Por Guido Brunet

Hace menos de un mes Cabin 9 fue noticia por dos tiroteos que tuvieron lugar en las inmediaciones de las escuelas del barrio. La zona, que está en el límite entre Rosario y Pérez, se ha vuelto cada vez más peligrosa debido al accionar de bandas delictivas que se disputan el territorio. Sin embargo, en medio del barrio existe un lugar que se encarga de, paralelamente a las escuelas, brindar educación y contención para que los chicos puedan terminar sus estudios y tengan más oportunidades en el futuro, mientras permanecen alejados de todo lo malo que pasa a su alrededor.

Se trata de la escuela “Cuatro Vientos”, una institución educativa no formal, pero reconocida por el Ministerio de Educación de la Provincia de Santa Fe, que funciona desde el año 2005 en Cabin 9. Allí se brinda apoyo escolar, educación física y se enseñan diferentes materias a todos los chicos del barrio que lo deseen. Además, en el lugar funciona un jardín de infantes y se dictan talleres de capacitación en oficios para personas de 17 años en adelante.

Cabin 9, un barrio al límite

Cabin 9 se encuentra en la frontera entre Rosario y Pérez, aunque oficialmente pertenece a este segundo municipio. El barrio se ubica al lado de Godoy, en el Oeste de Rosario, a tal punto que sólo una calle (Camino Límite) separa a las dos ciudades. El agua acumulada por las lluvias en las calles de tierra dificulta el acceso al barrio. Es que las precipitaciones de las últimas semanas lo convirtieron en un lugar casi imposible de transitar. Cabin 9 tiene unos 17 mil habitantes y sólo algunas calles se encuentran asfaltadas, por lo que el terreno es inestable, tanto como la realidad social del barrio.

En menos de un mes Cabin 9 fue noticia en dos oportunidades por balaceras que se sucedieron en cercanías de las escuelas primaria y secundaria. Hoy por hoy el barrio está dominado por dos bandas narcos: Los Stiflers y Los Cuatreros, que captan a muchos de los chicos a sus filas empujados por la falta de expectativas de futuro.

En ese contexto la escuela no es sólo un lugar de enseñanza, también es un refugio ante la cruda realidad. A veces, literalmente, como ocurrió semanas atrás, cuando los chicos apenas escucharon las balas entraron corriendo a la escuela para protegerse. La contención, precisamente, es uno de los fines del proyecto “Cuatro vientos”, que funciona desde 2005, a pocas cuadras de las dos escuelas.

Cuatro vientos

En “Cuatro vientos” se brinda apoyo escolar, se practican varios deportes y se estudia computación, inglés, matemáticas y lengua. Tanto por la mañana como por la tarde, los chicos del lugar pueden ir la escuelita, donde, durante tres horas diarias se los ayuda a hacer la tarea, se les enseña una materia y se practica fútbol, handball y rugby.

“Dada la situación de la zona y porque tienen que trabajar hay mucha deserción escolar. Así que nuestro objetivo es que los chicos terminen sus estudios. También se busca contener”, explica Carlos Marín, coordinador docente en “Cuatro vientos”. Y agregó: “Nosotros estamos justo entre una ciudad y otra. De la calle para allá es Pérez y para acá es Rosario. Así que ninguno de los municipios se quiere hacer cargo”, recordó Carlos.  Esa frase que grafica la postergación y ausencia del Estado que sufre la zona.

En “Cuatro vientos” asisten chicos de tercer grado a quinto año. Todos los días tienen una hora de deporte -“con eso atraemos a los chicos”, dice Marín”-, una hora de apoyo escolar y una hora de una de matemáticas, lengua, inglés y computación. En total, entre los dos turnos, son alrededor de 200 chicos que acuden día a día a “Cuatro vientos”. Y aproximadamente cien alumnos que asisten a los talleres de capacitación. Además, existe un área de música, que género la formación de una banda de rock entre los alumnos.

Otro de los proyectos de la “Cuatro vientos” es la parte de capacitación laboral, a la que acuden jóvenes de 17 años en adelante para aprender electrónica, carpintería, soldadura, operación industrial, albañilería y herrería. “Los chicos terminan los talleres y se les busca trabajo. Tenemos convenios con diferentes fábricas de la zona y muchas empresas, que necesitan, por ejemplo, soldadores. Igual que electricistas. Luego de los talleres, muchos trabajan en empresas o hacen changas por su cuenta. Lo que se busca es que darle las herramientas para que puedan tener una salida laboral. Y acompañar a los chicos para que terminen la escuela y tengan el titulo, porque muchas empresas no contratan si no tenés el titulo. Buscamos que los chicos y adultos del barrio tengan opciones”, manifiesta Marín.

En el predio también funciona el jardín “Surcos”, perteneciente a Asociación Civil Dyps (Desarrollo y Promoción Social), que cuenta con salita de tres, cuatro y preescolar.

Marin recuerda que el proyecto surgió en 2002 después de la crisis. “Los fundadores de Aras tuvieron la iniciativa de crear un lugar donde los chicos estén contenidos y se les pueda dar educación. Empezaron a buscar terrenos, primero consiguieron en Ludueña, pero en 2005 se mudaron acá”.

Aras es una organización no gubernamental, sin fines de lucro, cuyo proyecto bandera es “Cuatro vientos”. La institución se financia fundamentalmente con aportes económicos de privados, empresas locales e instituciones nacionales e internacionales. “Vivimos de donaciones de particulares y empresas”, comenta Carlos Marín. Además, la organización tiene un programa de becas, donde una persona puede realizar una donación, colaborando para que un chico pueda acudir a la escuela. También reciben aportes del Gobierno de la provincia de Santa Fe.

En el proyecto trabajan, además, algunos voluntarios. A la mañana van mujeres a darle el desayuno a los niños del jardín. Mientras que cada quince días, jugadores de rugby del club Caranchos acuden a enseñarles a los chicos el deporte. Incluso en noviembre del año pasado, el grupo fue a Carcarañá a participar de un torneo.

Las actividades recreativas son tan importantes como las formativas. Por eso, hace pocos meses se organizó un campamento en Oliveros y el año pasado fueron a Buenos Aires para visitar el Museo del Bicentenario y Tecnópolis. Para este año los coordinadores tienen pensado realizar unas olimpíadas de matemáticas para instituciones, tanto de la zona como más alejadas y para mitad de año se organiza la Fiesta de la Familia, un día de encuentro entre los estudiantes y sus padres en el predio de “Cuatro vientos”.

Violencia y contención

Todos los esfuerzos que se hacen en “Cuatro vientos” se deben a la delicada situación social del barrio. En las últimas semanas se produjeron sendos tiroteos en las escuelas de la zona. Aunque para los vecinos, el ruido de los disparos ya se convirtió en un sonido característico del barrio. Con respecto a los hechos de violencia vividos recientemente, Marín relata: “En los últimos meses se ha vuelto feo, tirotearon las escuelas. Nosotros nunca tuvimos problemas de ese tipo, pero se han metido a robar. El barrio es así, acá hay mucha droga. Los padres me dicen ‘te lo traigo para que no esté en la calle. Para que no tenga malas juntas, quiero que mi hijo se eduque’”.

En un allanamiento realizado en marzo de este año, la Policía de la provincia de Santa Fe detuvo a 13 personas, entre las que se encontraban varios integrantes de la banda Los Cuatreros. El fiscal Fernando Dalmau confirmó que los apresados «intimidaban a vecinos del lugar a que hagan abandono de vivienda para ocupar sus casas”. También se presume que la banda tiene vínculos con el tráfico de droga, por lo que se cree que las casas son buscadas para poner bunkers. Los Cuatreros y Los Stiflers, según el fiscal, se dedicaban al «cobro de peajes, escruches, amenazas y robos» por toda la zona.

Por su parte, algunos de los chicos que asisten a “Cuatro vientos” dicen que “es un lugar buenísimo, es como mi segunda casa”. “Haces amigos y sirve para no pasar tanto tiempo en la calle”. “Me ayuda a pasar de grado”, son algunas de las frases que repiten los chicos.

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