Por Marina Vidal

El caos vehicular que se produce en Rosario día a día, preocupa. Si bien desde el Concejo se plantean decenas de proyectos para evitarlo, la lenta implementación, la ausencia de planes serios y de control responsable por parte de las autoridades genera un importante desorden.

Conclusión partió en un auto particular desde el macrocentro hacia zona norte exactamente a las 11 de la mañana de un domingo. Veamos los resultados:

Es sabido que a raíz de la Calle Recreativa que se instala en varias arterias de la ciudad, no se puede transitar antes de la una del mediodía por la costanera, por lo cual fue ruta obligada tomar calle Catamarca rumbo al norte.

El embotellamiento comenzó pasado bulevar Oroño y se descontracturó llegando a calle San Nicolás. Aproximadamente el tramo recorrido duró cuarenta minutos. Un respiro vehicular llegó en el cruce Alberdi pero duró pocas cuadras. Al llegar a la altura de calle French (quizá unas cuadras antes) las obras del carril exclusivo volvieron a generar caos.

Los autos transitan en una sola mano, ya que no entra en la calzada más de un vehículo. El paso de hombre se convirtió en paso de hormiga y las luces del semáforo cambiaban de color pero los autos quedaban varados en su sitio sin avanzar.

Por lo cual, llegar a bulevar Rondeau llevó casi una hora más de reloj. En ese momento, el chofer del automóvil sugirió que se podría haber tomado por la costanera para evitar el embotellamiento, sin embargo, ese domingo un partido a jugarse horas más tarde en el Gigante de Arroyito era motivo del corte que se proporcionaba en la zona, generando el bloqueo de otra arteria para llegar a destino.

Así, después de dos horas arriba del auto y con el stress que genera el tránsito se pudo corroborar que del centro a la Florida un domingo se tarda entre una hora y media y dos horas.

Llegada la tardecita y emprendiendo el retorno, Conclusión decidió volver por la costanera (avenida Colombres- estadio de Central- Estación Rosario Norte). Sin embargo, no fue buena idea. Al llegar a las cercanías del Shopping Alto Rosario, las obras de las veredas de los condominios que allí se construyen impedían circular en dos manos de autos.

Así el embotellamiento volvió al ruedo y traspasar el semáforo previo al túnel Escalada llevó veinte minutos de reloj, generando en el túnel una fila de automóviles que avanzaban cada cuatro minutos.

A su vez, cabe aclarar que si algún osado pretendía doblar a la derecha en esa esquina en donde se encuentra el semáforo (avenida Caseros antes del túnel) y rodear el Shopping, era un aventurado ya que lo debía hacer a ciegas; un montículo de dos metros de tierra se instalaba sobre la calle impidiendo el paso. ¿Por qué? Los realizadores de la impetuosa torre decidieron ampliar la vereda para que caminen los transeúntes (vereda de más de dos metros de ancho).

Ahora bien, esto no ocurre solamente los días en que la gente sale a “dominguear”: Conclusión se subió al 102 (después de esperarlo su un tiempo considerable de 20 minutos) un lunes a las 7.30 de la mañana en Chacabuco y Riobamba rumbo al centro.

Gracias a los carriles exclusivos, el primer trayecto no fue demasiado tedioso. Al llegar al centro todo empeoró y el paso de hombre se convirtió en la cadencia del andar. Así, se pudo corroborar que la hora pico de la mañana implica salir con media hora p cuarenta minutos de anticipación de su casa para llegar a horario a destino.

Otra oportunidad

Para darle la derecha al uso de los carriles exclusivos, faltaba que Conclusión subiera a un taxi y evaluara el trayecto. Así fue como en San Martín y Uriburu el taxista emprendió la odisea de cruzar la ciudad hasta Pichincha. Sin embargo fue el trayecto que más sorprendió. Hasta llegar al centro el tránsito fue fluido y en unos módicos quince minutos se recorrieron varios kilómetros. Eso sí, el conducir tranquilo duró hasta toparse con Pellegrini, donde empezó el caos.

Entre los autos estacionados en doble fila, la salida de los colegios, los benditos corralitos de arreglos de aguas, entre otras cosas, generaron que el reloj de la tarifa del viaje aumente, pero el auto no avance.

Así es trasladarse en la ciudad. Sin embargo, hay que mirar el vaso medio lleno y pensar que en Buenos Aires hay que salir con dos o más horas de anticipación de los hogares para llegar puntuales a destino.

También hay que tener esperanza que todas las medidas que está tratando el Concejo para mejorar la situación, se lleven a cabo pronto y se implementen correctamente. Tal vez cuando finalicen las obras y se adquiera el hábito de utilizar las bicis públicas, los rosarinos tengan un medio de transporte que les permita movilizarse más rápido por la ciudad.

Foto: Salvador Hamoui