El gobierno alemán rechazó hoy las acusaciones de racismo y defendió la actuación de la policía en Colonia durante la noche de Año Nuevo, cuando fueron detenidos «preventivamente» más de mil norafricanos por ser parte de un grupo «con un comportamiento sospechoso» y con una «agresividad creciente».

El vocero del Ministerio del Interior alemán, Johannes Dimroth, defendió el operativo policial, que movilizó en la ciudad de Colonia a 1.500 policías durante la noche de Año Nuevo, y descartó que las requisas y detenciones hayan tenido un componente racista.

Dimroth, explicó hoy en una conferencia de prensa que el «racial profiling», es decir, el trato discriminatorio por razones de origen étnico, «no es algo que se practique ni se enseñe en la Policía» y subrayó que utilizarlo como criterio relevante «va, sin excepciones, contra la ley».

No obstante, señaló que queda por estudiar si efectivamente y «en casos aislados» hubo algún tipo de discriminación por motivos de apariencia o procedencia.

Pese a la justificación del gobierno alemán, la detención «preventiva» de unos mil norafricanos en Año Nuevo desató toda tipo de críticas en los medios y las redes sociales.

La Policía los detuvo, los que obligaron a identificarse y a algunos se los obligó a dar la vuelta y se les negó la entrada al centro de la ciudad.

Las condenas y repudios comenzaron a llover de inmediato. Dos de las voces que más se hicieron escuchar fueron las del copresidente de los Vrdes, el opositor Simone Peter, y la ONG Amnistía Internacional.

Según el jefe de la policía de Colonia, Jürgen Mathies, el plan era proceder «de manera muy rápida y consecuente» contra grupos potencialmente peligrosos, en concreto contra «hooligans», ultraderechistas, motoqueros y jóvenes norafricanos.

En su opinión, la Policía actuó con proporcionalidad.

Un año atrás, durante la noche de Año Nuevo, la ciudad de Colonia fue escenario de agresiones sexuales y robos masivos que provocaron pánico en esa localidad alemana y una serie de ataques xenófobos posteriores.

Durante esa fecha, se presentaron más de 650 denuncias, de las cuales un 45% estaban relacionado a delitos sexuales, la mayoría de ellos en las inmediaciones de la estación de trenes de Colonia.

Pese a que las primeras versiones periodísticas sostuvieron que los agresores eran inmigrantes y refugiados, luego las autoridades lo desmintieron.

No obstante, muchos alemanes aún creen que extranjeros fueron responsables de esa violenta noche, en gran parte alimentados por el clima de xenofobia que ha crecido visiblemente en esa potencia europea desde que en 2015 comenzaron a llegar más refugiados e inmigrantes que escapan de guerras, violencia y hambre en Africa, Medio Oriente y Asia Central.

El crecimiento de la xenofobia fue tal que la extrema derecha alemana comenzó a crecer en las encuestas y hasta asestó varios reveses electorales en comicios regionales a la canciller Angela Merkel, quien este 2017 buscará renovar su mandato en las urnas por tercera vez.