Por Nabih Yussef *

El escándalo de “Panamá Papers”pone de nuevo en la mira el rolde los paraísos fiscales y de las empresas off-shore (fantasmas) en el tablero financiero y bancario mundial. Sin embargo, ¿cuáles son realmente los atractivos para radicar fondos en estas jurisdicciones? Principalmente, el anonimato. Las jurisdicciones fiscales permiten la evasión de fondos a través del secreto jurídico bursátil. Esto supone el compromiso del país receptor de la confidencialidad absoluta sobre la identidad del propietario de los fondos. Complementado además, con una baja o nula tributación, que permite que los activos financieros radicados no sean alcanzados por los impuestos de los Estados donde se crearon esas riquezas.

Desde los ’80 hasta la actualidad, se multiplicaron por cinco los llamados “paraísos fiscales” en lo ancho y largo del globo. Estas verdaderas guaridas financieras, se explican principalmente por la mundialización de las finanzas y la globalización informática, que permite a grandes empresarios y políticos de países subdesarrollados, radicar sus dividendos en estas jurisdicciones a miles de kilómetros de distancia.

La apertura de las empresas off-shore o “fantasmas”, ha sido un factor importante en el desfinanciamiento de los Estados subdesarrollados, ya que la evasión fiscal imposibilita a los Estados gubernamentales dellevar a cabo políticas públicas para sus territorios. Siendo en muchos casos los vehículos de financiamiento, las balanzas comerciales de los países o el mismísimo mercado de capitales, atestado de una oferta de dinero que se radica en las guaridas fiscales. En otras palabras, el dinero que se escapa a través de la evasión fiscal de los países subdesarrollados, regresa en forma de deuda pública cuando los Estados nacionales ingresan en los mercados de capitales para financiarse.

Las guaridas fiscales crean de este modo, un círculo negativo en el sistema financiero, donde los Estados periféricos son los principales perdedores. La incompatibilidad del sistema con la moralidad pública llega a límites increíbles, cuando los Estados a falta de fondos, incrementan los impuestos directos a los alimentos o productos de consumo en sus mercados internos. Quienes terminan siendo los principales financistas delos Estados, son precisamente esos sectores humildes que no pueden sustraerse de los impuestos locales como las grandes empresas evasoras.

Panamá, Caimán, Luxemburgo, Bahamas, y otros microestados o microjurisdicciones al interior de Estados Unidos, son pequeñas anomalías del sistema financiero internacional, dispuestas a recibir en su colchón a todo el dinero no declarado de la banca oficial a nivel global.

Para alcanzar con impuestos a casi 25 billones de dólares no declarados del sistema, se necesita una cooperación asertiva de parte de los países centrales y los subdesarrollados. Principalmente un multilateralismo que provea de mayor institucionalización a los organismos de control internacional y frenar así, la flexibilidad promiscua de estas jurisdicciones en la recepción de fondos. Este no parece ser el espíritu de época, con lo cual habrá que esperar a que el contexto favorezca para poner sobre la agenda internacional este tipo de desafíos. Mientras tanto, abrir una off-shore seguirá siendo la opción más conveniente para los sectores acaudalados.

*Analista internacional, subdirector de www.CEIEP.org