Fotos: Instituto Soberanía

 

La bajante del río Paraná desnudó el grado de contaminación al que se ve expuesto por el derramamiento de desechos de empresas y fábricas, a través de caños por los cuales se vierten millones de litros diarios de desperdicios.

En el estudio del instituto Soberanía se detalla cómo distintas empresas del cordón industrial contaminan el río. Lo llamativo es que la planta que más contamina no es un privado sino Fabricaciones Militares, propiedad del Estado argentino.

El organismo realizó una presentación del audiovisual realizado con los resultados de la investigación este miércoles en el teatro de Empleados de Comercio, donde se pueden observar los efluentes que son arrojados al río Paraná por las grandes industrias, entre ellas Unilever, Renova y JBS desde Villa Constitución hasta Timbués.

 

Estado contaminante

En relación a los coliformes (especies bacterianas que tienen ciertas características bioquímicas en común e importancia relevante como indicadores de contaminación del agua y los alimentos), uno de los elementos más contaminantes, los valores normales son entre 3 mil y cuatro mil.

Sin embargo, el informe reveló que distintas empresas exceden ampliamente esos límites: Yerubá está en 48 mil, Cargill en 37 mil, Dreyfuss en 29 mil, Renova en 24 mil, Cofco en 8600. Y uno de los datos más significativos es que Fábrica Militar de Fray Luis Beltrán, propiedad del Estado nacional, se ubica en 64 mil, superando más de diez veces los valores normales.

De esta manera, la actividad bacteriana generada por el aumento de los desechos y la baja del caudal del río reduce los niveles de oxígeno en agua, que se va acercando a niveles peligrosos para la fauna ictícola.

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Otro informe que aporta preocupación es el que realizó en conjunto la Dirección de Sustentabilidad de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y el Observatorio de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), según el cual solo el 10% de las empresas tratan de manera adecuada sus residuos industriales, en lo que va de 2021.

Además, según datos oficiales, menos del 1% de las industrias tienen el Certificado de Aptitud Ambiental vigente en la provincia de Santa Fe.

Cataratas de desechos

En un recorrido en avioneta, el grupo logró imágenes que muestran cómo se descargan los desechos de las plantas de General Alvear pasando por la desembocadura del Arroyo Saladillo, la parte más dramática en cuanto a contaminación.

Se trata de desagües pluviales, cloacales e industriales que desembocan en el Paraná. En algunos casos son obras regulares, en otros chorrean desde la barranca, se pueden observar caños y vertientes de cemento. Según contabilizó el grupo existen cerca de 75 vertientes industriales y unas 25 cloacales.

Diariamente se calcula que se descargan en el Paraná cerca de 400 millones de litros de agua servida sin tratar (cloacal) en Rosario y gran Rosario.

El informa detalla que en los últimos 120 años la población que utiliza el sistema cloacal y arroja sus desechos al Paraná creció más de 10 veces, pasando de 112 mil habitantes a más de 1,4 millones.

Lo que revela la bajante

El río, que en promedio tiene un caudal de unos 17.000 metros cúbicos por segundo, este año cayó hasta los 7.000 m3/s, apenas por encima del valor mínimo histórico de 5.800m3/s, registrado en 1944, con lo cual se trata de la bajante más grande de los últimos 77 años.

El Instituto Nacional del Agua estima que entre finales de octubre y noviembre el Paraná podría llegar a su nivel más bajo desde que comenzó la sequía. Si la bajante se mantiene por largos períodos, como se prevé, no solo habrá un problema de cantidad de agua, sino también de calidad, ya que al estar las aguas tan bajas la concentración de contaminantes y la probabilidad de bacterias es mayor.

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Por otro lado, el informe también habla de “privatización de nuestras costas”. Ya que existen solo algunas bajadas habilitadas y decenas de bajadas de difícil acceso al Paraná. Esta situación configura “un caldo de cultivo perfecto para que las empresas hagan y deshagan a su gusto, volcando cualquier material a plena luz del día. La ausencia del estado en el patrullaje y control de lo que sucede en nuestro río se parece más a la complicidad que a la desidia”, indicaron desde el instituto Soberanía.

Daño concluyente

Los datos relevados en la investigación, si bien hasta el momento son preliminares, otorgan como resultados que “es concluyente el daño que estos residuos sin tratar (o mal tratados) hacen al medio ambiente y a la salud humana”.

Estos niveles de contaminación atacan a la salud humana y a la biodiversidad, reduciendo el nivel de oxígeno en el agua e impulsando el crecimiento de otro tipo de fauna que vive de estos organismos, afirman desde el organismo.

 

Muchos de los caños y desagües se encuentran cerca de las tomas de agua de las ciudades de la región, pero también en lugares de pesca o de esparcimiento de las personas.

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Para el instituto Soberanía es urgente avanzar con los planes previstos (y demorados) de instalación de plantas de tratamiento de afluentes teniendo en cuenta el crecimiento vegetativo esperado de la región.

A la justicia

Esto va a terminar en la justicia, vamos a hacer las presentaciones formales. El desprecio a la naturaleza es tremendo. Es un acto criminal lo que se hace”, dijeron a Conclusión desde el instituto Soberanía.

“Varias empresas, tanto nacionales como internacionales, tienen arroyos clandestinos, no caños. Vimos caños volcando líquido al río, que después queda negro”, señaló Luciano Orellano, integrante del organismo.

“Nuestra tarea es sembrar una conciencia del daño que le están haciendo al río. Estamos ante el tercer acuífero guaraní, todo eso fluye en el río De la Plata, Paraná y Uruguay”, detalló Orellano.

A su vez, uno de los responsables de la investigación, se refirió a la “desidia” por parte del de los dirigentes políticos en cuanto al tema. “Vivimos hablando con funcionarios, pero todo pasa, esa es la sensación que tenemos. Hay desidia y desinterés por parte del Estado. Nos duele en el alma”.

Como cierre, el directivo del instituto Soberanía, expresó: “No se puede tratar así a la naturaleza, la flora, la fauna. Son bienes públicos de toda la sociedad”.