Las consecuencias de un Brexit sin acuerdo serían «considerables» en la circulación de mercancías y de turistas entre la Unión Europea y Reino Unido, según la Comisión Europea, que presentó este miércoles sus planes de contingencia.

La principal incertidumbre se cierne sobre la isla de Irlanda, donde Londres y Bruselas buscan evitar la reintroducción de una frontera física entre la República de Irlanda, país de la UE, y la provincia británica de Irlanda del Norte.

Si Reino Unido se marcha sin un acuerdo el 12 de abril, «se convertiría en un tercer país de un día al otro», explicó el comisario europeo de Asuntos Financieros, Pierre Moscovici, para quien sería un cambio jurídico «radical».

«Sin acuerdo de salida, la actividad de miles de empresas europeas y, en una menor medida de los viajeros, se vería perturbada por la reintroducción de controles de aduanas y las nuevas formalidades fiscales», aseguró.

Controles

Las mercancías que circulan ahora libremente entre las islas Británicas y el continente deberán ser de nuevo objeto de controles en las fronteras.

La tarea se anuncia ingente, máxime cuando siete de los 10 principales socios económicos de Reino Unido en el mundo pertenecen a la UE.

Más de cuatro millones de vehículos circulan cada año entre el puerto británico de Douvres y el galo de Calais, es decir 11.000 diarios a través del Eurotunnel y de los transbordadores.

Las aduanas no controlarán todas las mercancías británicas, pero «no hay que descartar filas de espera a la salida del Eurotunnel y en los puertos», advirtió Moscovici.

«Prefiero controles rigurosos y algunas filas de camiones a una crisis sanitaria o un tráfico ilegal», precisó el responsable francés.

Formalidades

Las empresas europeas que hagan negocios con Reino Unido deberán cumplir formalidades aduaneras.

Según Moscovici, algunos países estiman que el número de declaraciones sobre exportaciones o importaciones aumentarán entre un 40% y un 50%.

«El nivel de preparación de las empresas es fundamental y, lamentablemente, todavía sigue siendo una fuente de inquietud», precisó.

Para el comisario, «la fluidez de los flujos comerciales dependerá en gran parte de la cuestión de saber si prepararon la buena documentación».

Aranceles

Reino Unido estará sujeto a los aranceles clásicos en virtud de las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), como cualquier país que comercia con la UE sin acuerdo comercial específico.

Esto tendrá consecuencias para la tesorería de las empresas europeas que importen productos británicos, ya que tendrán que pagar esos derechos de aduana.

Viajeros

Las maletas en los viajes procedentes de Reino Unido también serán objeto de controles en las aduanas. Y el transporte de algunos productos, especialmente los de origen animal como el queso, estarán prohibidos por motivos sanitarios.

«Esto afecta únicamente a los viajeros», apunta un alto funcionario europeo. Reino Unido debería formar parte de hecho de los países que pueden exportar estos productos en el marco de una relación comercial.

El transporte de dinero líquido estará limitado a 10.000 euros.

Irlanda

Londres y Bruselas deberán buscar cómo evitar la reintroducción de una frontera física en la isla de Irlanda, al tiempo que realizan los controles obligatorios.

Estos deberán realizarse de la «manera menos perturbadora posible y, en la medida de lo posible, lejos de la frontera», explicó Moscovici sin dar más detalles.

«Trabajamos estrecha e intensamente con Irlanda par encontrar un solución», agregó.

May en busca de Corbyn 

La primera ministra británica, Theresa May, y el líder opositor, el laborista Jeremy Corbyn, calificaron el miércoles de «constructivas» las negociaciones para intentar salir de la encerrona del Brexit.

«Las negociaciones han sido constructivas. Ambas partes han hecho gala de flexibilidad y se han comprometido a poner fin a la incertidumbre actual en torno al Brexit» declaró un portavoz de la dirigente conservadora, que precisó que hay un acuerdo para crear un programa de trabajo para «proteger el empleo y la seguridad» de los británicos. Del lado laborista también se tildaron de «constructivas» las conversaciones.

«No ha habido tanta evolución como esperaba» explicó sin embargo Corbyn, quien añadió que las discusiones continuarán el jueves.

Hasta ahora, el Parlamento de Westminster no ha aprobado ninguna de las opciones relativas al Brexit: tumbó tres veces el Tratado de Retirada firmado por May con los otros 27 líderes europeos y rechazó todas las alternativas presentadas por los diputados.

Reino Unido debería haber salido del bloque la semana pasada, pero ante el bloqueo la UE le concedió hasta el 12 de abril alcanzar una solución. La primera ministra anunció el martes que pretende pedir otra prórroga en la cumbre europea del día 10, pero si quiere que sea aceptada tiene que decir muy claramente para qué.

Sin argumentos para convencer a los más recalcitrantes euroescépticos dentro de su Partido Conservador, May optó finalmente por tender la mano a su enemigo jurado, una decisión que fue muy mal recibida por una parte de su formación.

El diputado conservador Jacob Rees-Mogg, líder el principal grupo euroescéptico en Parlamento, lamentó que se deje el futuro del Brexit en manos de Corbyn, «un marxista notorio».

Y dos secretarios de Estado dimitieron el miércoles. Chris Heaton-Harris, que estaba al cargo de los preparativos para una eventual salida sin acuerdo en el ministerio del Brexit, afirmó no poder «simplemente apoyar una nueva extensión». Anteriormente, Nigel Adams, secretario de Estado para Gales dijo en su carta de dimisión que May está cometiendo «un grave error».

Mientras tanto, un grupo de diputados encabezados por la laborista Yvette Cooper y el conservador Oliver Letwin siguieron adelante con sus planes y el miércoles lograron la aprobación, por 312 votos a favor y uno en contra, de una propuesta de ley por la cual el gobierno está obligado a pedir a la UE una prórroga para evitar una salida sin acuerdo, sea en nueve días o en cualquier otro momento.

El gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, advirtió que el riesgo de un Brexit sin acuerdo es «alarmantemente alto».

«Hacer concesiones»

Pese a la persistente incertidumbre, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, afirmó en Bruselas que la UE trabajará «hasta el último momento para evitar una falta de acuerdo» que, advirtió, reforzaría a «populistas y nacionalistas» y alegraría a quienes «quieren debilitar a su vez a la UE y (…) a Reino Unido».

También la canciller alemana, Angela Merkel, prometió luchar «hasta el último minuto del día para llegar a una salida ordenada», antes de viajar a Irlanda, país vecino de Reino Unido que sufriría con fuerza las consecuencias de un Brexit brutal.

El Partido Laborista de Corbyn ha defendido repetidas veces la necesidad de que, tras el Brexit, Reino Unido permanezca en una unión aduanera con la UE y respete buena parte de las reglas del mercado común europeo para proteger el comercio y los derechos de los trabajadores.

Una gran parte de conservadores -la primera ministra incluida- se oponen a estas dos opciones porque la primera imposibilitaría firmar acuerdos de libre comercio con terceros países y la segunda podría dificultar el poner límites a la llegada indiscriminada al país de ciudadanos europeos.

Si el intento de alcanzar un consenso con los laboristas fracasa, May ya anunció que prevé someter a votación del Parlamento «un cierto número de opciones para determinar el camino a seguir».

El ejercicio, no obstante, ya lo realizaron los diputados en los últimos días por su propia iniciativa y el resultado quedó lejos de solucionar la caótica situación: en dos ocasiones rechazaron todas las alternativas propuestas y la opción que estuvo más cerca de ser aprobada -con tres votos de diferencia- fue la propuesta laborista de una unión aduanera.