Por José Odisio

No hay mucho más que pueda probar Diego Osella. Cambió mucho, cambió poco, o no cambió nada, pero ninguna fórmula resultó para lograr la victoria tan deseada.

Probó con experimentados, también con juveniles. Puso el tridente ofensivo Maxi-Nacho-Boyé, y también mandó al banco a Scocco cuando lo creyó oportuno. Usó el sistema 4-4-2, mutó a un 4-3-1-2, y por momentos regresó al 4-3-3 que parecía un sacrilegio.

Pero hasta ahora nada dio resultado. Y por eso ante Huracán rasqueteó el fondo y encontró algo más, tal vez lo último que le queda por probar: Mauro Formica.

Es cierto que el Gato está devaluado. Su físico aún no salió fortalecido tras una operación de meniscos y cada vez que le tocó entrar hizo poco para seducir a Osella. Pero nadie puede negar que Formica es un buen jugador, que puede resolver por sí solo un partido (al menos la vieja versión), y entonces el DT, desesperado por un triunfo que entregue ánimo previo al clásico, le dará su chance.

¿Será la solución? Difícil saberlo, y está claro que sin la ayuda del resto poco podrá hacer. Pero no es una mala apuesta la de Osella. Y si sale bien, empezará a recuperar la confianza en sí mismo que parece haber perdido. Y Newell’s lo necesita lúcido y enchufado si quiere ganarle al Globo, y en especial a Central.