Cientos de miles de personas, encabezadas por el presidente regional catalán Quim Torra, se manifestaron este sábado en Barcelona en protesta por el juicio comenzado esta semana en Madrid contra doce dirigentes independentistas por el intento de secesión en 2017.

La policía municipal cifró la asistencia en 200.000 personas, mientras que la presentadora del acto organizado por los principales partidos y asociaciones separatistas elevó los participantes hasta los 500.000.

Detrás de una pancarta con el lema «La autodeterminación no es delito» sostenida por Torra y otros dirigentes del independentismo catalán, una multitud de manifestantes abarrotó la céntrica avenida de la Gran Vía, repleta de banderas independentistas y carteles de «Libertad presos políticos».

«Es muy triste lo que está pasando. Es un juicio político, lleno de manipulaciones para condenarles por algo que no es ningún delito», aseguraba Jesús Rodríguez, presidente de un grupo de castellers, una tradición de esta región consistente en construir altas torres humanas.

«Sólo quieren encerrarlos y, como votar saben que no es delito, se inventan una violencia que no ha existido», asegura este hombre de 48 años.

La existencia o no de violencia en el fallido intento de secesión es el eje central del juicio comenzado el martes en el Tribunal Supremo de Madrid contra doce dirigentes del movimiento independentista y que debe alargarse durante tres meses.

Nueve están acusados de rebelión, que implica la existencia de un «alzamiento violento» para conseguir la separación de esta rica región nororiental con 7,5 millones de habitantes, partida en dos entre partidarios y opositores de la independencia.

La fiscalía reclama para estos nueve, actualmente en prisión preventiva, entre 16 años y 25 años de cárcel –en el caso del exvicepresidente catalán Oriol Junqueras.

«Señor fiscal, somos un muro humano» 

Los dirigentes independentistas impulsaron un referéndum ilegal de autodeterminación el 1 de octubre de 2017, marcado por la violencia de la policía desplegada para impedirlo, y después proclamaron una efímera república independiente.

En su declaración ante el tribunal, Junqueras defendió que su movimiento «siempre ha sido cívico, pacífico» y «nunca, nunca, nunca» ha promovido la violencia.

La fiscalía discrepa, argumentando que los independentistas usaron a ciudadanos como «muros humanos» contra la policía, que intentaba impedir el referéndum de autodeterminación, a sabiendas de que se generarían choques.

Una afirmación que tuvo su eco este sábado en Barcelona: «Gracias por haber convertido la Gran Vía en un muro humano. Sí, señor fiscal, somos un muro humano, somos un muro de disidentes dignos y orgullosos», dijo Marcel Mauri, portavoz de la asociación Òmnium, cuyo presidente Jordi Cuixart también está siendo juzgado.

Los independentistas, que ya se manifestaron en varias ciudades catalanas el martes coincidiendo con el inicio del juicio, tienen previsto también celebrar una huelga general de protesta el 21 de febrero y una protesta en Madrid el 16 de marzo.

También prometen fuertes movilizaciones si las sentencias del juicio, que no se esperan para antes de julio, son condenatorias.

Turbulencias en España

El histórico proceso contra los dirigentes catalanes coincide con un tiempo tumultuoso en la vida política española, con la convocatoria de unas elecciones legislativas anticipadas para el 28 de abril, las terceras desde diciembre de 2015.

Estos comicios fueron anunciados el viernes por el jefe de gobierno español Pedro Sánchez, dos días después de ver tumbado su proyecto de presupuestos en el Congreso por el rechazo, precisamente, de los partidos independentistas catalanes.

El dirigente socialista, proponiendo una política de distensión con Cataluña, había conseguido en junio el apoyo de los separatistas en su moción de censura contra el conservador Mariano Rajoy del Partido Popular.

Desde entonces, el ejecutivo español había iniciado negociaciones con el gobierno regional de Torra que se interrumpieron hace una semana por las diferencias fundamentales entorno a la espinosa cuestión del referéndum de autodeterminación, inaceptable para Sánchez.

Los sondeos indican que los comicios podrían llevar a una mayoría de derechas entre el Partido Popular (derecha), Ciudadanos (centroderecha) y el ascendente ultraderechista Vox, hostiles al independentismo catalán y partidarios de intervenir la autonomía de la región como ya ocurrió tras la fallida declaración de independencia.