La crisis de divisas es un problema que, además de tocarnos muy de cerca en la Argentina, se propaga a lo largo y ancho del mundo, y el número de bancos amenazados va en aumento.

Ante esto, algunos países cuyas divisas están sufriendo importantes devaluaciones decidieron meter un cambio de marcha y dejar el dólar, disminuyendo sus existencias en valores del Tesoro de Estados Unidos y utilizando su propia moneda (o algún otra) para realizar las liquidaciones comerciales.

Los ministros de Finanzas Anton Siluanov y Berat Albayrak, de Rusia y Turquía, respectivamente, ya anunciaron que comenzarán a utilizar sus divisas (el rublo ruso y la lira turca) para sus deudas, empujados también por el aumento de las tasas de interés de Estados Unidos y Europa.

Turquía, en este momento, cuenta con $180 mil millones de los $337 mil millones de dólares en deuda corporativa en dólares a corto plazo, con menos de un año de maduración. El número en euros es aún mayor. Ante todo esto, si bien la economía y la industria se encuentran creciendo rápidamente, el anuncio de Donald Trump de la imposición de aranceles contra el país ha generado un ataque especulativo contra la lira.

La explicación de esto también surge de la inmensa burbuja global inestable de deuda corporativa de baja graduación, generada por décadas de una política errada de impresión de dinero de los bancos centrales y conociéndose que los $75 billones de deuda corporativa a nivel mundial que recibe calificación, más de la mitad es considerada chatarra apenas arriba de ello.

Asímismo, no son sólo importantes bancos europeos, en particular franceses y españoles, los que están fuertemente expuestos con esta deuda corporativa ahora tóxica; también lo están grandes bancos estatales de los emiratos del Golfo. Y hay otras divisas de los llamados “países emergentes” y quizá también de algunos europeos que ya están en problemas o que se encaminan en esa dirección ante el fortalecimiento del dólar.

Hoy Turquía impuso un control de capital parcial a sus bancos, en tanto que redujo a la vez sus requerimientos de reservas para otorgar préstamos en 0.25%. También prohibió las ventas de acciones en corto. Estas acciones solo llevaron a que la lira se depreciara de nuevo a unos 7.15 por dólar en comparación de los 6.9 por dólar el viernes pasado; por abajo del nivel en donde es probable que los bancos turcos quiebren.