La formalización en las últimas horas de una nueva escisión de las filas del Partido Democrático (PD) a partir de una fuerza de centroizquierda que encabezará el presidente del Senado y ex juez antimafia Pietro Grasso amenaza con complicar aún más las opciones del oficialismo italiano para las elecciones generales del año próximo.

Senador de 72 años y magistrado ligado a los históricos Giovanni Falcone y Paolo Borselino, asesinados por la mafia siciliana en 1992, Grasso anunció que competirá con un nuevo proyecto político en el que aglutinará a sectores descontentos con el PD y a la cabeza del que aspira a conquistar el 10% de los votos del país.

El alejamiento de Grasso, que anunció su salida del PD a fines de octubre descontento con los métodos usados por el oficialismo para aprobar la nueva ley electoral, se suma a la escisión de febrero, cuando cerca del 10% del bloque formó el grupo Artículo 1, también crítico desde la izquierda.

Tanto Grasso como el grupo que comanda el diputado Roberto Speranza no ahorraron custionamientos al estilo de conducción del secretario general del PD, el ex primer ministro Matteo Renzi, quien según los estatutos de la fuerza será el próximo candidato a premier para unas elecciones aún sin fecha, pero previstas para el primer semestre de 2018.