Por Alejandro Maidana

Indisimulable, esa es la palabra que puede resumir el impacto ambiental que viene padeciendo el arroyo Ludueña junto a la biodiversidad que lo rodea. Una agresión constante, un desprecio sumamente explicito sobre la vida de un lecho de agua que supo cobijar a distintas generaciones que disfrutaban de sus bondades. La naturalización de su proceso contaminante, sigue encontrando una férrea resistencia por parte de aquellos que no se resignan.

El recupero de estos vitales espacios naturales, podrían significar un verdadero bálsamo para quiénes después de una extensa jornada laboral, deben trasladarse kilómetros para encontrar un lugar de esparcimiento. Aquel arroyo que tres décadas atrás disfrutaban quiénes hoy denuncian su ocaso, se ha convertido en una verdadera trampa mortal para aquellos que eligen, de todas formas, continuar introduciendo en sus aguas o disfrutar de la pesca.

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Las incesantes y desoídas, de manera sistemática, tienen su anclaje en el control del basural de la ciudad Pérez que afecta a la vida del arroyo Ludueña, y de la actividad de los camiones atmosféricos que a la noche se acercan al dique y descargan el nauseabundo contenido a las aguas. No existe control, hay una gran habilidad para destruir, pero no para construir, cabe destacar que quién recibe finalmente toda esta pestilencia, es el río Paraná. El daño ambiental es amplísimo.

Vecinos de los barrios Aldea, San Eduardo y Hostal del Sol, elevaron un petitorio dirigido a los Ministerios de Ambiente y Cambio Climático tanto municipal, como provincial. La denuncia es concreta y apunta a la deficiencia en los controles del Arroyo Ludueña. Los desechos cloacales y químicos provenientes tanto de privados como de públicos, vienen generando una señal de alerta que se manifiesta tanto, en los malos olores, como en el color de las aguas.

La misiva solicita:

-Acciones concretas en la investigación de los responsables de contaminar en forma constante el Arroyo Ludueña.

-Relevamiento de los basurales producidos a la vera de la barranca de dicho arroyo, a lo largo de toda su trayectoria.

-Limpieza tanto de su barranca, como así también de los desechos postrados en su lecho.

-Mantenimiento y limpieza organizado y constante del arroyo en su totalidad.

-A esto sumamos la queja por el abandono del “Bosque de los Constituyentes” en el tramo que ocupa desde calle José Ingenieros y Ugarteche, hasta calle Alfredo Bello y avenida Jorge Newbery, y el cual su falta de limpieza y corte de yuyales/matorrales, hacen de nuestra seguridad indispensable.

Marcelo Ferraro es uno de los vecinos firmantes, y la voz cantante de un reclamo que se extiende y fortifica. Criado a la vera del arroyo, pudo contemplar de manera impertérrita como la vida del misma se iba apagando en nombre del progreso. “Salvo la movida para sacar la gran cantidad de basura acumulada en el arroyo, donde pudimos observar que trabajaron máquinas, el punto neurálgico de nuestra denuncia no ha sido atendido. Es preciso destacar que hay concejales y diputados provinciales que han tomado nuestra lucha he intentado con sus herramientas acercar soluciones que por el momento no aparecen. Incluso nuestra denuncia se encuentra en la justicia, ya que tuve que declarar en fiscalía por la enorme contaminación que sufre el arroyo y padecemos todos”, indicó el vecino en diálogo con Conclusión.

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La movida realizada por la municipalidad en donde se convocaba a voluntarios para la limpieza del arroyo, es sumamente infructífera

El problema sanitario más importante, tiene que ver con los caños cloacales de Fisherton R. y los camiones atmosféricos que descargan sus pestilencias en el curso de agua. “Allí tanto la municipalidad como el gobierno provincial, no hacen absolutamente nada para ajustar los controles e impedir tamaños atropellos a la salud y el ambiente. La iniciativa de la juntada de firmas por parte de un grupo de vecinos, es el corolario de haber realizado muchas notas y demostrado el grado de contaminación que atraviesa el arroyo Ludueña. Estas misivas fueron entregadas a distintos actores sociales y funcionarios públicos”.

La problemática es concreta y se pasea desnuda ante la vista de propios y extraños. La contaminación de las aguas del arroyo Ludueña, nace y se prolonga a lo largo y ancho de su cauce, apoyada en el abandono estatal. “Sobre el control y análisis de las aguas, tengo entendido que han estado por el lugar tanto la UNR, la Municipalidad como hidráulica, pero sinceramente el sentimiento que me atraviesa es el de que todo es un cuento y que la solución final no va a llegar. La movida realizada por la municipalidad en donde se convocaba a voluntarios para la limpieza del arroyo, es sumamente infructífera, ya que saben que el problema no es la basura que se acumula en la punta, sino son los basurales que se encuentran del entubamiento para acá. Sacar un día la mugre del arroyo no sirve, solo es para la foto, ya que el resto de los días la contaminación que circula por las aguas del Ludueña llega al río Paraná”.

Para poner claro sobre oscuro, salvo la limpieza utilizando algunas máquinas y la última en la punta del arroyo, no se hizo más nada, lo medular sigue descontrolado

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Si bien parece ser una batalla en donde la correlación de fuerzas es concretamente desigual, vecinas y vecinos no piensan en claudicar en su justo reclamo. Una lucha por el patrimonio natural de todas y todos los rosarinos, que deberían hacerse eco y plegarse a un legítimo reclamo. “Me cuesta creer que exista tanta ineptitud o falta de compromiso, en lo que a mi persona respecta, he acercado un sinfín de propuestas, desde bicisendas, caminatas, mesas en el Bosque de los Constituyentes para que la gente vaya a pasar el día, que se pueda crear una policía ambiental que recorra la zona, pero lamentablemente no hay decisión política. Para poner claro sobre oscuro, salvo la limpieza utilizando algunas máquinas y la última en la punta del arroyo, no se hizo más nada, lo medular sigue descontrolado. Veremos si la justicia nos acompaña, ya que la única que nos viene ayudando es la misma naturaleza, que gracias a las últimas lluvias pudo correr las aguas que parecían radioactivas, pero claro, las mismas terminan desembocando en el Paraná”.