El escritor irlandés sobre temas internacionales Finian Cunningham, pone en perspectiva todo lo que se ha hablado a nivel mundial acerca del viejo saludo nazi de la entonces princesa Elizabeth y su familia: “El saludo no fue un gracioso paso en falso del pasado en la familia, sino un reflejo directo de la dedicación al fascismo de la oligarquía financiera, entonces y ahora”, dice Cunningham.

Según la visión del escritor, “lo que revelan las imágenes de hace 82 años son la estrecha asociación siniestra que la clase gobernante británica tiene con el fascismo. Y esta no fue una simple asociación aberrante relacionada sólo a los distantes años de los 1930. La tendencia fascista del Estado británico está bastante viva hoy”, aclara, y agrega que “no solamente en Gran Bretaña, sino por todas las llamadas democracias europeas y ciertamente, en los Estados Unidos.

«No hay más que ver cómo la actual Unión Europea —con el liderato dominado por Alemania— está llevando a cabo un saqueo y una destrucción económica en grande en Grecia por la ‘crisis de la deuda’. Se ha derrotando a la democracia en Grecia bajo el dictado del capital financiero global y europeo. Potencias extranjeras –advierte- están expropiando los activos y recursos nacionales del país con el desprecio más absoluto por el mandato democrático de la población griega”.

Señala que también se puede ver «cómo Gran Bretaña, la Unión Europea y Washington están patrocinando un régimen neonazi en Ucrania, mediante el apoyo militar, financiero y diplomático para que libre una guerra de agresión mortal en contra de la población de origen ruso.

«Volviendo a Gran Bretaña –dice el escritor-, la reina Isabel, ahora de 89 años, acaba de convertir recientemente en ley el programa económico del gobierno conservador. El primer ministro David Cameron y su ministro de Hacienda, George Osborne —ambos millonarios y la personificación de la clase gobernante británica, al igual que la reina misma— están imponiendo un régimen de austeridad draconiana que va a recortar los servicios públicos, salarios y el bienestar social mucho más allá de lo que se ha llevado a cabo en los últimos cinco años».

Cunningham también ataca violentamente al gobierno británico por participar en la campaña “ilegal” de Obama de bombardeo en Siria.

«Así que añadan todo esto”, enfatiza, para agregar que “un régimen gobernante británico que tiene un dudoso mandato democrático, que está pulverizando a la mayoría de los trabajadores, desempleados, pensionados y pobres para enriquecer a una minúscula elite social, y que al mismo tiempo está bombardeando países extranjeros a su entera discreción en violación del derecho internacional, esto con toda seguridad es una señal de la naturaleza déspota real del poder político que opera en Gran Bretaña.

«El aristócrata británico caído en desgracia [Eduardo VIII, partidario del fascismo alemán—NDR] no era de ninguna manera un disidente. Había un consenso entre la clase gobernante británica en los 1930 que callada y entusiastamente apoyó a Hitler y al fascismo como un baluarte en contra de la democracia y en particular en contra del socialismo», señala.

«El saludo fascista de la reina Elizabeth de Gran Bretaña cuando era una joven princesa no es solo una señal de los tiempos históricos en el pasado distante. Es una señal de los tiempos actuales en donde el fascismo es la ideología que se esconde detrás de la fachada de democracias occidentales», concluye Cunningham.