Más de 9,8 millones de griegos están llamados a votar este domingo para elegir un nuevo Parlamento en una contienda en la que todos los pronósticos apuntan a un primer lugar para la derecha gobernante, aunque sin la mayoría absoluta que exige la nueva Ley electoral para formar un Ejecutivo en solitario.

Estas elecciones, en las que se ponen en juego los 300 escaños que conforman el Consejo de los Helenos, el Parlamento unicameral de Grecia, llegan tras años de movilizaciones ciudadanas contra el empeoramiento del nivel de vida.

Tradicionalmente, el sistema electoral griego ha favorecido al partido más votado, con un método que prácticamente le otorgaba plena libertad a la hora de formar Gobierno.

Sin embargo, el Ejecutivo de la formación de izquierda Syriza reformó en 2018 la Ley para introducir un reparto proporcional sin recompensas que se probará este domingo.

Los diputados se repartirán de manera proporcional entre todos aquellos grupos que superen el umbral del 3%. Con este nuevo sistema, un partido necesitaría alcanzar el 46% de los votos -algo inédito en las últimas tres décadas- para gobernar en solitario.

Las encuestas vaticinan que la gobernante Nueva Democracia tendrían entre el 31% y el 36% de los votos, mientras que Syriza obtendría entre el 24% y el 29%, informó la agencia de noticias Europa Press.

El Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok), otrora partido de Gobierno, figura en tercera posición con un 10% de las preferencias, por lo que en una hipotética coalición tendría la llave para acceder al Ejecutivo.

Así, podría decidir si permitir al actual primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, un segundo mandato u opta por la «coalición progresista» que reclama Syriza, con quien comparte parte del programa, pero también potenciales votantes.

«Los ciudadanos deberán decidir si quieren avanzar o volver a un pasado que queremos olvidar», sentenció el actual primer ministro en un reciente debate de líderes, donde volvió a reivindicarse como baluarte de la estabilidad política.

«Estabilidad o caos», proclamó esta semana en un acto. En este sentido, se esforzó por advertir de la inestabilidad que supondría entrar en un periodo de incertidumbre política.

El exprimer ministro Alexis Tsipras (2015-2019) y líder de Syriza, por su parte, presentó un programa ambicioso, con medidas de alivio «inmediatas», como reducir el IVA en los alimentos, así como poner fin a los desalojos de las viviendas.

Una vez cerradas las urnas y repartidos los escaños, la presidenta de Grecia, Katerina Sakellaropoulou, encargará al partido más votado que tantee al resto de formaciones para intentar forjar algún tipo de alianza.

En caso de que no lo consiga, el pedido pasará al segundo partido con más sufragios y, si fracasa de nuevo, al tercero.

Luego de tres intentos fallidos, los griegos serán llamados de nuevo a las urnas, previa designación de una administración interina encabezada por un representante del sistema judicial.

En esta segunda cita, previsiblemente el 2 de julio, se aplicaría el sistema promovido por Mitsotakis, en el que se recupera la prima para el partido más votado: 20 escaños más en caso de obtener el 25% de los sufragios, con margen para ampliarse hasta 50.

Los analistas dan por hecho que será necesaria esta segunda cita en las urnas, si bien los partidos deberán medir sus movimientos para evitar ser señalados como responsables de la falta de consenso.

El Pasok no cierra puertas ni con Nueva Democracia ni con Syriza, condicionando cualquier futuro apoyo a la adopción de parte de su programa político, en un tímido intento por recuperar la influencia perdida en la escena política griega.

Otra de las preocupaciones es el nivel de participación que pueda llegar a haber, luego de que la abstención superó el 40% en los últimos comicios.

Syriza confía en que estos datos remonten para lograr una mayor movilización de la izquierda y dar la vuelta a los sondeos.

La economía y el desempleo, que ronda el 12 %, son las principales preocupaciones de los griegos de a pie, mientras que la inmigración ilegal sigue siendo un tema de debate recurrente, -aunque las 18.000 llegadas registradas en 2022 distan mucho de las más de 850.000 de 2015.

En el terreno internacional, los focos están puestos en Ucrania, por las derivadas del conflicto, pero también en Turquía, con quien existen tensiones y reproches recurrentes a cuenta principalmente de cuestiones de soberanía.