Por Marina Vidal

La pérdida de un ser querido deja inevitablemente un vacío y un duelo por delante. Ahora, si ese ser es un hijo, el sentimiento no tiene definición, ni adjetivos que lo califiquen. Graciela Spurio, mamá de Virginia Fidelli y directora de la fundación que lleva su nombre, dialogó con Conclusión y relató cómo siguió viviendo luego que su hija, de 26 años, falleciera de cáncer. Además, contó que desde la organización acompañan a madres de chicos que padecen enfermedades terminales y compartió las maneras que se puede colaborar con la fundación.

“La fundación nace como el gesto más egoísta de mi parte, a través de lo que yo sentí en esos diez meses que Virginia estuvo enferma, de lo que uno sufre como mamá y de lo sola que me sentí en ese momento. Me salva la vida el gesto más egoísta que se me podía cruzar por la cabeza, que era acompañar a los demás que sufren lo mismo, para que no les pasara lo que a mí”, comenzó relatando Graciela.

Desde 2011, el objetivo de la fundación es acompañar, contener y ayudar a los familiares de pacientes en situaciones de riesgo de vida y/o enfermedades de jerarquía, mediante la palabra, el gesto, la caricia, un juguete o elementos básicos que hacen al devenir cotidiano. Facilitando en todos los aspectos posibles el duro camino que debe atravesar en ese momento. Y complementariamente realizar tareas solidarias dirigidas a la comunidad en general.

“Yo sentía una desazón tan grande, me sentía tan devastada que no sabía a quién recurrir. Veía que el mundo seguía su vida y a mí se me estaba muriendo mi hija”

«De la muerte de un hijo uno nunca se recupera”

Ante la inevitable pregunta del ¿cómo se sigue viviendo?, Graciela manifestó que el duelo es interminable. “De la muerte de un hijo uno nunca se recupera”, enfatizó. “No entiendo cuando la gente dice ‘lo superé’, no entiendo lo que quiere decir eso. Se sigue viviendo, es otra vida totalmente distinta, pero no se supera nunca. Este nacimiento de la fundación, nace en pleno duelo, porque comenzó antes de los seis meses de la desaparición de Gini (Virginia)”, recordó la directora de la fundación.

Y  agregó: “En pleno duelo, mi dolor, atravesar ese vía crucis que era la enfermedad de mi hija me hizo pensar lo que sufrían las mamás que pasaban por lo mismo, no hay nada en el mundo, peor, que ir viendo como tu hijo se muere, y que no podés hacer nada más que acompañar esa situación. Ahí nació la fundación”.

Graciela sintió que iba a ser muy bueno acompañar a otras mamás que estaban sintiendo ese “miedo que se siente, esa soledad de saber que tu hijo tiene una enfermedad terminal”. A ella, ya le había pasado y no había nada que hacer con ese hecho que estaba consumado.

Luego, comenzaron a surgir ideas lindas dentro de todo lo doloroso que pasa alrededor de la gente que conforma la fundación. Entonces, se propusieron realizar distintas actividades donde la gente pueda colaborar.

“Muchas veces, y sobre todo cuando se hizo conocido por Tinelli (ver la historia en la página de la fundación), la gente me pregunta en qué puede colaborar; en realidad esto es muy personal, y para crecer, se necesita dinero (para pagar a psicólogos, acompañantes terapéuticos, etcétera), es algo que se hace por amor y desde el amor, nada más. Si alguien está sufriendo lo que sufrí yo, no puedo más que abrazarla, escucharla, entender lo que me está diciendo porque es lo mismo que yo sentí”, resumió Graciela.

Al ser consultada sobre qué se le dice a una mamá que está pasando por lo mismo, Spurio respondió: “La palabra ante esa mamá no es de esperanza, sino que son intentos para que acompañe a su hijo/a en el pasó hacia donde quiera llamarlo de acuerdo a su creencia; la vida eterna, el  cielo, el más allá. Que puedan traspasar ese momento con la mayor paz posible, que rodeen a ese hijo/a de todo el amor que tengan para darle, porque ese es momento, y tienen que aprovechar ese tiempo porque si no se lo dan en ese tiempo, no se lo van a poder dar más”.

La mamá de Virginia considera que a su hija le tocó ese destino, para que ella empiece a hacer lo que hace, porque si no piensa así, “no le encuentra una lógica a lo ocurrido, una chica que desbordaba vida, y a que a los 26 años se enfermó de esa manera tan inesperada”. “Creo que toda la fuerza me la da Gini y ante los agradecimientos de otras personas pienso que es ella, la que me está diciendo ‘Bien má’”, recordó.

“Era mucho más fácil no encontrar otra forma de vida para luchar con este dolor»

«Yo muchas veces me encuentro con personas que dicen ‘viste fulana que se le murió el hijo se dedicó a la bebida’ o ‘viste que fulanita se suicidó’ y yo contesto: Y sí. La realidad es durísima y empieza cuando tu hijo muere hasta el día que uno se muere. Esto me acompañó esta mañana cuando me levante, ahora y para siempre. Lo real es que ella no está más, y a mis 51 años tuve que empezar una vida nueva para saber qué es lo que hacía para no perjudicar la vida de mi otra hija Corina”.

Fundación

La fundación Virginia Fidelli está conformada por once personas: Graciela es la directora, Corina la vicedirectora, Viviana Rojo tesorera y ocho chicos que rondan los 30 años. “Los jóvenes que están en la comisión son los que le dan vida, energía, empuje y garra a la fundación y le ponen la fuerza que yo ya no tengo”.

Entre las actividades que organiza la fundación cada año, se encuentra el festejo del Día del Niño. “Un año festejamos el día del Niño en Chaco, otro en Formosa, de los cuales yo no participé personalmente pero estaba conectada permanentemente. Es tan lindo lo que ocurre -resaltó Graciela- esos nenes, no tiene nada, te lo agradece de una manera tan especial, que a veces no tocan lo que les llevas de regalo por respeto. El festejo arrancaba cuando empezábamos a inflar globos; parece mentira pero les llevábamos un montón de regalos pero parecía bastar con los globos”.

El año pasado Graciela decidió participar y junto a una mamá de Posadas (que se había puesto en contacto con ella y había perdido a su hija), organizaron el festejo allí, en homenaje a la hija de esta mamá de Misiones.

El Ginimóvil

Todos los años, la fundación entrega una biblioteca móvil, denominado por la gente “El Ginimóvil”, a distintos hospitales, hogares, sanatorios, entre otros. Este dispositivo viaja repleto de libros, cuentos, pinturitas, fibras, juegos de mesa y todo lo que pueda entretener a un niño que está internado. “Esa es una forma de colaborar, donando cuentos, libros para colorear, pinturitas, goma de pegar, fibras, juegos de mesa sin uso. Aquella persona que le interese puede comprar aunque sea una sola cosa pero nueva”, describió Graciela.

Campaña día del Niño 2016

10011466_549398285178668_8934286250057605019_nGraciela está preparando junto a cuatro mamás de Santa Fe el próximo día del niño en esa ciudad. En relación a esto último, cabe aclarar que mantener una fundación es muy costoso; “y nosotros no tenemos dinero”. “En 2012 creamos una tacita blanca con un elefante celeste que es el símbolo de la fundación, la cual se vende en 17  locales de Rosario. Todos los gastos que tenemos se pagan con lo recaudado con las tacitas; los traslados, la construcción del Ginimóvil, trámites legales…”. (Para saber dónde comprar la  tacita abrir la foto que acompaña la nota).

Un deseo

“La verdad que desearía que la Fundación pueda tener un espacio físico propio para trabajar (ya que no lo tiene). Quizá, aparece alguien que pueda ceder un lugar para poder llevar adelante más tareas, recibir las donaciones del día del niño, y así poder ayudar a más personas que están pasando por la difícil situación que pasé yo”.

Un mensaje

“Para las mamás que les tocó vivir la muerte de un hijo, decirles que esto no tiene comparación con otra cosa, que es durísimo y no hay dolor más grande que esa pérdida, pero, que piensen en sus otros hijos, o su familia que las quiere, y encontrar la manera de seguir adelante, por y para esa gente que quedó, sobre todo si se trata de otro hijo. El dolor no se va nunca y es una cruz que uno carga cada día que se levanta, pero hay que intentar llevarlo lo mejor posible por la gente que nos rodea. En mi caso personal, me levanto por mi hija Corina, y trato de encontrarle un motivo a ese día para sonreírme”, manifestó Graciela.

Para la sociedad, su mensaje es que “no dejen sola a esa mamá que perdió un hijo”. “Me pasa que todavía hay gente que me cruza en la calle y hace la que no me ve; porque no saben que decirme, pero en realidad, hubiese sido mucho más fácil, sobre todo hace cinco años cuando ocurrió lo de Virginia, que se acerquen, me abracen y me digan ‘no sé qué decirte’ y listo. Además no le impidan que hable de su hijo; el hijo que se murió no es pasado, sigue presente en nosotros, tanto como  los que siguen vivos”, cerró.