Alemania recordó hoy el bicentenario del nacimiento del filósofo y pensador prusiano Karl Marx con la inauguración de una estatua de cinco metros de altura en su ciudad natal, Tréveris, donde la cúpula de la socialdemocracia (SPD) reflexionó sobre le legado del autor de El Capital y con protestas en las inmediaciones.

«El aniversario debe servir para la reflexión histórica y la recuperación de las esencias de su pensamiento», expresó Kurt Beck, presidente de la Fundación Fiedrich Ebert y ex primer ministro del estado federado de Renania Palatinado, donde está ubicada Tréveris.

«Nosotros, los alemanes, no podemos olvidar los crímenes del totalitarismo comunista», subrayó el también ex líder del SPD en la apertura de los homenajes al filósofo.

Sin embargo, para la jefa de gobierno de Renania Palatinado, Malu Dreyer, no se puede «responsabilizar a Marx de los crímenes cometidos en su nombre».

En ese sentido, la líder del SPD, Andrea Nahles, llamó a recuperar las esencias y lecturas positivas de un pensador que sigue polarizando a sus compatriotas, para muchos de los cuales su ideología sustentó el régimen «del muro», como se conoció a la extinta República Democrática Alemana (RDA) germano-oriental.

Nahles, la primera mujer al frente del SPD en más de 150 años, consideró que Marx «marcó a la socialdemocracia como ningún otro pensador» y «sigue siendo actual» en un mundo necesitado de «orden solidario global».

El lugar ideal para esta tarea es Tréveris, dijo Nahles, donde nació Marx el 5 de mayo de 1818, en cuya figura y obra se centran tres exposiciones simultáneas -una de ellas en su Casa natal y museo-, y una serie de actos y debates.

Además de los debates y muestras históricas, hoy se descubrió una escultura de bronce de cinco metros de altura y casi dos toneladas y media de peso con la figura de Marx, un regalo del gobierno chino elaborada por el artista Wu Weishan.

El partido de ultraderecha Alternativa por Alemania (AfD), convocó a una marcha al casco histórico de la ciudad, donde se celebraron los homenajes y se colocó la escultura.

Con o sin polémica, Tréveris se convirtió en ciudad-museo y también en punto de atracción turística en torno al filósofo, cuya imagen se multiplicó en mil versiones, sea en estatuillas, ceniceros, pósters, camisetas o figura señalizadora en semáforos.

La ciudad natal de Marx, junto a la frontera con Luxemburgo, quedó muy lejos de la frontera con la RDA que partió el país, desde 1949 hasta la reunificación de 1990, tras la caída del muro de Berlín.

El filósofo pasó ahí su infancia y su juventud, mientras que el resto de su vida discurrió entre otras ciudades alemanas y luego entre París, Bruselas y el exilio en Londres, donde murió en 1883.

Otro lugar que recuerda en estos días al pensador es Chemnitz, una ciudad del antiguo territorio germano-oriental que no estuvo ligada con ninguna etapa de la vida del filósofo, pero que durante 37 años, entre 1953 y hasta 1990, se llamó Karl-Marx-Stadt.

Allí, un grupo de artistas organizó una performance -preestrenada el jueves- que consistió en convertir una estatua del filósofo en un «elemento parlante» que debatió con líderes mundiales como el presidente ruso, Vladimir Putin; el estadounidense, Donald Trump, y, por supuesto, con la canciller Merkel.