El reconocimiento facial significó una revolución tecnológica que se utiliza para desbloquear celulares y para utilizar divertidos filtros que producen cambios en los rostros. Sin embargo, muchos expertos advirtieron los riesgos de este sistema.

El reconocimiento facial provoca polémica debido a sus implicaciones éticas y legales, ya que hay quienes apuntan que los derechos humanos y la privacidad son las principales víctimas de este sistema, donde se sacrifica privacidad y libertades a cambio de aumentar la seguridad.

Para funcionar, el reconocimiento facial sólo necesita una cámara precisa y un software que, mediante algoritmos, es capaz de reconocer patrones en las facciones de la cara. Una imagen bidimensional o tridimensional crea una matriz de similitudes, un patrón que cotejar con una base de datos de cientos de miles de fotos. Aunque está en pleno desarrollo, ofrece ya mejores resultados que la biométrica por huella dactilar.

Países como China e Inglaterra utilizan este mecanismo en cámaras de seguridad, para poder identificar a una persona entre miles. Mientras tanto, otras naciones como Estados Unidos, Alemania y Francia prohibieron el uso del reconocimiento facial para este fin.

¿Cómo funciona el reconocimiento facial?

Todavía no existe una aplicación que reconozca o identifique en una imagen a una persona. Para un software que no esté entrenado, una imagen facial sólo es un puñado de píxeles que convierte en valores numéricos. A partir de aquí puede comenzar a identificar patrones que corresponden a rasgos faciales, cuencas oculares, narices, mandíbulas o mentones.

La forma que tiene el software de identificar una cara en concreto es a través de un conjunto de referencias o puntos concretos, cuya distancia entre ellos y configuración son distintos para cada persona, confiriendo patrones únicos como una huella digital.

El software sólo puede reconocer una cara cuando está de frente, pero esto se puede entrenar. Si se toman datos de esa misma persona de perfil, el programa puede aprender a ajustar las imágenes faciales que están orientadas de manera diferente.

Un rasgo muy humano de esta tecnología es que, como todos, tiene sus preferencias. El reconocimiento facial siente debilidad por los hombres blancos, funciona mejor a la hora de reconocer patrones en este tipo de cara debido a la base de datos con la que se ha entrenado.

De esta forma, si bien el reconocimiento facial puede ahorrarnos milésimas de segundos en desbloquear un móvil o permitirnos pasar momentos divertidos probando filtros de Instagram, también puede tener usos no tan gratos relacionados a la seguridad y a la invasión de la privacidad.