El hombre nominado por Donald Trump para ser el próximo presidente del banco Interamericano de Desarrollo (BID), Mauricio Claver-Carone, es cofundador de uno de los grupos lobbistas más importantes que piden un cambio de régimen político en Cuba, se sumó al gobierno antes de la asunción con el equipo de transición y es su hombre de confianza para los temas vinculados con América Latina.

«La región tiene una Venezuela y una Cuba, pero también tiene una mayoría abrumadora de países que son democráticos. La manera de evitar repetir lo que pasó en Venezuela es asegurarse de que haya crecimiento económico», sostuvo Claver Carone en una reciente entrevista con el diario The Miami Herald al explicar cuáles serán sus objetivos al frente del BID.

El impulso de esta candidatura por parte del gobierno norteamericano viola un acuerdo extraoficial de larga data en la región, el cual tácitamente establecía que el presidente del BID debía un iberoamericano y un estadounidense ocuparía el segundo puesto.

Si bien en algunos medios se ha señalado que se llegó a esa instancia por la “falta de consenso” entre países como Argentina o Brasil (de malos vínculos diplomáticos hoy) minó la posibilidad de un presidente iberoamericano, lo cierto es que también puede haber pesado en la decisión de Trump que Claver-Carone satisface plenamente la condición de marchar contra China, en especial ante su avance en la región.

En enero pasado, luego del golpe de Estado contra Evo Morales en noviembre de 2019, que Claver-Carone festejó, hizo una gira por Bolivia, Perú y Ecuador, donde declaró que esos tres países “han tenido una relación comercial antinatural con China y sería bueno que fortalecieran sus nexos con Estados Unidos”.

En la misma línea consideró que sería provechoso que la producción de esos países fuese a Estados Unidos en lugar de ir a China ya que ese país quiere fomentar valores tales como “libre mercado, derechos humanos y democracia”, al tiempo que “China fomenta la dependencia, el endeudamiento y la corrupción”, según le dijo a la agencia EFE en ese entonces, sin morderse la lengua.

El actual asesor de seguridad presidencial para América Latina es un abogado de 44 años, nació en Miami en una familia cubana y desde joven ha sido un férreo activista anticastrista.

Cuando Trump ganó las elecciones en 2016, su nombre ya era conocido entre un sector importante de los republicanos, especialmente en Washington, en donde leían su popular blog.

Esto permitió que se sumará al nuevo oficialismo aún antes de la asunción, dentro del equipo de transición en el Departamento del Tesoro, y desde entonces no paró de crecer dentro del gobierno.

Primero estuvo en la oficina del Departamento del Tesoro que rastrea transacciones internacionales para ejecutar las sanciones económicas que Estados Unidos pone a gobiernos y funcionarios en el mundo, después fue el representante del gobierno ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) y, finalmente, en 2018 fue designado como asesor presidencial para América Latina.

Mal antecedente para Argentina

Los principales medios estadounidenses lo señalan como uno de los mayores defensores de la política de presión -sanciones económicas, imputaciones penales y apoyo a un gobierno opositor paralelo- contra el presidente venezolano Nicolás Maduro.

Como hombre de Trump para la región, Claver-Carone recorrió el continente y estableció relaciones y contactos, que hoy están demostrando ser beneficiosos para su candidatura al BID.

En Argentina, el gobierno lo recuerda especialmente por el desplante diplomático que protagonizó el día de la asunción presidencial de Alberto Fernández, en diciembre pasado.

Enviado por Trump para la toma de posesión, Claver-Carone se retiró sorpresivamente en medio de la ceremonia en honor de los dignatarios extranjeros.

Más tarde explicó que fue porque allí también se encontraba el ministro de Comunicación de Venezuela y uno de los funcionarios de Maduro sancionado por Washington, Jorge Rodríguez.

Claver-Carone volvió a Estados Unidos de inmediato y, al día siguiente, según contó luego el canciller Felipe Solá, hubo una reunión con el embajador y el subsecretario del Departamento de Estado para la región, en el que ambas partes buscaron bajar la tensión bilateral.

Lejos de esta diplomacia más sutil, Claver volvió a escalar la confrontación con el gobierno argentino en una conferencia de prensa posterior.

«Queremos saber si Alberto Fernández va a ser un abogado de la democracia en la región o apologista de las dictaduras y caudillos de la región, sean (Nicolás) Maduro, (Rafael) Correa o (Evo) Morales», sostuvo y criticó la decisión del gobierno argentino de recibir al derrocado mandatario boliviano.