Transcurría una mañana más en Nueva York, cuando dos aviones comerciales impactaron contra los edificios hasta entonces más emblemáticos de la “capital del mundo”.

El edificio del Pentágono también sufrió un ataque de similares características aquel 11 de septiembre de 2001, pero a pesar del tiempo transcurrido, los escombros parecen empecinarse a seguir tapando algunas de las razones profundas de aquel acontecimiento, más allá de la historia oficial.

Tanto es así que el único documentalista de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (Fema, según su sigla en inglés), Kurt Sonnenfeld, que tomó registros de aquel día, debió pedir asilo en la Argentina por tener material que contradice el relato oficial.

Así lo testificó la esposa argentina de Sonnenfeld, la periodista Paula Durán, cuando en una entrevista radial afirmó que “ “toda la información y todo el material de Kurt, lamentablemente contradice en muchos aspectos la versión oficial”.

“Kurt cuando llegó a la zona de la tragedia, se encontró con un despliegue de agentes de seguridad impresionante, preposicionados con suma rapidez porque según dijeron desde el gobierno, había muchos de ellos porque tenían organizado un simulacro de un ataque” para el día 12, agregó Durán.

El ataque al Pentágono

Por otra parte, el intelectual y periodista francés,Thierry Meyssan, no convalidó el hecho y para ello publicó un libro llamado “La terrible impostura” donde se formula una serie de pregunta a la luz de las evidencias que quedaron expuestas después del ataque al Pentágono.

Meyssan comparó el agujero que quedó en el edificio de seguridad estadounidense con el de las dimensiones de un Boeing 757, que es el modelo de avión que el relato oficial dice que impactó allí, y observó que no hay coherencia en las medidas.

Mientras que el boquete es de 21 metros de ancho por 24 de alto, el avión mide 41 metros de ancho por 15 de alto y 51 de longitud, razones suficientes para al menos preguntarse a qué se debe tanta incongruencia.

Los constructores también hablaron

El denominado «Grupo de Arquitectos e Ingenieros por la verdad del 11-S», se constituyó a partir de las «inconsistencias» que una serie de profesionales de la construcción observaron tras los informes finales emitidos por el relato oficial.

En un video, uno de sus integrantes, Stephen Barasch, hace algunos señalamientos y procura la realización de un estudio «completo, independiente y empírico».