Irak lanzó en su desierto occidental una operación militar para expulsar a los últimos combatientes del grupo yihadista Estado Islámico (EI), tres años después de que se apoderaran de la tercera parte del país y proclamaran un «califato» ahora en ruinas.

«El ejército, la policía federal y (las fuerzas paramilitares de) Hashd al Shaabi iniciaron esta mañana una vasta operación para limpiar la región de Al Yazira, que se extiende por la provincias de Saladino, Nínive y Al Anbar», afirmó en un comunicado el general Abdelamir Yaralá, jefe de operación del Mando Conjunto de Operaciones (JOC).

Según los expertos, esto representa el 4% del territorio, unos 7.000 km2.

En un comunicado separado, el Hashd al Shaabi anunció «la primera etapa de una larga operación para liberar una región desértica a caballo entre las provincias de Saladino, Nínive y Al Anbar, hasta la frontera con Siria».

«La ofensiva, con el apoyo de las fuerzas aéreas iraquíes y realizada junto al ejército y la policía federal, se lanzó a partir de tres ejes», agregó el Hashd.

El primer ministro iraquí, Haider Al Abadi, afirmó el martes que no quería anunciar la derrota del EI antes de haber limpiado los reductos yihadistas que subsisten en zonas desérticas del país.

«Tras el fin de la operación, anunciaremos la derrota total de Dáesh en Irak», dijo refiriéndose al EI por su acrónimo en árabe.

El auge del EI en 2014 había llevado al jefe espiritual de la comunidad chiita mayoritaria en Irak, Alí Sistani, a lanzar un llamado a la movilización general. También condujo a Estados Unidos a formar una coalición internacional para ayudar, con la aviación, a vencer al EI y reorganizar un ejercito iraquí desamparado.

Tras haber perdido en los últimos meses todas las ciudades y centros urbanos bajo su control desde hace tres años, los yihadistas tuvieron que replegarse en una vasta región desértica en el oeste de Irak cercana a la frontera con Siria.

Por la tarde los paramilitares anunciaron en un comunicado la toma de 56 pueblos o aldeas, así como de tres puntos estratégicos.

También alcanzaron la región del lago Tharthar, que une las provincias de Saladino y Anbar, bastión desde 2003 de los yihadistas, y destruyeron ocho coches bombas y tres pick-up.

En paralelo apoyos militares venidos de Siniya, en la provincia de Saladino, se unieron a los que venían de Hatra, en el desierto de Nínive.

Excavadoras y tanques 

 

Las fuerzas del Hashd, convertidas en ayuda imprescindible para las fuerzas iraquíes ante el EI, difundieron en directo imágenes de Siniya, en la provincia de Saladino.

En ellas se ve como las excavadoras abren una vía en el desierto para los tanques, que llevan una bandera iraquí y el estandarte negro donde está escrito «Ya Husein», nombre de un mártir venerado por los chiitas.

Camionetas pick-up también se ven alineadas y listas para avanzar hacia el oeste.

«Esta operación tiene por objetivo limpiar el desierto de los reductos donde se encuentran los yihadistas que huyeron de las ciudades recientemente liberadas» por las fuerzas iraquíes, afirmó a la AFP un oficial superior en la provincia de Al Anbar.

El Hashd anunció que hizo explotar en un sector la provincia de Saldino un coche bomba, desactivó decenas de bombas del EI y se apoderó de diez poblados, probablemente vacíos.

En 2014, más de 60.000 iraquíes respondieron al llamado del ayatolá Sistani a la movilización frente al EI y se formó el Hashd Al Shaabi, coalición heteróclita dominada por milicias chiitas. Se considera que las más poderosas de esas milicias son apoyadas por Irán.

Control militar terminado 

La ofensiva para sacar al EI de Irak había comenzado en marzo de 2015 con la reconquista de Tikrit, en la provincia de Saladino.

La ciudad de Ramadi (oeste) fue luego conquistada en febrero de 2016, seguida luego de Faluya, en junio de 2016.

Pero la batalla decisiva se inició el 17 de octubre de 2016 para retomar Mosul, bastión de la provincia de Nínive.

Luego las fuerzas iraquíes sacaron el EI de otras ciudades como Al Anbar, cerca de la frontera siria, donde acaban de retomar Rawa, último centro urbano aún en manos de yihadistas.

En la vecina Siria, tras sacar al EI de Bukamal, último bastión en la frontera iraquí, las fuerzas del régimen ayudadas por los aliados rusos y el Hezbolá chiita buscan expulsarlo de zonas desérticas y pueblos aún bajo su control en la provincia de Deir Ezzor (este).