El Producto Bruto Interno (PBI) de los Estados Unidos se contrajo por segundo trimestre consecutivo al registrar una merma de 0,9% anual en el segundo periodo del año, ubicando al país en una recesión según diversas definiciones técnicas del término.

La caída de la actividad de 0,9% que se produjo entre los meses de abril y junio se suma a la de 1,6% de los primeros tres meses del año, según informó hoy en Washington la Oficina de Análisis Económico (BEA por sus siglas en inglés) del Departamento de Comercio.

En términos cuatrimestrales, el segundo trimestre marcó una caída del 0,2% tras una contracción de 0,4% en el primer periodo.

De acuerdo con los datos preliminares de la BEA, la caída en el PBI refleja principalmente una contracción en las inversiones privadas en inventarios, inversión residencial y no-residencial en capital fijo, y en el gasto federal, estatal y local, además de un incremento de las importaciones.

En tanto, las exportaciones y el consumo privado se incrementaron, lo cual permitió contener la contracción del indicador, aunque en el caso del segundo lo hizo en un ritmo más lento que en el periodo anterior.

Para la BEA, la reducción en la actividad se debe a múltiples motivos:

En el caso de la caída en la inversión privada, la misma reflejó una contracción en el intercambio en las tiendas comerciales.

Respecto al gasto público, si bien este cayó en términos generales, se incrementaron las partidas destinadas a la defensa.

El consumo tampoco muestra un panorama homogéneo: aumentaron los gastos en servicios (+4,1%) -sobre todo en alojamiento y cuidado de la salud- pero cayeron los destinados a los bienes (-5,5% en bienes no durables y -2,6% en durables), especialmente en los alimentos.

La menor caída general del PBI respecto de la del primer trimestre responde a la mejora de la situación de las exportaciones y la menor merma en el gasto federal.

Según las tradicionales definiciones económicas del término que se utiliza en muchos países, al caer por segundo trimestre consecutivo, Estados Unidos entró en una recesión.

No obstante, la administración de Joe Biden le resta importancia a los datos del PBI -una postura rechazada por la oposición republicana- y considera que el país no entró en recesión al presentar otros indicadores más favorables como, por ejemplo, el desempleo que se ubica cercano a mínimos históricos (3,6%).

«Desde mi punto de vista, no vamos a entrar en recesión», subrayó Biden en un discurso el pasado lunes.

Luego de la difusión de los datos del PBI, el presidente estadounidense consideró hoy que «tras el crecimiento económico histórico del año pasado y la recuperación de todos los puestos de trabajo privados perdidos durante la pandemia, no es sorprendente que la economía comience a ralentizarse de la mano de la tarea de la Reserva Federal para bajar la inflación».

Los datos oficiales

La determinación oficial del ciclo económico en los Estados Unidos es realizada por un grupo de académicos en el Buró Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés) que tiene en cuenta otros datos además del PBI y que no se ha expedido aún.

La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, manifestó el pasado domingo en declaraciones a la cadena NBC que le sorprendería que la NBER declare la recesión «cuando se están creando casi 400.000 puestos de trabajo al mes».

De todos modos, el consenso en Wall Street es que Estados Unidos entraría en una contracción -en sentido pleno- a fines de este año o en el próximo, según diversas estimaciones de bancos como Goldman Sachs o JPMorgan.

La desaceleración en el consumo (el cual solo aumentó 1% anual en el segundo trimestre) ya motivó a que grandes tiendas como Walmart y Target redujeran sus pronósticos de ganancias mientras que firmas como Shopify, General Motors, Apple y Microsoft anunciaron despidos o un menor nivel de contrataciones en los próximos meses, según señala la agencia Bloomberg.

Asimismo, CEOs como Mark Zuckerberg (Meta), Kevin Ozan (McDonald´s) y Marc Btzer (Whirpool) coincidieron en los últimos días al presentar sus balances que la economía estadounidense está entrando en un escenario recesivo.

Uno de los motivos es que el poder adquisitivo de los estadounidenses se ha contraído al ubicarse sus salarios por detrás de las subas de los precios, los cuales se han incrementado por los inconvenientes en las cadenas de suministro, intensificados tras el inicio de la guerra entre Ucrania y Rusia, y las cuarentenas en China.

Una contracción económica podría contra las cuerdas a la Reserva Federal (FED) que en los últimos meses endureció su política monetaria con sucesivas subas en las tasas de interés con el objeto de frenar a la inflación, que se ubica en máximos desde 1981.

Si bien el objetivo de la FED es lograr un «aterrizaje suave», es decir, bajar la inflación sin contraer la economía, existe el riesgo de que una política demasiado dura acarree el costo de inducir una recesión.

«Creemos necesario que el crecimiento se ralentice. Pensamos que un periodo de crecimiento por debajo del potencial podría permitir que la oferta alcance a la demanda», declaró ayer el presidente de la entidad, Jerome Powell, tras anunciar una suba de 75 puntos en las tasas, la segunda consecutiva en ese rango -inédito desde los años noventa- y la cuarta en el año.

«No creo que los Estados Unidos estén actualmente en una recesión», subrayó Powell, para luego agregar que «la razón es que hay demasiadas áreas de la economía que están funcionando demasiado bien».