Por Matias Colagioia

Tuve la suerte de concurrir al 70 aniversario del congreso de filosofía de Mendoza, en el que Perón presento su Comunidad Organizada. Concurrió el cada vez mas célebre en Argentina Aleksander Dugin y una serie de expositores. No voy a hablar de las exposiciones, sino de una serie de reflexiones posteriores.

Luego de participar quedaron rondando en mi cabeza ciertas ideas que ya vienen rondando hace tiempo. Lo presenciado ayer me motivó a reflexionar más profundamente sobre lo escuchado y otros fenómenos que vienen sucediendo en la Argentina.

Paso a ser mas concreto. Ayer comprobé con más fuerza que hay sectores dentro de lo que uno puede llamar peronismo genuino (genuino en tanto y en cuanto no tiene compromisos con el poder económico transnacional, ni con las oligarquías, se plantean la redistribución y la justicia social como bandera, etc), muy apegado a la doctrina de Perón y amalgamado básicamente por ser católicos. Sabemos, o deberíamos saber que el catolicismo es de abanico grande, muy grande, tanto como el peronismo. En este caso parecieran mantener una cruzada con todo lo que huela a feminismo. O por lo menos eso aparenta. A mi parecer una tontería. Negar que la mujer vivía y vive situaciones de opresión es ser negacionista. Remontémonos a tan solo cuarenta años atrás y corroboremos expresiones diarias y cotidianas. Claro que existían, existen y son injustas. No quita que, en mi opinión, no haya consignas que se colaron y son de concepciones muy liberales y utilitarias que poco tiene que ver con la cultura popular en los debates al interior del feminismo, que en general son las que tienen que ver con intereses del primer mundo. Pero negar al feminismo y las vejaciones que vivían las mujeres es negar luchas genuinas por la igualdad.

Algo que un peronista no se puede permitir es ser gorila. ¿Y qué es ser gorila? Ser gorila entre otras cosas es negar, no aceptar, sufrir y maldecir por lo que el pueblo es. Porque no es como uno hubiera querido que sea, porque no alcanza el lugar aspiracional que uno quiere. Eso es muy gorila. Y mis estimados tengo que informarles que tanto el feminismo como el catolicismo son expresiones populares. En el caso del peronismo hasta incluso tiene que ver con sus génesis y su visión del mundo. ¿Alguien puede negar la comunicación entre la tercera posición y la DSI? ¿Alguien puede negar el “ecumenismo” del peronismo y sus variantes internas con la situación análoga que expresa el catolicismo puertas adentro? ¿Será alguien capaz de sostener seriamente que Evita no luchaba a favor de los derechos de la mujer en una sociedad que consideraba machista? Quienes pretendan negar o descalificar sin más el debate que viven las mujeres y que se pone en primer plano del debate social, está condenado a perderse en círculos demasiado anquilosados y atados a la nostalgia de lo que fue. O de lo que piensan que fue. Por otro lado los que pretendan atacar la religiosidad de la gente, católicos, evangélicos, etc, también a mi criterio van por muy mal camino. La religión no va a desaparecer, seguirá siendo un factor importante para el pueblo y no es portadora de todos los males. Sostener esto es un infantilismo y un eurocentrismo muy muy grande.

El feminismo viene a poner en debate opresiones que estaban silenciadas. Y se tornó un fenómeno popular. Que no es solo la versión mainstream ni ultraliberal que aparece en los medios. La religión y la religiosidad popular son elementos constitutivos de gran parte del pueblo. Dan alimento material, acompañan a enfermos, privados de la libertad, da consuelo a las personas en momentos dificilísimos. Son millones los creyentes que legítimamente seguirán expresando sus opiniones sobre cómo se debe organizar la vida pública.

Dicho esto, ¿nos ponemos a trabajar todos juntos para que no haya más hambre y contra una elite que pretende que seamos cada vez más los excluidos?