El golpe de inteligencia del siglo. Durante más de cinco décadas, la CIA y los servicios de espionaje de la entonces Alemania Occidental controlaron en secreto una empresa suiza que fabricaba y vendía dispositivos de encriptación y líneas de comunicación seguras a más de 120 países.

Se trata de la empresa llamada Crypto AG, y obtuvo su primer contrato para construir máquinas de fabricación de códigos para las tropas de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.

Con la venta de equipos a mas de 120 países, la empresa suiza ganó millones de dólares, hasta bien entrado el siglo XXI. Entre sus clientes se encuentran Irán, juntas militares de América Latina, rivales nucleares India y Pakistán, e incluso el Vaticano.

El dato revelador es que ninguno de los clientes de Crypto AG sabía era propiedad secreta de la CIA en una asociación altamente clasificada con la inteligencia de Alemania Occidental. Para poder descifrar fácilmente los códigos que los países usaban para enviar mensajes, estas agencias de espionaje manipularon los dispositivos de la compañía.

El Washington Post y la ZDF, una emisora pública alemana, en un proyecto de reportaje conjunto pudieron revelar el acuerdo de décadas de duración, entre los secretos más estrechamente guardados de la Guerra Fría.

La cuenta identifica a los oficiales de la CIA que dirigieron el programa y a los ejecutivos de la compañía encargados de ejecutarlo.

La operación, conocida primero por el nombre en clave «Tesauro» y más tarde «Rubicón», está entre las más audaces de la historia de la CIA.

La firma Crypto AG fue creada por Boris Hagelin, un empresario e inventor nacido en Rusia pero que huyó a Suecia cuando los bolcheviques tomaron el poder. Cuando los nazis ocupaban la vecina Noruega en 1940, Hagelin decidió emigrar de nuevo, en esta ocasión a Estados Unidos.

El inventor llevaba consigo la famosa máquina encriptadora, bautizada como M-209. Según la historia interna de la CIA, citada en la investigación del Post, se hacía necesario controlar a Hagelin para que limitara la venta del codificador solo a países aprobados por Washington. En definitiva, Crypto no debía caer en manos de los soviéticos, los chinos o los norcoreanos. Esos países, sin embargo, nunca fueron clientes de la compañía, por lo que, en teoría, quedaron fuera de los límites directos del espionaje montado por EE UU y Alemania.

No obstante, los agentes de la CIA obtuvieron mucha información valiosa de Pekín y Moscú a través de las interacciones de estos países con servicios secretos o diplomáticos de naciones que sí tenían los aparatos de cifrado.

Por otra parte, a través de un sistema de Crypto se supo también que el hermano del presidente de Estados Uunidos, Jimmy Carter estaba supuestamente en nómina del líder libio Muamar el Gadafi. La tecnología también propició que la administración de Ronald Reagan pasase información a Londres sobre la guerra del Reino Unido con Argentina por las Islas Malvinas. En 1989, el uso del Vaticano de un aparato de Crypto fue determinante en la captura el general panameño Manuel Antonio Noriega cuando el dictador buscó refugio en la Nunciatura de Panamá.

Finalmente, luego que los alemanes abandonaran el programa, Crypto se fue disolviendo y dejó de existir en 2017. Ahora existen Crypto International y CyOne; la primera asegura que nunca supo nada de la trama de Crypto, y la segunda se acoge al socorrido “sin comentarios”.