buques que arrasan

Extractivismo extranjero, ciudades flotantes de barcos pesqueros y su impacto ambiental en el Mar Argentino

Este saqueo que atenta contra los recursos naturales no es nuevo. Los buques factoría regresan en noviembre de cada año y retiran más 170 mil toneladas de productos del mar, sobre todo calamares.
Extractivismo extranjero, ciudades flotantes de barcos pesqueros y su impacto ambiental en el Mar Argentino

 

Los barcos factoría orientales retornaron nuevamente a los límites del Mar Argentino para arrasar los recursos naturales con su trabajo de extracción de merluza, merluza negra y calamares, una actividad que afecta directamente un corredor biológico en el que habitan orcas, delfines, elefantes y lobos marinos, que caen en las redes pesqueras.

En total se trata de alrededor de 500 barcos que provienen de China, Taiwan, Corea del Sur y España, que terminan constituyendo una especie de ciudad flotante en altamar, sobre todo apreciable desde el aire -más aún de noche- frente a las costas de la provincia patagónica de Chubut.

Las imágenes muestran una línea de luces que aparece sobre el horizonte, como si se tratara de una isla hecha de piezas de un rompecabezas.

Este saqueo extractivista -tal reconstruye ElDiarioAr- no es nuevo. Los buques factoría regresan cada año a partir de noviembre y desarrollan su actividad en la milla 201, por fuera de la Zona Económica Argentina. Este recurso legal les habilita sacar alrededor de 170 mil toneladas de productos del mar, sobre todo calamares, altamente codiciados en Europa y el Oriente. Las pérdidas para el país son difíciles de cuantificar, ya que la pesca ocurre en aguas internacionales, pero al límite de la soberanía argentina.

Un estudio de la Financial Transparency Coalition (FTC) marca que la cifra perdida oscila entre los 1000 millones y los 2600 millones de dólares, pero existen otras mediciones que llevan  el número hasta los 14.000 millones de dólares.

En estas embarcaciones es realizado el procesamiento completo del calamar y la merluza, que va desde la captura, el fileteo, congelamiento y hasta el transporte a puertos de Uruguay y Chile. Como se encuentra en una zona limítrofe, los países soberanos quedan atados de manos. Aun cuando suele decirse que entre la milla 200 y 201 hay solo una ola grande. De esta manera, las tareas de la Prefectura Naval deben limitarse a impedir que los buques crucen este fino límite fronterizo.

En la última semana los registros desde la costa de Comodoro Rivadavia volvieron a mostrar la «ciudad flotante». Es que los barcos factoría permiten que las empresas capturen y procesen grandes volúmenes de pescado y así lo dejen listo para su comercialización apenas vuelvan al puerto. Esto requiere jornadas de trabajo de los marinos que llegan en algunos casos a las 12 horas, con salarios promedio que rondan los 1.000 dólares.

En la teoría, estas acciones son legales, pero se desarrollan en una dimensión que atenta contra el normal desarrollo de las especies que habitan los límites del Mar Argentino. El corredor biológico tiene delfines, orcas, ballenas, elefantes y lobos marinos que caen en las redes de los buques pesqueros, pero además en la Plataforma Marítima también crecen el langostino, el bacalao austral y las almejas, todas especies afectadas por este extractivismo.

Cabe recordar que la Ley 23.968 de Espacios Marítimos establece que la llamada Zona Económica Exclusiva (ZEE) de la Argentina se extiende hasta las 200 millas marinas, y lo que ocurre más allá es territorio internacional.

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