La injerencia de las jerarquías católicas en el destino de muchas de las políticas de Estado es innegable. Su concreta postura antiderecho, la ha encontrado en oposición a la abolición de la esclavitud en 1853, el matrimonio civil (1888), el voto femenino (1947), el divorcio (1987) y el matrimonio igualitario (2010), además del aborto. Cabe destacar que recién en la Constitución de 1994, se pudo eliminar el requisito que establecía que el presidente argentino debía profesar la religión católica.

Para apostatar, en el pasado, se debía recurrir a un artículo del Código de Derecho Canónico, una suerte de Código Civil eclesiástico. Aunque el apóstata no lo reconociera como una legislación válida, debía invocarlo si deseaba darse de baja. Hoy, la ley de Hábeas Data, protege los datos de instituciones como la Iglesia Católica, por lo que se puede solicitar que se dé de baja sin aparentes contradicciones.

Las razones por las que una persona querría apostatar son de lo más variadas. Dado que la Iglesia Católica cuenta como católico a todo bautizado, hay ateos que sienten que es su obligación darse de baja sólo para mantener una coherencia. También hay quien lo realiza por no estar de acuerdo con las doctrinas de la Iglesia aún cuando cree en Dios, entonces, este paso suele tener diferentes vertientes.

Para la Iglesia Católica todo bautizado es católico y está de acuerdo con sus doctrinas, por lo tanto, utiliza la cifra de bautizados (muy alta, ya que el bautismo se transformó en una cuestión cultural) para imponer sus puntos de vista en la legislación y de esta manera abrazar ciertos privilegios.

La institución argumenta que casi el 90% del país es católico (boletín AICA Nº 2500) e indirectamente apoya sus doctrinas. Es decir, se erigen en la voz del pueblo que fue bautizado. La realidad indica que el 90% ha recibido este sacramento, pero ni siquiera la totalidad del pequeño porcentaje de practicantes está de acuerdo con sus doctrinas (encuesta CONICET).

¿Por qué apostatar?

En una sociedad como la nuestra, cualquier institución con una gran representatividad tiene más fácil el acceso a niveles altos de decisión y un mayor poder de negociación. De esto parece desprenderse la necesidad de tener información confiable sobre la cantidad de personas que tal corporación dice representar, y por otro lado procedimientos claros que permitan a las personas adherir a la misma y dejar de hacerlo en caso de que así lo deseen.

Si bien no está absolutamente claro cómo se determina la cantidad de fieles católicos, cada tanto se brindan indicios de que sería a partir del número de bautismos que registran en sus libros.  Por ejemplo en 2007 cuando se anunció que la cantidad de musulmanes en el mundo superó a la de católicos, el Secretario del Pontifico Consejo para el diálogo interreligioso, Felix Machado, afirmó en el diario La Prensa que «la Iglesia católica sí puede contar con datos precisos y sin márgenes de error porque en cada parroquia, incluso la más pequeña o en cualquier lugar perdido del mundo, existe un acta de los bautizados».

El Arzobispado de Buenos Aires afirma que «entre 1993 y 1997 aumentaron un 10 por ciento la cantidad de bautismos, primeras comuniones y confirmaciones». Por otro lado, según apologetica.org, «ocho de cada diez latinoamericanos están bautizados. En ambos casos, la noticia no es simplemente el número de bautismos, sino que a partir de estos datos el texto intenta deducir la cantidad o el incremento de fieles.

Un camino que se inició tiempo atrás

En nuestra ciudad y través de diferentes campañas que persiguen la separación de la Iglesia del Estado, se han iniciado una serie de actividades concernientes a esto. La apostasía colectiva es una de ellas, “esto se origina en España, para luego llegar a Buenos Aires y esparcirse por todo el país”, cuenta Iván, integrante de Apostasía Colectiva Rosario.

“El interés por esto tuvo un importante repunte cuando se sucedió el debate por el matrimonio igualitario. Luego se estancó, para reavivarse nuevamente con la lucha por la legalización del aborto”, sostuvo.

En Rosario el número de interesados ha superado ampliamente las expectativas, “en la última campaña estuvimos cerca de las 300 apostasías. Si bien la acción de apostatar también se da de manera individual, por ejemplo para cambiar de religión, lo que perseguimos con lo colectivo, es que se transforme en un hecho político”, agregó.

Para llevar adelante esta movida, el lugar elegido fue la Plaza Pringles. “A diferencia de otros años que debíamos explicar de qué se trataba todo esto, en esta oportunidad hemos notado que la gente estaba informada, y muchas de ellas traían consigo los papeles requeridos”.

Sobre los requisitos para poder apostatar, Iván añadió: “Junto a la carta que pueden elaborar bajando el modelo desde internet, se debe adjuntar fotocopia de la misma y del DNI. Cabe destacar que últimamente el arzobispado otorga las respuestas vía correo electrónico”, concluyó.

Debido a la gran demanda, a la brevedad se publicará en el facebook de Apostasía Colectiva Rosario una nueva fecha para realizar el trámite.