Un 3 de febrero de 1813 -exactamente 207 años atrás- se desarrolló en la vecina localidad de San Lorenzo una de las batallas más decisivas para la liberación argentina: los independentistas del Río de la Plata, liderados por José de San Martín, enfrentaron al ejército español. En un combate que duró cerca de 15 minutos, los Granaderos a Caballo vencieron a las fuerzas realistas y encaminaron a los pueblos del sur a romper cadenas.

Conclusión dialogó con el historiador sanlorencino, Miguel Ángel «Pepe» Piagentini, quien explicó que en marzo de 1812, San Martín regresó a Argentina después de luchar con las filas españolas. El Gobierno del Virreinato del Río de la Plata, conociendo de las cualidades de este militar, le propuso crear un regimiento con soldados de todo el país: los Granaderos a Caballo.

Por otro lado, después del primer grito de libertad que se oyó el 25 de mayo de 1810, los españoles comenzaron a adentrarse en estas tierras. «Los españoles no iban a dejar el territorio así nomás, pretendían recuperarlo», relató el historiador e indicó que la idea de las fuerzas realistas era ingresar a la zona de San Lorenzo a través de la ruta fluvial, es decir, por el Río Paraná, con el objetivo de amedrentar a la población.

«El gobierno designó a los Granaderos a Caballo para que salgan hacia estos lados, siguiendo de alguna manera la ruta por el río que iban haciendo estos españoles para ver de qué manera se los podía atacar. Es así como el 28 de enero de 1813 los buques de bandera española pasan por San Nicolás, el 30 ya están por la zona de Rosario. Mientras tanto, San Martín había salido desde Buenos Aires», detalló Piagentini.

Fueron cerca de 250 los realistas que, tras una larga travesía fluvial realizada en 11 naves cargadas de armamentos, desembarcaron cerca de las 5 de la mañana del 3 de febrero en el puerto de San Lorenzo.

Es interesante destacar que, además de generar miedo e imponer presencia ante los habitantes, los españoles pretendían destruir las baterías de Rosario -que en ese momento se conocía como Villa del Rosario- y Diamante y llegar hasta Paraguay para apresar los buques de cabotaje que participaban del tráfico comercial entre provincias.

San Martín llega a San Lorenzo el 2 de febrero de 1813 -horas antes que los españoles- y se dirige al convento de la zona, donde es recibido por los franciscanos. El padre Pedro García, guardían del lugar, los recibe y les permite subir al techo, donde con ayuda de un catalejo observan los movimientos de los buques españoles. De esta forma, el convento sirvió para que los Granaderos permanezcan escondidos y los realistas no pudieran divisarlos.

Los franciscanos eran de origen español, pero no dudaron en brindar su apoyo a las fuerzas independentistas y conspirar contra su propia patria, motivo por el cual, tiempo después del combate, se los declaró ciudadanos argentinos.

Cuando los españoles desembarcaron en San Lorenzo, se acercaron hasta el convento suponiendo que en este lugar encontrarían bienes materiales para perpetuar su saqueo. Sin embargo, las trapas independentistas los estaban esperando.

«San Martín, al haber luchado en España, conocía la estrategia de los españoles, entonces no le era muy difícil organizar un combate. Por eso hace que salgan dos columnas con granaderos, una a cargo del capitán Justo Germán Bermúdez y la otra a su mando. Se pretendía hacer una estrategia tenaza para encerrar a los españoles que habían bajado de sus buques», explicó el historiador sanlorencino.

Bajo esta estrategia, una de las tropas salió desde la parte trasera del convento, mientras que la otra -la comandada por el uruguayo Bermúdez- realizó un rodeo mayor, forzando la escapatoria de los españoles hacia sus barcos.

En el fragor de la batalla, se da un hecho inmortalizado por la historia y convertido en uno de los emblemas de lealtad más significativos de la  cultura argentina. El caballo de San Martín es herido y cae sobre una pierna y un brazo del general, dejándolo inmovilizado. Al ver que los españoles se acercaban para «rematarlo«, el soldado Juan Bautista Cabral se interpone entre el arma enemiga y el general, recibiendo una herida mortal.

La leyenda dice que segundos antes de morir, Cabral dijo: «Muero contento, hemos batido al enemigo». Sin embargo, este hecho no se pudo comprobar con certeza, pero lo que sí se conoce es que si el soldado emitió estas palabras con su último aliento, lo hizo en guaraní, ya que no hablaba castellano.

A pesar de que actualmente hay calles, escuelas y hasta regimientos que reciben el nombre de «Sargento Cabral», Piagentini sostuvo que no hay ningún documento en el ejército que diga que el soldado fue ascendido a sargento.

Al finalizar el combate, los Granaderos registraron 27 heridos, 15 muertos y un prisionero, mientras que los realistas tuvieron 40 muertos y 13 heridos.

Este combate fue el único que San Martín disputó en tierra argentina y significó un duro golpe para las fuerzas españolas, que derrotadas se vieron obligadas a replegarse en sus barcos. Con sus fuerzas independentistas envalentonadas por la contundente victoria, el 3 de febrero de 1813 Argentina dio otro paso más hacia su tan deseada independencia.