En épocas donde la juventud eterna y la belleza parecen ser los únicos valores, las intervenciones estéticas están a la orden del día y en pleno crecimiento, pero existen muchos límites éticos y médicos a la hora de decidir intervenir o no estéticamente a un paciente.

En ese sentido, el problema que se le presenta a muchos cirujanos son las razones que llevan al paciente al consultorio: por ejemplo, si alguien quiere operarse para parecerse a tal o cual famoso, ¿hay que hacerlo sin preguntarle nada? Si la persona que entra al consultorio está visiblemente deprimida, ¿deben evitarse las indagaciones por parte del profesional?

«Para operarse hay que estar 100 por ciento convencidos, porque en muchos casos los resultados son para toda la vida», afirmó Guillermo Galgano, especialista en cirugía estética.

Entre las razones que pueden dificultar o hacer imposible una cirugía están las «médicas» y las «psicológicas».

En el primer grupo se encuentran las personas que no hayan dado resultados satisfactorios ante un examen prequirúrgico exhaustivo, que consta de un hemograma completo, coagulograma completo y un electrocardiograma con riesgo quirúrgico, donde el profesional especializado debe hacer preguntas para medir el riesgo del paciente para someterse a dicha intervención.

El riesgo puede ir desde el habitual hasta el riesgo moderado o alto, donde la conducta adecuada es primero tratar la patología que lo este afectando, y luego de controlarla, realizar la intervención estética.

Para las causas «psicológicas», Galgano indicó que «una cirugía no es algo que debe decidirse de un día para otro, ni tampoco debería ser un medio para conseguir algo, como una pareja, por ejemplo».

También hay que hacer evaluaciones del tipo emocional e informar muy bien acerca de los resultados esperables, de los posibles dolores, de los tiempos del post operatorio y de las cosas que se van a poder realizar o no después de la intervención (ya sea ir al gimnasio, tomar sol, etc.).

Sin embargo, hay casos en los cuales aún brindando toda la información necesaria los resultados no son los esperados.

Este es el caso, por ejemplo, de los pacientes que jamás quedan satisfechos y terminan volviéndose adictos a las cirugías.

«Para no llegar a ese tipo de casos lo mejor es mostrar fotos del antes y el después, siendo bien específico acerca de cuáles serán los resultados reales que obtendrán luego de la cirugía», explicó el profesional.

Además, el cirujano aclaró que «sin embargo, si el problema de la disconformidad se vuelve crónico, lo mejor es recomendar una consulta con otro  profesional».

Preguntas para el cirujano

Así como el profesional tiene que estar seguro de que el paciente está en condiciones físicas y emocionales de operarse, el paciente no debe tener dudas de que ese es el profesional adecuado para atenderlo.

Por eso conviene saber:

1) ¿Es un sanatorio habilitado para esa intervención?

2) ¿Es especialista en cirugía estética, plástica o reparadora?

3) ¿Pertenece a alguna Sociedad profesional provincial, nacional o internacional que avale sus títulos?

4) ¿Puede mostrar resultados de la misma intervención que ya haya realizado?

5) ¿Trabaja con implantes o con materiales de primera calidad?

6) ¿Hay otras alternativas para conseguir lo que quiero que no sean operándome?

7) Si hubiera alguna complicación, ¿existen los medios adecuados y a mano para solucionarla rápidamente?

«Respecto del primer punto, vale aclarar que las intervenciones no deben realizarse bajo ningún aspecto –ni las mínimamente invasivas- en un Consultorio», observó Galgano.

Por otra parte, respecto del tercer punto, la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora (SACPER) –y otras Sociedades prestigiosas- poseen en sus páginas web el listado de profesionales que son miembros.

Señales de alerta

Aunque no es taxativo se sugiere prender las luces de alerta cuando:

1) El cirujano promociona más sus precios que sus resultados.

2) Contesta con evasivas algunas de las preguntas que se sugieren en el apartado anterior.

3) Tiene precios mucho más bajos que los de otros profesionales.

4) No exige estudios previos de ningún tipo.

5) Dice que hará cualquier cosa que el paciente le pida.

6) Promete resultados desproporcionados y «maravillosos».

7) No informa sobre los riesgos posibles.

8) No cuenta con una dirección estable y reconocida.

9) Su lugar de trabajo es sucio.

10) Ofrece realizar «combos» de varias cirugías a la vez.