Al menos 95 personas murieron hoy en un sangriento ataque perpetrado contra un pueblo en el centro de Malí, en el último episodio de violencia étnica que golpea a la frágil región, informaron autoridades del país africano.

Según un comunicado oficial, el ataque por el que además aun hay 19 desaparecidos, se cometió en Sobame Da, perteneciente a la comuna de Sangha, en la región central de Mopti, donde la tensión étnica es creciente.

De madrugada, hombres armados cercaron el poblado y avanzaron incendiando casas y matando ganado.

Si bien no hubo una reivindicación inmediata de la matanza, la misma ocurrió en una aldea habitada por la comunidad dogon.

La masacre ocurre menos de tres semanas después de que casi 160 miembros de la etnia fulani o peul fueran masacrados por un grupo identificado como dogon.

Las autoridades malienses atribuyeron la autoría del ataque a «presuntos terroristas», aunque pareciera que usa la palabra más bien para calificar la atrocidad de la acción, que claramente parece tener motivos étnicos.

El Ejecutivo ha enviado refuerzos militares a la región para perseguir a los autores de estos hechos, informó la agencia de noticias EFE.

Uno de los principales grupos dogon, llamado Dan Na Ambassagou, emitió hoy un comunicado en el que considera el ataque «una declaración de guerra» y lamenta que «ni el Estado ni la comunidad internacional se interesan por la vida de esta población maltratada».

El secretario general de la ONU, António Guterres, se declaró hoy «escandalizado» por la matanza en el centro de Mali y reclamó diálogo para acabar con las tensiones entre distintos grupos étnicos del país.

A través de un comunicado, Guterres condenó lo ocurrido y llamó a las autoridades malienses a investigar la tragedia y llevar a los responsables ante la Justicia.

Además, reclamó contención a todos los grupos del país y les pidió evitar actos de venganza, urgiendo al gobierno del país africano y a todos los actores a entablar «un diálogo intercomunitario para resolver las tensiones y diferencias».

De acuerdo con un reciente informe de la ONU, esta violencia interétnica dejó entre enero y mayo 250 muertos en Mali, sin contar las acciones que a su vez perpetran los grupos yihadistas.

La pasada semana, el Consejo de Ministros maliense prolongó hasta mayo de 2020, en lo que constituye la segunda prórroga, el mandato de los diputados del Parlamento, al constatar la imposibilidad de celebrar elecciones «normales y transparentes» por la inestabilidad que azota al país.