros artesanales, restaurantes, confiterías y servicios en general para el turista. No obstante, el sitio juega un papel de “lugar de paso” para los viajeros que visitan las ciudades de San Salvador de Jujuy o Salta, ya que solamente cuenta con una capacidad hotelera de 180 plazas y un camping que puede albergar unos dos centenares de carpas.

 

Tilcara y la música

El siku, la quena, la caja, el erke y el charango son instrumentos representativos de la región y quien visite Tilcara encontrará músicos de todas las edades tocando los sonidos del altiplano, ya sea en las plazas, en la esquinas de las angostas calles o en los pocos bares y peñas que abren sus puertas durante todo el día.

Y si de música se trata, entonces las fiestas de carnaval están íntimamente relacionadas con el color y la magia de los instrumentos característicos, en fiestas que se viven intensamente y en las que se combinan las tradiciones paganas de las tribus indígenas que habitaban la zona antes de la llegada de los españoles, con la idiosincrasia religiosa que introdujeron los jesuitas la llegada de Colón a América.

 

Sitios para visitar

Una visita obligada es al Pucará de Tilcara, un pueblo fortificado que cuenta, además, con un Jardín Botánico de Altura y al que se llega a través de un puente de acero. El lugar, es una de las cuatro fortificaciones que las tribus primitivas de la zona construyeron a la vera del río Grande: Calete, Yacoraite, Campo Morado y Tilcara.

El fuerte, que consta de unas quince hectáreas, se alza sobre un cerro de unos 70 metros y, según los historiadores, fue hecho con el objetivo de defenderse de los ataques y también de las inclemencias del tiempo.

El Jardín Botánico de Altura abarca unas tres hectáreas y allí se alojan especies autóctonas de la región, poniendo especial cuidado en la preservación de llamas y vicuñas. En el punto más alto del jardín está ubicado el llamado “Sector del monumento”, que ofrece una visión panorámica y espectacular de la Quebrada de Humahuaca, el Angosto de Perchel, las Quebradas de Huichairas y del Huasamayo.

Tanto el Pucará de Tilcara como el Jardín Botánico de Altura se pueden visitar todos los días de 9 a 12.30 y de 14 a 18.