Este domingo Berlín amaneció dividida. Por un lado unos 5.000 militantes del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) salieron a marchar en contra de la política de refugiados de la canciller Angela Merkel y del islam; pero en rechazo a ellos, más de 25.000 personas salieron a las calles bajo el lema «No al odio».

La marcha de AfD, la tercera fuerza política alemana, arrancó con una concentración en la Washingtonplatz, al frente de la estación central de Berlín, con seguidores con banderas alemanas y pancartas contra a Merkel, el Islam, los refugiados y la política de fronteras abiertas.

«Que arresten a Merkel», decían algunos carteles y otras consignan aseguraban que «el Islam no pertenece a Alemania».

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«El imperio del Islam en Alemania no es otra cosa que el imperio del mal», vociferó la diputada y miembro de la cúpula del AfD, Beatrix von Storch, en un discurso en el que también atacó al futbolista de origen turco, Mesut Özil, que juega en la selección alemana y fue campeón del mundo en Brasil 2014.

«A pesar de su origen alemán no es alemán», remarcó la ultraderechista.

La protesta de este partido, que se convirtió en la tercera fuerza política del país en las elecciones de septiembre, por detrás de los conservadores de Merkel y los socialdemócratas, gracias a un discurso xenófobo y antiinmigración, tuvo lugar en medio de un gran despliegue policial con cerca de 2.000 agentes.

De origen euroescéptico, xenófobo y con tendencias antisemitas, AfD tiene 92 bancas en el Bundestag (cámara baja), lo que le convierte en el grupo mayoritario de la oposición.

Sus presidentes, Jörg Meuthen y Alexander Gauland, también hablaron en la Puerta de Brandeburgo. Meuthen calificó a Merkel como «la suma sacerdotisa del cinismo del poder» que con su política de refugiados «regaló literalmente Alemania», en relación a los cerca de 900.000 solicitantes de asilo en el país.

Mientras que Gauland acusó a los partidos tradicionales de «amar» a los extranjeros en lugar de a los alemanes.

La respuesta

La manifestación tuvo un fuerte contrapeso social y político. Al mismo tiempo, unas 25.000 personas se dieron cita en las puertas del Parlamento alemán. También una veintena de barcos en el río Spree, que separa la estación del distrito gubernamental, llegaron a la ciudad para mostrar su rechazo a los ultraderechistas.

Además de las organizaciones sociales reunidas, un grupo de discotecas berlinesas organizó un desfile de 30 vehículos con potentes parlantes para evitar que se oyeran los discursos de los políticos de AfD a lo largo de la famosa calle 17 de junio, que atraviesa el Tiergarten y que acaba en la Puerta de Brandeburgo. Solo en este tramo los organizadores hablaron de 10.000 participantes, informó la agencia de noticias DPA.

Bajo el lema «No al odio», las diversas contramarchas buscaron silenciar las proclamas de los ultraderechistas con música electrónica y mostrar así otra Alemania, alejada del mensaje xenófobo y antiislamista.

Los contramanifestantes tomaron distintos puntos de la ciudad instando a que el «Racismo no es una alternativa» y pidiendo «Nunca más», en cambio quisieron visibilizar el carácter abierto y multicultural que caracteriza a Berlín.