El gobierno indonesio decretó la alerta máxima, ordenó hoy la evacuación a lugares seguros de más de 100.000 personas en la turística isla de Bali y cerró dos aeropuertos, afectando a 59.000 pasajeros, después de una potente erupción del volcán Agung.

El volcán comenzó a expulsar lava a más de 3.000 metros de altura después de estar lanzando cenizas y algo de lava desde el sábado, dijo Sutopo Nugroho, portavoz de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNBP, en indonesio).

«Las erupciones explosivas ocasionales, acompañadas de llamas, indican que es inminente una erupción mayor», señaló el vocero, citado por la agencia de noticias DPA, en una rueda de prensa.

«La erupción y los temblores han ocurrido de forma continua. Además, la lava sigue llenando el cráter y cuando rebose comenzará a deslizarse por la ladera. Hay posibilidades de una erupción mayor», reiteró Nugroho.

Bali es el principal destino turístico de Indonesia, con una afluencia anual que ronda los 5,4 millones de visitantes extranjeros, según datos oficiales. La erupción del Agung ha costado a la industria turística balinesa 20 trillones de rupias (1.241 millones de euros).

Las nubes kilométricas de ceniza paralizaron además el tráfico aéreo y el aeropuerto internacional Ngurah Rai, al este de Bali, se encuentra cerrado «a la espera de una evaluación», indicó su gerente, Yanus Suprayogi, entre protestas de multitud de pasajeros cuyos vuelos habían sido cancelados.

La decisión de la clausura temporal llegó una hora después de que las autoridades elevasen el nivel de alerta de erupción del 3 al 4 (el máximo)

El operador aéreo PT Angkasa Pura, estimó que el cierre del aeródromo, que comenzó a las 07.00 hora local (11.00 GMT) y durará 24 horas, con revisiones cada seis horas, afectó a 445 vuelos y a unos 59.000 pasajeros.

Se han habilitado siete aeropuertos alternativos en el caso de necesitarlos. Ya fueron redirigidos seis vuelos, a Surabaya y Yakarta, ambas en la isla de Java, y otro a Singapur.

También está cerrado desde ayer, cuando las cenizas volcánicas fueron arrastradas por los vientos en esa dirección, el aeropuerto internacional de la cercana isla de Lombok, indicó la agencia de noticias EFE.

El Centro de Vulcanología y Mitigación de Peligros Geológicos (CVMPG) elevó hoy al máximo el nivel de alerta de erupción y amplió la zona de seguridad a un radio de hasta 10 kilómetros alrededor del cráter, localizado en Karangasem, lejos de la zona turística.

A los residentes se les pidió que se mantengan fuera de ese perímetro. Por las laderas del volcán ya empezaron a deslizarse aluviones de «lahar» (torrentes de de agua de lluvia, tierra, sedimentos volcánicos y restos de vegetación que arrastran todo a su paso), explicó Nugroho.

Hasta el momento nadie resultó herido, pero en la zona de Tukad Unda algunos ciudadanos se tomaban «selfies» con el lahar de fondo. En esta época transcurre la estación de las lluvias.

Los residentes de Karangasem que no abandonaron la zona de seguridad por sus propios medios están siendo evacuados, aunque las autoridades todavía no reportaron una cifra de trasladados, que a finales de septiembre llegó a alcanzar las 140.000 personas.

Aunque el Agung se encuentra a dos horas en automóvil de la mayoría de las atracciones turísticas, como los polos de Kuta o Ubud, algunos paseantes se le acercaron en lugar de alejarse.

«Es una experiencia que solo ocurre una vez en la vida así que he aprovechado la oportunidad», contó un turista francés a Metro TV.

Es una tentación riesgosa. En la última gran erupción de este volcán en 1963, que duró un año, murieron más de mil personas. Entre tanto, las autoridades han recomendado a la población el uso de mascarillas tras las sucesivas erupciones de ceniza de los últimos días, aunque no creen que la actividad alcance la fuerza que mostró en 1963.

El archipiélago indonesio se asienta dentro del denominado Cinturón de Fuego del Pacífico, una zona de gran actividad sísmica y volcánica que es sacudida por miles de temblores al año, la mayoría de escasa magnitud.

Entre tanto, los refugiados empiezan a sufrir problemas de falta de apoyo y ayuda alimentaria gubernamental.

Algunos ciudadanos que buscaron refugio en lugares más seguros en el distrito de Karangasem tras la erupción del sábado se quejaron de que la ayuda era escasa.

Nengah Ngarti, que huyó de su casa con sus dos hijos hasta un campamento improvisado en Karangasem, dijo que ella y otros evacuados no recibieron ayuda alimentaria del Gobierno local.

«Tenemos que comprarnos nuestra propia comida. Si confiamos en otras personas nos dejarán hambrientos».

La última vez que se había establecido la máxima alerta fue el 22 de septiembre, cuando 130.000 personas tuvieron que dejar sus viviendas y ubicarse en refugios temporales ante una inminente erupción.

Pero a fines del mes pasado, las autoridades rebajaron el nivel de alerta un escalón después de que se registrara un descenso de la actividad del volcán.

La agencia de protección civil de Bali indicó que ahora hay unos 40.000 evacuados en distintos lugares en comparación con los 25.000 antes de la erupción del sábado.