Por Guido Brunet

Cerca de las 6.45 del lunes 28 de mayo Tobías corrió al colectivo a toda velocidad durante cinco cuadras, se subió con el vehículo en movimiento y cuando marcó se agitó. El conductor lo notó al instante y le llamó la atención por su desesperada carrera. Tobías tiene 17 años y a pesar de su juventud, se descompensó unos minutos después.

En realidad, el chico debía tomar el ómnibus siguiente, pero al ver pasar el 126 negro creyó que si no lo tomaba llegaría tarde a la escuela, por lo que corrió desde antes de llegar a Virasoro y Vera Mújica hasta San Nicolás y Virasoro. Su transporte de todos los días no era el interno 206, ni su conductor habitual Claudio Bustos.

Ese día no hacía frío, pero sí una humedad insoportable. El colectivo estaba lleno, Tobías pagó su boleto y encontró un espacio detrás del conductor. En ese momento, sintió calor y se mareó. Luego, al llegar a la parada de Francia y Godoy, el conductor hizo bajar a Tobías para que se sentara en la garita y tomara aire.

Unos minutos después volvió a subir y le cedieron un asiento. Pero cuando cruzó Godoy se desmayó. Lo siguiente que recuerda Tobías son tubos de luz, doctores, enfermeros a su alrededor y paredes de hospital que rápidamente iban quedando atrás.

En el medio, tras la pérdida de conciencia del adolescente, Claudio les pidió a los pasajeros que descendieran para aguardar a la próxima unidad. A algunos no les gustó la situación, pero bajaron igual; tres personas se quedaron arriba para acompañar al muchacho. Su madre llamó a Tobías cuatro veces. Él no atendió. Entonces se desesperó porque siempre responde a sus llamadas.

La ambulancia tardaba y Claudio sin dudarlo arrancó. “Tomé mi propia decisión”, dijo a Conclusión. El colectivero se desvió de su recorrido y emprendió camino al Heca. Al llegar, salió corriendo en busca de los médicos.

La mamá, asustada, llegó lo más rápido posible. Allí se encontró con Claudio, quien la contuvo. Y hablaron de padre a madre, de lo que sufren cuando los hijos no vuelven a casa a horario. “Si le llega a pasar algo no sé qué hago”, fue la reflexión de Melina Bartolomé, madre del joven. “Para mí fue muy atento”, dijo sobre el hombre, quien reafirma: “Lo volvería a hacer una y mil veces”.

Luego, estudios que no daban cuenta de ninguna patología le permitieron obtener el alta médica. Pero a las 11, mientras se disponía a salir del centro, se volvió a desmayar, así que debió quedarse casi tres horas en observación.

Esa fue la primera vez que le sucedía un hecho similar a Tobías, quien expresa que hace deporte a diario y cuenta con buen estado de salud. Según la explicación de los médicos, la falta de alimento y azúcar por la mañana sumado a su carrera a toda velocidad provocó la descompensación.

No es la primera vez

Claudio tiene 43 años, es chofer desde los 19 años, pero “chofer profesional”, aclara. Cada día lleva a unas 500 personas a su casa, escuela, facultad, trabajo, entre otros destinos. Y se preocupa porque lleguen bien. “Estoy en un trabajo en el que transporto y cuido. Me importa la vida de la gente. Hay choferes que no se preocupan tanto, yo soy profesional. Tenemos que dar un servicio”, manifestó.

Durante sus casi veinticinco años de profesión, fueron varios los casos de personas que sufrieron problemas de salud dentro de su unidad. Bustos fue testigo de ataques cardíacos y ahogamientos. Los bajones de presión cuenta que son “moneda corriente”. A varias personas él mismo pudo socorrer, ya que cuenta con cursos de Reanimación Cardiopulmonar (RCP). “Es mi deber”, asegura. Aún conserva obsequios enviados por quienes ayudó, entre ellos, un diploma que llegó a la empresa donde trabaja felicitándolo.

“En varias ocasiones a pasajeros les bajó la presión. Pero esta vez, el chico se desplomó, por eso me desesperé”, relata Claudio. En una oportunidad, la ambulancia llegó cuando el colectivo iba trayecto al hospital. El conductor igual no se detuvo.

Claudio hizo hincapie en la capacitación que debe tener un chofer de colectivo ante estas situaciones. “Estaría bueno que las empresas de colectivo capaciten en primeros auxilios porque es la diferencia entre la vida y la muerte. Si no lo hubiese hecho, no sé en qué podría haber terminado”, agregó.

Tobías destaca la actitud de Bustos, ya que “una vez pasó algo así con otra persona y el colectivero siguió”. “Estoy muy agradecido por su preocupación, me sorprendió mucho su actuación, son pocas las personas que hacen algo así», expresó.

Es que pesar de la directiva de las compañías de transporte público de no desviarse del recorrido, Bustos repite que tomó su decisión y «le di asistencia». Y después se quedó “como corresponde”. “Voy a dar todo por esa persona”, finalizó el profesional.