Por Florencia Vizzi

Tener alas, permanecer suspendido en el aire, ser víctima de vértigo, otear la eternidad desde el punto más alto posible, acechar lo inimaginable desde los cielos… volar es una de las fantasías más comunes y extendidas. Pesadilla para algunos, sueño supremo de otros, desde Leonardo Da Vinci hasta acá, ascender por los aires y surcar el empíreo es ilusión y capricho de gran parte de la raza humana. Y probablemente, en torno a esa fantasía, gira la magia que para el común de los mortales tienen aquellos que pasan más horas en el aire que en la tierra, los pilotos. Y ni hablar de los pilotos que desafiando todos los límites, pasan horas haciendo dibujos imaginarios con sus avionetas y aeroplanos y que han hecho de la acrobacia aérea su forma de vida.

Este fin de semana, un importante número de los mejores pilotos acróbatas de Argentina y de Sudamérica poblaron el cielo rosarino y lo decoraron con todo tipo de fascinantes cabriolas que dejaron boquiabiertos a las miles de personas que se agolparon en las instalaciones del Aeródromo de Alvear para disfrutar de un espectáculo pocas veces visto y que, además de los experimentados pilotos, contó además con la participación de paracaidistas, trikes, parapentes y globos aerostáticos. Nadie se quedó afuera.

Desde muy temprano, el predio empezó a recibir a los curiosos. Familias completas, muchas de ellas sin ningún contacto con la aeronáutica, pero atraídas por la promesa de un gran espectáculo, llegaron al aeródromo con el mate y la heladerita de rigor, bajo un sol que prometía una jornada fabulosa, y que las nubes que llegaron después no lograron opacar de ninguna manera. 

El show de los lobos del aire

Cada uno de los pilotos tiene su especialidad, su nave propia, o al menos, su estilo de nave y, por supuesto, su estilo de vuelo.

Cuando se habla de los acróbatas de planeadores, se pondera «su muñeca», «el movimiento suave», y el «swing» y el estilo con el que llevan su «veleros aéreos» en lo que muchos suelen definir como «acrobacia romántica», por la suavidad y delicadeza que definen sus movimientos. Uno de los más famosos argentinos, varias veces ganador de premios y competencias es Eduardo Bolster.

Eduardo Bolster – Planeador Fox

Sencillo y accesible, sin falsas modestias, al hablar, Bolster asegura que «volar sin motor es muy seguro». «Es muy tranquilo y mucho más seguro que hacerlo con otras aeronaves porque ya está preparado para volar sin motor», explica Bolster, entre vuelo y vuelo, a esta cronista.

«Los primeros vuelos que hizo el hombre los hizo sin motor, y la máquina ya está diseñada para eso, soporta muchísimo las inclemencias de la naturaleza, puede aterrizar en cualquier lugar, claro que merece el respeto que tiene porque es una actividad aérea, pero es muy seguro», afirma.

En cuanto a la adrenalina que despliega en cada vuelo, el piloto reconoce que «ya es algo que lleva muchos años haciendo» y le genera tranquilidad y disfrute. «Es adrenalina sí, pero ya llevo varios años haciéndolo, entonces estoy en una etapa en que estoy tranquilo y lo disfruto, no estoy excitado, es adrenalina, es una emoción fuerte, pero lo hago con muchísima tranquilidad».

Acrobacias con aeroplano

Bolster se refiere varias veces al disfrute, eso que lo invade cuando navega los cielos con su velero aéreo. «El volar en planeador es un gran desafío, es una máquina que no tiene motor, así que uno tiene que aprovechar lo que la naturaleza le brinda y poder aprovecharlo haciendo acrobacia es muy muy emocionante. Pero, sobre todo, es una actividad que disfruto muchísimo».

Las cabriolas aéreas tuvieron un condimento muy particular: una musicalización perfectamente sincronizada que potenciaba las particularidades de cada uno de los vuelos y los aviones. Así, las acrobacias que Eduardo Bolster desplegó con su planeador Fox, definidas, como ya se dijo, como «acrobacia romántica» fueron acompañados por temas musicales clásicos del género, así como los Pits Biplano se cruzaron al ritmo de exponentes de la música country y el vértigo rasante de los 300 kilómetros por hora que el Extra 330 de Sergio Marinhas tuvo su propia explosión rockera.

Nada quedó librado al azahar en el evento planeado por el Aeroclub Rosario, el Club de Planeadores y el Círculo de Aviación. Food trucks para todos los gustos, feria artesanal y juegos diversos para los más chicos complementaron la primera colorida jornada en la que primó el ambiente distendido y familiar.

En tanto, una de las tan sólo tres mujeres pilotos que hay en la zona, Marianela Vicente, se mostró más que conforme con lo que está ocurriendo en el aérodromo de Alvear. «Ha venido una gran cantidad de gente, y sigue llegando más y más, y contamos con la presencia de los mejores pilotos de la Argentina y, me atrevo a decir, de Sudamérica. Es un espéctaculo único y de la mano de los campeones en acrobacias aéreas, así que no podríamos pedir más».

 

Después de la marcial puntualidad con la que, a las 14 del sábado, la banda del Liceo Militar dejó inaugurado oficialmente el evento, sólo quedó lugar para eso que Bolster ponderó tanto, el disfrute.