Cuatro décadas después de que Estados Unidos lograra convertirse en una fuerza clave en Oriente Medio, Rusia recupera ahora su posición, consideró Chuck Freilich, columnista de NI.
Según el autor del artículo, el proceso de disminución parcial de la participación estadounidense en las complejas políticas de la región comenzó durante la Presidencia de Barack Obama y se intensificó en los últimos años con la Administración Trump. Si se mantiene esta tendencia, Rusia se convertirá pronto en el principal actor en la región, apuntó Freilich.

«La creciente influencia rusa se manifiesta en toda la región, desde Marruecos hasta Irán», subrayó el columnista.
Freilich consideró que tales cambios son el resultado de la combinación de una «hábil diplomacia», así como de la venta de armas y tecnología nuclear. Según las estimaciones citadas en el artículo, en el período entre 2000 y 2014 Rusia vendió cerca de 1,3 billones de dólares en armamento a los países del golfo Pérsico.

«Actualmente, los aliados de EEUU en la región se han mostrado reacios a la idea de continuar poniendo todo su destino y seguridad estratégicos en manos estadounidenses», agregó Freilich.

Para el experto, esta situación está, en gran medida, vinculada al legado de la Administración Obama. En Egipto, por ejemplo, el «insuficiente apoyo estadounidense» a Hosni Mubarak propició una mejora significativa de las relaciones del país con Rusia.

Freilich también destaca los cambios en las relaciones entre saudíes y estadounidenses. La antigua fórmula de proporcionar seguridad a cambio de suministro de petróleo, que por muchas décadas estuvo en vigor, ya no desempeña un papel importante en las relaciones entre Riad y Washington. La visita del rey de Arabia Saudí, Salman bin Abdulaziz Saud, a Rusia en 2017 permitió a los dos países llegar a importantes acuerdos acerca del suministro de sistemas de misiles tierra-aire S-400 y de la cooperación en el campo de la energía nuclear.

La situación en Siria también contribuyó en el aumento de la influencia Rusia en Oriente Medio, consideró Freilich.

«La implicación militar minimalista de Rusia en Siria, con solo dos escuadrones de cazas, ha sido notablemente exitosa», subrayó.
Asimismo, el autor destacó las claras perspectivas de una cooperación a largo plazo entre Moscú y Damasco, la cual permitiría que Rusia influya en una serie de problemas regionales, como la confrontación chií-suní, la guerra contra el ISIS —autodenominado Estado Islámico, organización terrorista proscrita en Rusia y otros países— y el conflicto entre Irán e Israel.

La retirada de EEUU del acuerdo nuclear con Irán ha hecho que las relaciones entre Moscú y Teherán sean aún más cercanas y aliadas, destacó el columnista.

Freilich puso de relieve que, incluso Turquía, considerado un baluarte de la OTAN en la región, aumenta cada vez más su cooperación con Rusia en el suministro de armas. Además, otros países de Oriente Medio, como Marruecos, Bahréin y Catar, también han mostrado interés en las armas rusas.

El autor comentó, además, el desarrollo de las relaciones ruso-israelíes. Y destacó precisamente que el primer ministro del país, Benjamin Netanyahu, ha visitado a Putin en Moscú nada menos que 10 veces en los últimos dos años.

El mundo diplomático, así como la naturaleza, no tolera el vacío, y Rusia ahora va ocupando el lugar de Estados Unidos, señala el columnista de NI. Al mismo tiempo, no consideró que este proceso sea irreversible. Las autoridades estadounidenses pueden revertir la tendencia, pero para eso deben elaborar una estrategia clara para Siria, determinar la política hacia Irán y mantener cuidadosamente una estrecha alianza con Israel, contribuyendo a la solución de la cuestión palestina tanto como sea posible.