La patologización de las corporalidades gordas, el estereotipo de cuerpo ideal, los daños a la salud mental que provocan la discriminación y el hostigamiento a quienes no encajan en esos modelos dominantes fueron algunos de los temas que se pusieron en cuestión en Rosario, sede del Segundo Encuentro Plurinacional del Activismo Gordo.

Las dificultades para conseguir ropa, el acceso a la salud en forma integral, al transporte público y al empleo –bajo la exigencia de la “buena presencia”- también atravesaron el debate, como así también los efectos que el lenguaje produce sobre las percepciones de la realidad.

 

El documento inicial del Segundo Encuentro -el primero fue el año pasado en la localidad bonaerense de Morón- señala que “la discriminación, el estigma y la violencia que la sociedad ejerce sobre nosotres con la pretensión de normalizar nuestros cuerpos encuentran en las instituciones una legitimación que nos aleja del ejercicio pleno de nuestra ciudadanía”.

“Por eso, como aprendimos de las luchas de otros grupos oprimidos, reivindicamos nuestros derechos y exigimos acceso a la educación, a la salud, al hábitat, a la vestimenta, a la alimentación y al trabajo”, añadió.

Manuela Schuppisser, integrante del Colectivo de Gordes Activistas de Argentina y una de las organizadoras del encuentro, dijo a Télam que “lo primero que vemos afectado nosotras con tanto hostigamiento y discriminación es nuestra salud mental, que no nos permite vivir en libertad”.

Por su parte, Luz Ferradas, activista gorda y concejala de Rosario, planteó que “la diversidad tiene que ser la norma”. “Hay que correr cualquier otro tipo de discurso y pensar que todos los cuerpos son diversos, no hay una única forma de habitar este mundo, todas son válidas y estamos señalando la violencia específica que recae sobre nuestros cuerpos y de otras identidades también”, explicó.

El Encuentro se inició alrededor de las 10.30 en el Galpón de las Juventudes de Rosario, en la costanera central, donde la mayoría de las participantes fueron mujeres. “El activismo gordo surgió en los 80 a través del feminismo afrodescendiente de los Estados Unidos, movimientos de mujeres lesbianas que empezaron a pensar que dentro del feminismo no se estaba pensando la corporalidad gorda”, explicó Schuppisser.

Otros de los ejes del encuentro fue la equiparación del concepto de gordura a la noción de enfermedad. “Lo primero que se nos cuestiona es la salud. ‘Te lo digo por tu bien, te lo digo por tu salud’, teniendo en cuenta este mandato de que si sos gordo sos enfermo, aunque las personas delgadas también pueden tener patologías, pero a ellas no se las cuestiona tanto”, añadió Schuppisser.

Al respecto, Ferradas sostuvo que “uno de los estereotipos es que las personas gordas somos enferma solamente por la cantidad de kilos que tenemos”. “Eso -continuó- lo estamos discutiendo, porque no es así, no hay ninguna enfermedad que sea exclusiva de los cuerpos gordos, hay algunas que usualmente o culturalmente se asocian a nuestros cuerpos, pero que también las padecen los cuerpos flacos”.

Florencia Alegre, de la agrupación “Existencia gorda”, señaló en referencia a la temática «desear y ser deseado» que “hay un mensaje muy marcado por todo un sistema que dice que para ser deseable, o incluso para ser una persona válida, tenés que tener un cierto cuerpo”.

“Ese cierto cuerpo se ajusta a normas que vienen de una construcción muy grande que termina en que las personas gordas no podamos ser queridas”, abundó y agregó: “nos enseñan eso: a mí me han dicho que si yo no bajaba de peso nadie me iba a querer”.