“En memoria de todas las mujeres asesinadas por quienes decían amarlas”. Probablemente en algún rincón del mundo alguien haya leído esa frase en algún banco de plaza y lo tomó como una frase más; sin embargo de a poco se fue multiplicando en varios países y cada día son más los “Bancos Rojos” que descansan en los espacios verdes con esa leyenda en sus respaldares. Desde el viernes pasado, la localidad de Granadero Baigorria luce el suyo en una plaza del barrio Santa Rita convirtiéndose en la primera ciudad santafesina que cobija uno de estos memorables bancos rojos.

Las actividades de inauguración no quedaron en un corte de cinta para la foto. Organizado por el área de Género de Granadero Baigorria, la actividad duró 48 horas en las cuales se llevaron adelante distintas actividades para visibilizar, sensibilizar, informar y concientizar sobre la violencia de género y los femicidios. Cómo invitados especiales y disertantes activos de la iniciativa arribaron Jorge Taddei y Beatriz Regal, padres de Wanda Taddei quien el 10 de febrero de 2010 y con 29 años, su esposo, el músico Eduardo Vázquez, la roció con alcohol y la prendió fuego con un encendedor.

Ellos, con una fuerza admirable y con pupilas mojadas permanentemente por las lágrimas, fueron quienes difundieron en Argentina este proyecto cultural del Banco Rojo.

“El Banco Rojo” es un proyecto cultural que representa un emblema universal del lugar ocupado por una mujer que fue víctima de femicidio, y pretende, como proyecto, lograr adhesiones y réplicas en todo el mundo. La idea migró a nuestra tierra por iniciativa de la licenciada y especialista en violencia familiar Elisa Mottini, quien inauguró el primero en las instalaciones del Hospital Alvarez, de Buenos Aires, junto a un equipo de alumnos, médicos y la presencia y el acompañamiento de Beatriz Regal y Jorge Taddei, madre de Wanda Taddei (víctima de femicidio en el año 2010 y caso que marcó un punto de inflexión para nuestro país en esta problemática).

La iniciativa surgió hace dos años en Italia y Mottini tuvo la idea de traer el proyecto a la Argentina con la esperanza que cada vez más plazas del país puedan tener un banco rojo con la frase “En memoria de todas las mujeres asesinadas por quienes decían amarlas”.

La juventud como actores principales

La movida en Baigorria comenzó el jueves en el colegio del barrio Santa Rita donde el área de género brindó talleres a los alumnos del secundario. Luego de una larga jornada Beatriz cerró con una charla con los jóvenes.

El viernes, la actividad continuó con la «pintada del banco». A pesar de la lluvia y la imposibilidad de realizarlo en el espacio verde, el área de género no dio el brazo a torcer y tiñó de rojo el asiento dentro de la escuela dándole una emotividad y una demostración de lucha a decenas de adolescentes.

En diálogo con Conclusión y con la garganta apretada de la emoción, la psicóloga del área de género, Mariana Nieri, sostuvo que los más importante de la iniciativa fue trabajar con los chicos «sobre la prevención». «Primero que nada superó las expectativas de todos. Nosotros en la urgencia de la cotidianidad no podemos hacer estas acciones y uno de los objetivos principales del Banco es la prevención de los femicidios y de la violencia de género y para llamar a la reflexión a todos los que pasen y lo vean», continuó.

No sólo estaban presentes los papás de Wanda Taddei sino que se hizo presente el papá de Violeta Abregú quien el 3 de diciembre de 2017, en barrio San Miguel de Granadero Baigorria, recibió un disparo en la cabeza que terminó con su vida. Tenía 20 años.

«Siempre que nos encontramos con un familiar directo de las víctimas no se puede explicar la emocionalidad que transmiten y la fuerza también pero sí hace que los alumnos, por ejemplo, presten mucha atención, conozcan los casos, sepan que esto nos puede pasar a cualquiera de nosotros», finalizó la profesional.

La jornada culminó con un espontáneo grito común donde se nombró a las mujeres asesinadas y un «presente!» posterior que emocionó, movilizó y puso la piel de gallina de todos los presentes. Ellas siempre estarán ahí, sentadas en ese banco invitando a los visitantes de la plaza a, de alguna manera, conocer sus historias a través de la leyenda que se inscribe en su regazo.