El aumento de actividad del volcán Anak Krakatau elevó hoy el nivel de alerta en Indonesia, cuatro días después de que una erupción desatara un tsunami que causó 430 muertos y 159 desaparecidos en las islas de Java y Sumatra.

La Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB) pidió «calma» en su cuenta de Twitter a los residentes en la zona y les recomendó que se mantengan informados, informó la agencia de noticias EFE.
El Anak Krakatau, que entró en la actual fase de actividad en julio pasado, sigue registrando «sin pausa» erupciones explosivas separadas por periodos de calma de extensión variable.

El volcán registró una erupción de pequeña magnitud el 22 de diciembre y el derrumbe de su vertiente suroeste, que al caer al mar originó el tsunami que golpeó la costa oeste de Java y del sur de Sumatra.
Casi 22.000 personas tuvieron que abandonar sus hogares destruidos.

La columna de humo arrojada en la última erupción, que se desplaza hacia el suroeste, obligó a la aviación civil del país a desviar todo el tráfico aéreo, aunque no se prevé que afecte a ningún aeropuerto, incluido el de Yakarta, 135 kilómetros al este del volcán.

Mientras, equipos de rescate trabajan contra reloj pero con escasas esperanzas de encontrar a alguna de las 159 personas dadas por desaparecidas.

Otros equipos se encargan de repartir alimentos y agua a las víctimas en las zonas más remotas.

El devastador tsunami, de olas entre tres y cinco metros, no desencadenó ninguna alerta porque Indonesia no cuenta con sistemas para detectar olas gigantes provocadas por corrimientos de tierra submarinos como el que causó el Anak Krakatau.

El sistema de boyas instalado tras el devastador tsunami de 2004 que causó 167.000 muertos en Indonesia y otros 59.000 en 11 países bañados por el océano Índico, no funciona debido al vandalismo y la falta de mantenimiento.

Anak Krakatau, que significa «hijo de Krakatoa», se formó varios años después de la erupción del Krakatoa en 1883, que fue tan fuerte que causó 30.000 muertos y afectó al clima global.

Indonesia se asienta sobre el «Anillo de Fuego del Pacífico», una zona de gran actividad sísmica y volcánica que es sacudida cada año por unos 7.000 temblores, la mayoría moderados.