Por Vanesa Pacheco

Una vez más, el bar Babilonia de barrio Echesortu fue escenario de una historia destacable para un grupo de rosarinos que supieron cultivar la amistad por más de 60 años. Pero lo notorio no es el tiempo sino dónde se gestó este vínculo. Corría el año 1955 cuando fueron convocados al Servicio Militar Obligatorio en la ciudad de Diamante, provincia de Entre Ríos.

Cae la tarde y Conclusión tenía una cita con “Los Muchachos”, como se definen ellos. Allí estaban, el grupo de caballeros de 82 años, vestidos para salir en cámara y ansiosos de contar algunas de sus anécdotas y como es que aún sigue firme esta amistad entrañable, de casi hermanos.

Para lo que va de este 2018, solo son seis los infaltables: Alberto Nicola,  Roberto Pierro, Walter Monti, Adolfo Rabbia, Rubén Brito y Roberto Fiorito. Ellos comparten todos los martes una mesa en el medio del salón del bar de Mendoza y Rio de Janeiro.

Mucho murmullo para ordenarnos y decidir cómo empezar a relatar la historia de parte de sus propios autores, pero una vez que nos ponemos de acuerdo, el primero en tomar la palabra fue Alberto Nicola, quién contó que fue un año muy difícil para sus edades por el régimen que debían cumplir. Sin embargo, es el primero de los seis que destacó que lo más importante de esa vivencia son ellos, los amigos que cosechó en el Regimiento.

Alberto recuerda que fue duro estar lejos de casa, y cumpliendo órdenes estrictas. De todos modos, en aquel lugar hubo tiempo para divertirse porque quedó una anécdota de su apodo de “ginebrita”.

“A veces pasábamos hambre, pero en una de esas veces, nos avivamos. Le dije a uno de los superiores que no habíamos comido, me mandaron a pedir de parte de él la cena, pero en el medio, yo y otros dos más entramos a la oficina del jefe y nos sacamos una botella de ginebra. Como fui yo el que la sacó, me quedó el apodo”, todos lo recuerdan, y se ríen de esa anécdota inolvidable.

Ahora viene el momento de Roberto Pierro, quién describe su experiencia como algo un poco dura, pero también recató el afecto por estos amigos y otros que ya no están. Además, considera que fue un error del gobierno haber suprimido el Servicio Militar Obligatorio, “porque la juventud necesita cumplir ciertas órdenes y cosas que en la casa no tiene”.

Entre sus anécdotas, recuerda una que lo marcó a fuego: “Estuve ocho días en el calabozo y con treinta días de arresto por travesuras que uno hace cuando es pibe. No olvido más ese castigo. Además, puedo destacar la experiencia como un beneficio, porque en ese año aprendí a tener mi ropa ordenada, horarios de comida, y a trabajar”.

“Un régimen estricto”

Continúa la ronda, y es el momento de Rubén Brito, quién contó sobre su experiencia en el Ejército. “En mi caso coincido con lo que dicen mis compañeros, pero siento que el cambio viene en la personalidad, porque te sentís sometido a cosas que te impone un superior y eso hacía que la personalidad se modifique de golpe ante un régimen estricto”.

Otra de las cosas que recordó en la charla con Conclusión fue “la diferencia entre nosotros, y los chicos de Chaco y Santiago del Estero porque ellos encontraron una contención en el Servicio Militar que nosotros no. Por ejemplo, no sabían lo que era una pasta dental o elementos de limpieza que para nosotros era común. Algunos no sabían ni leer ni escribir, pero como había maestros fue beneficioso para ellos, y eso es positivo y rescatable”.

El ex acomodador del cine Radar, Walter Monti, forma parte de la mesa de “Los Muchachos” y es el que más se emociona al recordar su paso por el Regimiento 3 de la ciudad de Diamante. Rescata la amistad que surgió a partir de ese ese año donde para todos fue duro porque se iban de la comodidad de la casa “a cumplir órdenes de personas desconocidas. Cada vez vamos quedando menos, estamos grandes, pero eso no me impide venir todos los martes a reunirme con mis amigos. Mientras pueda y tenga salud voy a seguir haciéndolo, porque es placentero y necesario”, resaltó Monti.

La amistad por sobre todo

Junto a Monti está Adolfo Rabbia, que no agrega mucho más de lo que contaron sus amigos en cuanto a la experiencia de ese tiempo que pasaron juntos.

“Lo que puedo decir es que hace unos días discutí con uno de ellos, me fui re mal. Después cuando volví nos dimos un abrazo. Nosotros nunca nos peleamos ni nada nos desunió. Fue la primera vez. Hoy está todo bien, son mis hermanos”, resumió alegre Rabbia.

La ronda termina con Roberto Fiorito, actual profesor de tango, quien por sus obligaciones a veces falta a la mesa, pero sus amigos lo entienden.

“Coincido con los muchachos en la amistad que supimos construir partiendo de haber compartido solamente ese año, donde éramos tan jóvenes”, valoró el bailarín.

“Lo que no olvido que la pasé mal, en mi caso particular sufrí hambre y por eso mis amigos me recuerdan los guisos que hacía, y hoy es motivo de risas cuando estamos todos juntos”.