Un «mapa secreto» de Tierra Media, con anotaciones de puño y letra del propio J.R.R Tolkien, fue descubierto en una edición de «El Señor de los Anillos»‘ que perteneció a la ilustradora Pauline Baynes y que terminó en manos de Blackwell’s Rare Books, una institución que se dedica a la compra y venta de libros de colección.

El documento perteneció a la ilustradora Baynes (1922-2008), quien arrancó el dibujo de un libro para trabajar en sus propio dibujo, que saldría finalmente publicado en una edición de 1970. Para llevar a cabo su trabajo, contó con la colaboración del propio Tolkien, que dejó escritas varias anotaciones en tinta verde y lápiz.

Según informó The Guardian y otros medios, el hallazgo del «mapa secreto» ofrece una visión de primera mano sobre el punto de vista del autor y sus referencias e inspiraciones a la hora de crear sus localizaciones fantásticas.

Por ejemplo, de la ciudad de Hobbiton, Tolkien comenta que «se supone que se encuentra aproximadamente en la latitud de Oxford». Asimismo, se desprende que Rávena, en Italia, pudo servir de inspiración para la ciudad de Minas Tirith («ciudad blanca» y fortificada en siete niveles). Belgrado, Chipre y Jerusalén aparecen como otros puntos de referencia.

Para Blackwell’s Rare Books, la actual propietaria del mapa hasta su subasta – el precio de salida supera las 60 mil libras- el documento hallado es sin dudas «la pieza más importante relacionada con Tolkien que ha aparecido, por lo menos, en los últimos veinte años».

Sian Wainwright, especialista de Blackwells, aseguró que «el mapa muestra la naturaleza de la visión creativa de Tolkien» y refleja también «la obesión por detalle del escritor, indicando hasta la mínima corrección a su ilustradora».

En este sentido, la correspondencia entre Tolkien y Baynes (así como el diario de la ilustradora) sirvió para demostrar la tensión en la relación creativa entre ambos. Incluso en una entrevista en 1969, Baynes, quien dibujó además de los mapas las tapas de la primera edición de la trilogía, criticaba el espíritu «poco colaborativo» del escritor británico.

Por eso, Henry Gott, especialista en primeras ediciones modernas de Blackwells, destacó que si bien «sabíamos de la existencia del mapa por la correspondencia entre ambos, por fin tenemos constancia del celo excesivo que puso Tolkien a la hora de trasladar su visión a los mapas».