Las convocatorias a manifestar en París el sábado proliferaban en las redes sociales y la mayoría dan cita en los Campos Elíseos, epicentro de las últimas manifestaciones que degeneraron en disturbios y enfrentamientos con la policía el fin de semana pasado.

El primer ministro, Édouard Philippe, reiteró el jueves un llamado a los «chalecos amarillos» de todo el país a no congregarse en París para manifestar. El objetivo no es «prohibirles que se expresen», pero «evitar que caigan en la trampa tendida por los alborotadores», dijo ante el Senado.

La presidencia dijo temer «una gran violencia» el sábado, similar a la que se produjo en París el 1 de diciembre y que dio lugar a imágenes espectaculares que dieron la vuelta al mundo con barricadas de fuego y saqueos de tiendas de lujo.

Frente a esta perspectiva, las autoridades anunciaron el despliegue de «recursos excepcionales» además de los 65.000 policías y miembros de las fuerzas del orden que estarán movilizados en todo el país.

El ministerio del Interior dijo que «constata una verdadera radicalización» de algunos «chalecos amarillos», sin contar que, según la misma fuente, están movilizados miembros de la ultraderecha y la ultraizquierda.

¿Efecto contagio?

Las protestas de los «chalecos amarillos», que expresan la cólera de los franceses que llegan con las justas a fin de mes, comenzaba a tener un efecto contagio y se expandía en otros sectores, principalmente entre los estudiantes.

Alrededor de 200 colegios de secundaria y escuelas, así como algunas universidades, estaban bloqueadas o afectadas en toda Francia el jueves, por cuarto día consecutivo. Los estudiantes protestan contra una reforma del bachillerato y el acceso a las universidades.

«Las situaciones son muy variadas, con bloqueos totales o parciales, barricadas para controlar el acceso, paletas quemadas», dijo a AFP un funcionario del ministerio de Educación.
Decenas de personas con máscaras que cubrían sus rostros lanzaron cócteles molotov, incendiaron contenedores de basura y se enfrentaron con la policía en varias ciudades del país.
Un total de 146 personas fueron detenidas por la mañana tras enfrentamientos frente a un establecimiento de secundaria en los suburbios de París.

Los bloqueos siguen siendo «minoritarios» pero están a menudo plagados de «mucha violencia», señaló el ministro de Educación Jean-Michel Blanquer.
El principal sindicato de agricultores anunció manifestaciones todos los días de la próxima semana y dos sindicatos de camioneros también convocaron una huelga indefinida desde el domingo por la noche.

Escuelas y museos cerrados

Un representante de los «chalecos amarillos», Benjamin Cauchy, pidió al presidente Emmanuel Macron reunirse con una delegación de este movimiento para «calmar» la situación, que según él, ha llevado al país «al borde de una guerra civil».

«Le pedimos que se reúna con nosotros para negociar sobre el poder adquisitivo, que es lo que sustenta toda esta ira», dijo Cauchy a la AFP.

Cuatro personas han muerto en relación a las protestas que comenzaron el 17 de noviembre y cientos han resultado heridas.
Macron, cuyo índice de aprobación ha caído a su peor nivel desde que llegó al poder en 2017 (23%), no se ha pronunciado públicamente sobre la peor crisis de su presidencia desde el sábado pasado.

Su gobierno anunció el miércoles por la noche que no aumentarán los impuestos a los combustibles en 2019. Este alza fue el detonante de las protestas del movimiento popular de los «chalecos amarillos» que nació en las redes sociales.

Pero a pesar de esta concesión, la cólera sigue «incontrolable», admitió Edouard Philippe.

«Macron pateó el hormiguero, la gente pensó que iba a cambiar las cosas y aumentar el poder adquisitivo, y pasó todo lo contrario», estima Joël, un jubilado de 66 años entrevistado por la AFP en un piquete cerca de Metz (este).

Varios museos cerca de los Campos Elíseos y Arco del Triunfo, que sufrió graves daños el sábado pasado, anunciaron que permanecerán cerrados el sábado. Algunas escuelas de la zona han suspendido también las clases ese día.

Asimismo, el partido de fútbol del París Saint-Germain contra el Montpellier, previsto para el sábado, también ha sido aplazado a petición de la policía de París.