Un grupo de militares de Burkina Faso confirmó por televisión nacional el Golpe de Estado y aseguró que “las personas detenidas están en un lugar seguro”, informó el medio local Burkina24, poco antes de que el presidente, Roch Marc Christian Kaboré, llamara a través de su cuenta de Twitter y sin especificar su paradero, a los militares amotinados a deponer las armas e iniciar un diálogo.

Más de una docena de soldados amotinados declararon en la televisión estatal que una junta militar controla ahora el país, luego de que detuvieran al presidente elegido democráticamente tras un día de tiroteos en la capital, informó la cadena de noticias CNN.

El capitán Sidsore Kaber Ouedraogo dijo que el Movimiento Patriótico de Salvaguardia y Restauración trabajará para establecer un calendario “aceptable para todos” para la celebración de nuevas elecciones, sin dar más detalles.

El partido político gobernante de Burkina Faso, el Movimiento del Pueblo para el Progreso (MPP), advirtió que los soldados amotinados casi completaron un golpe militar en la nación de África occidental después de un intento fallido de asesinar a Kabore y tomar el control de las ondas de radio públicas, informó el medio local Burkina24.

No estaba claro quién controlaba el país, que alguna vez fue un bastión de la estabilidad en la región, pero que se vio acosado por una insurgencia islámica cada vez más profunda desde 2015 y que se agudizó en los últimos años.

«Nuestra Nación atraviesa momentos difíciles. En este preciso momento, debemos salvaguardar nuestros logros democráticos. Invito a los que han tomado las armas a que las depongan en los Intereses Superiores de la Nación. Es a través del diálogo y de la escucha que debemos resolver nuestras contradicciones», había tuiteado el mandatario burkinés.

El presidente de la Comisión de la Unión Africana (UA), Moussa Faki Mahamat, manifestó que «sigue con profunda preocupación» la «gravísima situación» en el país africano.

Asimismo, en un comunicado, pidió al Ejército burkinés y a las fuerzas de seguridad del país «cumplir estrictamente con su vocación republicana, que es la defensa de la seguridad interna y externa del país» y pidió «velar por la integridad física» del presidente de Burkina Faso y de todos los miembros del Gobierno.

Ayer, el motín de los militares comenzó a la 1 (22 horas en Argentina) en varios destacamentos de Burkina Faso para exigir la renuncia de los jefes del ejército así como «medios adecuados» para luchar contra los yihadistas, que actúan en el país desde 2015.

Automáticamente, el Gobierno de Burkina Faso rechazó los rumores sobre un golpe militar y decretó un toque de queda entre las 20.00 y las 5.30 horas (hora local).

Los amotinados aseguraron que no buscaban hacerse con el poder, sino que exigían más medios y el cese inmediato de la cúpula de la Agencia Nacional de Inteligencia por su incapacidad en la lucha contra los islamistas radicales que azotan desde hace años al país.

En ese contexto, fue liberado el general Gilbert Diendéré, exjefe de gabinete del expresidente Blaise Compaoré, condenado por un intento de golpe de Estado en 2015 y también procesado en relación con el asesinato del expresidente e icono revolucionario africano durante los años 80 Thomas Sankara.

El primer ministro burkinés, Lassina Zerbo, reconoció a principios de enero que el país atraviesa una situación de seguridad «extremadamente preocupante» y abogó por hacer de la «reconciliación nacional» uno de los ejes de acción para restaurar la paz y la seguridad, después de que esta inestabilidad haya dejado ya más de 1,5 millones de desplazados desde 2015.

El país africano experimentó un aumento significativo de los ataques desde el año 2015, obra tanto de la filial de Al Qaeda como de la de Estado Islámico en la región, que también contribuyeron a aumentar la violencia intercomunitaria y han hecho que florezcan los grupos de autodefensa.

Kaboré, en el poder desde 2015 y reelegido cinco años después con la promesa de convertir en prioridad la lucha contra los islamistas radicales, es cada vez más criticado por la población, cansada de la violencia yihadista y de su incapacidad para afrontarla.