por Florencia Vizzi

El final de Pecas no fue feliz.  Así lo informó Romina Port, del Centro de Rescate y Rehabilitación Equino (CRRE), quien confirmó a Conclusión la triste noticia. El equino, luego de haber resistido todo lo que pudo, e incluso haber dado señales positivas, se descompensó, se desplomó y ya no pudieron hacerlo reaccionar.

Pecas había sido noticia el domingo, cuando un grupo de vecinos de Villa Gobernador Gálvez, luego de encontrarlo, moribundo, en una zanja, aunaron imaginación y esfuerzos para intentar salvarlo. Y en un momento, llegaron a pensar que lo habían logrado. «No podíamos dejarlo morir», había dicho Pamela, una de las más comprometidas en el rescate.

Sin embargo, luego de ser trasladado e internado en las instalaciones de la ONG que se dedica a la recuperación de caballos maltratados, Pecas no resistió y siguió un camino diferente al que todos deseaban.

«A Pecas los descubrimos a través de una publicación en Facebook – relató Romina, vocera del CRRE, y tratamos de seguir el caso a distancia, y mantenernos informados de lo que iba pasando. A medida que fueron pasando las horas, y a pesar de que un veterinario lo había revisado, fuimos viendo que seguía sin poder pararse, lo cual es mortal para los caballos», señaló la joven. Según explicó, los equinos no pueden permanecer más de tres días acostados, se le dañan los intestinos, los pulmones y otros órganos. Finalmente, la gente del CRRE tomó la decisión de emprender el viaje desde Buenos Aires y ver si podían llegar a tiempo y ayudar.

«Cuando llegamos, no sabíamos que íbamos a encontrar, porque no conocemos la zona, pero lo que vimos fue emocionante, había más de 30 vecinos intentando hacer algo por él, y se quedaron todo el tiempo allí, con nosotros, codo a codo.  Ellos nos explicaron que el caballo pertenecía a una persona que tiene un pisadero al final de la calle, y que lo hacían trabajar allí y además tiraba un carro», narró la joven, y señaló que «producto del trabajo en el pisadero, Pecas tenía desprendimiento parcial de los cascos, y las pezuñas agujereadas y llenas de gusanos».

«Además, agregó Romina, tenía heridas en el lomo y la cabeza, en carne viva y en miembros posteriores e inferiores. El maltrato al que había sido sometido fue tremendo. También presentaba hipotermia, desnutrición  y deshidratación».

La joven integrante del CRRE contó que se pusieron muy felices cuando, con ayuda de los Bomberos lograron pararalo, y la esperanza aumentó cuando hizo todo el viaje de pie, pero Pecas no logró resistir, permaneció internado hasta anoche, en que se descompensó y no logró recuperarse».

Rescate y rehabilitación

El Centro de Rescate y Rehabilitación tuvo su origen en la inquietud de una joven que ama a los caballos, Florencia Sampietro, que, mientras estudiaba veterinaria en La Plata, comenzó a visitar, en los barrios carenciados, a los carreros, ofreciéndoles atender y controlar a sus caballos. Durante 6 años, la estudiante llevó a cabo esa tarea, junto a su novio.

La continuidad de esa labor fue la creación del Centro de Rescate y Recuperación Equino. El lugar esta emplazado en las cercanías de Alejandro Korn, provincia de Buenos Aires, en un predio que un privado les ha cedido para su uso.

Allí, más de 100 caballos han sido rescatados y recuperados, y continuamente llegan equinos maltratados desde diversos lugares.

Quienes trabajan en el CRRE, lo hacen voluntariamente. Muchos de ellos son estudiantes de veterinaria, de entre 18 y 30 años. Además, cuenta con una red de colaboradores desinteresados que permiten que la ONG subsista, ya que todos los insumos necesarios y las prácticas médicas que requieren los caballos enfermos son sumamente costosos.

«Sin embargo, explicó Romina, contamos con varios veterinarios que trabajan ad honorem, y recibimos algunas donaciones también. Además, la organización tiene un sistema de padrinos, que aportan $100 mensuales que se destinan a solventar los gastos», reveló la joven.

Una vez que los caballos recuperados pueden retomar una vida normal, o medianamente normal, dependiendo del tipo de lesiones que hayan sufrido, son entregados en adopción.

«Somos muy cuidadosos en eso, buscamos familias que puedan cuidarlos y mantenerlos. Además, al adoptarlos firman un contrato, y la ONG realiza visitas sorpresas para verificar que los animales son bien tratados y están en buenas condiciones. Si comprobamos que ese contrato no se respeta, nos llevamos el caballo con la policía», sentenció la vocera de la organización.

En relación a Pecas, Romina confiesa tristeza. Pero afirma que la mayoría de los caballos rescatados sobreviven.

«Tenemos unos 30 animales en este momento en el predio, y muchos de ellos tienen miembros amputados, y sin embargo, corren como locos, como Alma, por ejemplo, que le falta una pata trasera», cuenta la joven.

A pesar del final de Pecas, el caballo ha dejado su marca, y puso en evidencia que siempre, y en todos lados, hay un gran número de personas que tejen redes solidarias de todo tipo, y que se ponen de acuerdo, cada día, dejando de lado los egoísmos e intereses propios para evitar el sufrimiento de otros más indefensos.

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