La ONG Mujeres tras las rejas y la asociación civil Pensamiento Penal se unieron para seguir trabajando por la visibilización de lo que sufren a diario las personas privadas de la libertad, y así sensibilizar a la sociedad respecto de la cruenta situación carcelaria, promoviendo la construcción del concepto de ciudadanía.

En ese sentido, avanzaron con la adquisición de un espacio en común, «una patriada en tiempos de pandemia» que funcione como herramienta de contención, acompañamiento, escucha psicológica y sostén, para familiares de personas que atraviesan desde hace ya tiempo el «encierro», en este momento de tantas dificultades sociales.

El trabajo de Mujeres tras las rejas comenzó hace 15 años; durante este proceso se fueron sumando actores referentes de la cultura y profesionales de la contención emocional, con el fin de consolidar un colectivo que bregue por el respeto de los derechos humanos y el cuidado activo de los familiares, que acompañan desde «afuera».

Para adentrarse en su visión, Conclusión pudo dialogar con los referentes de este nuevo equipo interdisciplinario, que tiene como objetivo brindar herramientas a las familias de los presos.

Graciela Rojas, actual tesorera y fundadora de la ONG Mujeres tras las rejas, celebra la unión con Pensamiento Penal para abordar esta tarea social de grandes exigencias y suma responsabilidad.

«Salir a abordar la realidad de las mujeres presas y su entorno, ese es el objetivo con el que vamos a trabajar acá; con esas mujeres que sostienen a las mujeres en el encierro carcelario, que son las hermanas, las madres, las amigas, las cuñadas, las suegras. A esas mujeres nos vamos a referir», apuntó la referente de la organización civil.

Rojas mencionó que con esta labora conjunta, van a «trabajar con las mujeres que visitan a los presos, que necesitan apoyatura, sostén, contención, capacitación, hasta escucha psicológica y ese es el objetivo con el que nosotros tratamos de llegar en este momento con tantas dificultades sociales».

Consultada sobre la necesidad de estar presente en este momento tan complejo de salud que atraviesa a la humanidad, la responsable de las cuentas de la ONG dijo que «el contexto de encierro profundiza todas las carencias. No es que antes no las tuvieran».

«El sistema punitivo toma especialmente camina por las zonas vulnerables y por ese espacio es donde captura a aquellas personas que trasgreden la ley penal. Estas mujeres que no han tenido acceso a la educación, a la vivienda, a la parentalidad, a las capacitaciones, que han sido violentadas constantemente», profundizó.

Desde la óptica de la ONG, mantienen dos lineamientos fundamentales para la organización del trabajo que llevan adelante. «Nosotros tenemos dos cosas como lineamiento en Mujeres tras las rejas. En primer lugar no caminamos por las causas. En segundo lugar no caminamos por los resultados. Trabajamos con las personas, extendemos los brazos, la escucha y todo lo que podemos hacer en este encuentro, porque nosotros sabemos que no le vamos a resolver la vida a nadie. Solo somos un puente entre adentro y afuera», explicó Rojas.

Y remarcó que «la construcción de ciudadanía es un proceso y lo que pasa con las mujeres presas es que nunca fueron portadoras de derechos y esto es lo que nosotros trabajamos. En realidad el hilo conductor es la construcción de ciudadanía, el ejercicio de derechos. Sabemos que los derechos están, pero mientras no se ejerzan no hay resultados».

Desde esta nueva conformación se apunta trabajar en «el ejercicio de derechos, en la construcción ciudadana de las mujeres, que ahora lo extendemos hacia afuera con aquellas personas que las sostienen».

«Estas mujeres son vapuleadas por efector público, por la escuela, en los centros de salud, la justicia, los defensores, niñez. Queremos fortalecer a ese grupo dándole herramientas de como presentarse, de cómo hacer notas, de cómo construir un reclamo, aparte de otras capacitaciones que estamos pensando», contextualizó.

Por su parte, la psicóloga Laura Peretti, especialista en acompañamiento de personas en contexto de encierro, recalcó la importancia de este nuevo curso ya que se trata de «intervenciones culturales, lo que es una apuesta a escuchar las diversidades en ese contexto y como a través del arte hay algo del sufrimiento que la misma condición produce, que se puede transformar o se puede potenciar hacia otros destinos».

Música para sobrevivir

Unos de los participantes de esta nueva confluencia de disciplinas, que intentan ser un puente en esta realidad de vida, es Choza Salanitro, quien pertenece al colectivo artístico social llamado Canción Urgente y es docente de música.

En un trabajo mancomunado con la Facultad de Psicología, apoyado por la Secretaría de Extensión, Salanitro junto a un grupo de artistas musicales de la ciudad, aportan desde su sensibilidad expresiva, una cuota de proyección cultural sumamente necesaria para hacer mas llevadero la realidad de muchos internos de las unidades penales.

«El trabajo en la Unidad Penitenciaria 6 y este año con el sindicato de Músico, hacemos un post penitenciario con la banda que estamos armando que se llama Los Propios con talleristas como Pablo Pino, Euge Cravioto, Flor Crocci, Diego Bosch, que por intermedio del programa Santa Fe Mas estamos pudiendo trabajar dentro del contexto de encierro y el post penitenciario», contó el músico.

Y concluyó: «Es difícil pensar en espacios culturales dentro del contexto de encierro. La cárcel es una fábrica que produce constantemente dolor, y por eso está buenísimo que la facultad nos permita poner arriba de la mesa la existencia de este organismo. Muchas veces se cree que la cárcel no existe y la cárcel es parte de esta sociedad. Nosotros somos artistas, artistas, hacemos canciones y a partir de eso nos conmovemos e interpretamos el mundo».