Por Rubén Alejandro Fraga

“La mejor receta para la novela policíaca: el detective no debe saber nunca más que el lector”. La frase es de Agatha Mary Clarissa Miller, más conocida como Agatha Christie, la prolífica escritora británica especializada en el género policial de cuyo fallecimiento se cumplen hoy 40 años.

Considerada a nivel internacional como una de las más grandes autoras de crimen y misterio de la literatura universal, fue una de las autoras más traducidas del mundo y sus novelas y relatos fueron adaptados innumerables veces al teatro y al cine. Además, según El Libro Guinness de los Récords, Agatha Christie es la novelista más vendida de todos los tiempos con 4 mil millones de novelas vendidas.

La estructura de la trama de sus narraciones, basada en la tradición del enigma por descubrir, es siempre similar, y su desarrollo está en función de la observación psicológica. Entre sus títulos más populares se encuentran Asesinato en el Orient Express (1934), Muerte en el Nilo (1937) y Diez negritos (1939).

Agatha Christie tuvo admiradores y detractores entre escritores y críticos. Se la acusó de conservadurismo y de exaltación patriótica de la superioridad británica. Pero también se le reconoció su habilidad para la recreación de ambientes rurales y urbanos de la primera mitad del siglo XX de la isla inglesa, su oído para el diálogo, la verosimilitud de las motivaciones psicológicas de sus asesinos, e incluso su radical escepticismo respecto de la naturaleza humana: cualquiera puede ser un asesino, hasta la más apacible dama de un cuidado jardín de rosas de Kent.

La tristeza inspiradora

Nació el lunes 15 de septiembre de 1890, con el nombre de Ágata Mary Clarissa Miller, en el seno de una familia acomodada en Torquay, Devon, en el sudoeste de Inglaterra. Agatha era la menor de tres hermanos, pero los dos mayores, Madge y Monty, estaban internados como pupilos en colegios, por lo que ella pasó una infancia algo solitaria en Ashfield, la propiedad familiar, rodeada de personas mayores. “La tristeza es la cuna de inspiración de todo escritor”, escribió una vez. Agatha tuvo una formación autodidacta en su casa, a base de algunas lecciones de su padre, estudios de música y, sobre todo, con innumerables lecturas, ya que fue una voraz lectora desde muy temprana edad.

La muerte de su padre, Frederick Alvah Miller, un acaudalado agente de bolsa estadounidense, en 1901, cuando ella tenía 11 años (tiempo después diría que eso marcó el fin de su infancia), ocasionó una mayor estrechez económica e incertidumbre familiar. Entonces decidieron alquilar la casona de Ashfield en invierno y pasar ese tiempo en Egipto (por entonces un protectorado británico), lo cual en aquella época resultaba muy rentable. Para entonces, su hermana ya estaba casada y su hermano había ingresado en el ejército.

A partir de los inviernos en Egipto, Agatha comenzó a tener una intensa vida social. También estudió en París. Sin embargo, sus sucesivos romances con Belton Fletcher, Wilfried Pirie y Reggy Lucy no fructificaron. Su vida era muy tranquila hasta que entró en ella como un torbellino el teniente Archibald Christie, piloto de la naciente Real Fuerza Aérea (Royal Air Force, RAF por sus siglas en inglés). El noviazgo duró dos años, pero es estallido de la Primera Guerra Mundial, en 1914, precipitó los acontecimientos de tal manera que Agatha contrajo matrimonio en 1916 con Archibald Christie.

La joven Agatha entró como enfermera voluntaria en un hospital donde fue destinada a la farmacia y ello le sirvió para obtener amplios conocimientos de toxicología, que años después utilizaría en sus novelas. El final de la guerra, su embarazo y el nacimiento de su hija Rosalind en 1919, hicieron que se olvidara de la literatura.

El debut literario

Pero en sus ratos libres, además de cuidar de su madre, Clara Boehmer, y esperar noticias del marido ausente, Agatha escribió la novela El misterioso caso de Styles, que vio la luz en 1920 y en la que hizo su debut un original detective belga residente en Londres al que llamó Hércules Poirot, ayudado por un inepto coronel Hastings que homenajea al Watson de Arthur Conan Doyle. Poirot, un ex oficial de la policía belga que se había refugiado en Gran Bretaña después de la invasión alemana en Bélgica, se destacaba por sus “magníficos bigotes” y su cabeza en forma de huevo. Con todo, remitida a varios editores, la primera novela de Agatha sólo obtuvo como respuesta la negativa o el silencio.

Hasta que un día Agatha recibió la propuesta de la editorial The Bodley Head de publicar su novela y las cuatro siguientes que escribiera. Sin dudarlo aceptó, aunque las condiciones económicas no eran muy buenas. “Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único”, recordaría años después.

Su segunda novela fue El misterioso señor Brown (1922) en la que los jóvenes Tommy y Tuppence Beresford sustituyen a Poirot como protagonistas. La tercera novela fue Asesinato en el campo de golf (1923), nuevamente con Poirot como protagonista. Poco después, Agatha partió con su marido a un largo periplo de promoción de la Exposición del Imperio, prevista para 1924. A su regreso, publicó Poirot Investiga y El hombre del traje color castaño.

Agatha empezaba ya a ser conocida y entonces contrató a un agente literario, Edmond Cork, quien la acompañaría hasta el final de su carrera. Cumplió su contrato con Bodley Head entregando El secreto de Chimneys (1925) y cambió de editor pasando a Collins que también sería su perenne compañero de viaje.

Su mejor novela

Su vida profesional iba viento en popa, mientras que, por el contrario, su matrimonio comenzó a deteriorarse. “Lo más razonable que se ha dicho sobre el matrimonio y sobre el celibato es esto: hagas lo que hagas te arrepentirás”, escribiría años después. En 1926, publicó El asesinato de Roger Ackroyd que la encumbró definitivamente a la fama.

Para muchos críticos El asesinato de Roger Ackroyd, en la que la autora se sirvió del relato en primera persona para ocultar y al mismo tiempo revelar la identidad del asesino, es una de sus mejores obras (fue votada como la mejor novela de crimen de todos los tiempos por 600 pares de la Asociación de Escritores de Crimen).

En dicha novela, el médico rural Sheppard no sólo representa el papel de ayudante del detective belga Hércules Poirot, sino que anota también los acontecimientos originados por un asesinato por envenenamiento ocurrido con anterioridad, un suicidio y el crimen mencionado en el título. Proyecta publicar cierto día su informe como uno de los pocos casos “no resueltos” por el famoso Poirot, y mantiene tan refinadamente encubiertos los datos relativos a su propio papel, que al final permite que el propio Poirot vea sus anotaciones.

Lo que según sus propias manifestaciones seducía a Agatha Christie de esta constelación era la necesidad de formular determinados pasajes del informe de una manera tan ambigua, que al final, cuando Poirot reúne las piezas sueltas del rompecabezas, el consternado lector tiene que confesar que erróneamente no incluyó al farsante Sheppard en sus consideraciones. Esta refinada construcción ha convertido El asesinato de Roger Ackroyd en una de aquellas raras novelas policíacas cuya segunda lectura produce en el aficionado a este género más placer intelectual que la primera.

Crónica de un divorcio anunciado

A finales de 1926, Archibald Christie reveló a su esposa que estaba enamorado de otra mujer, Nancy Neele, y le pidió el divorcio a Agatha. El 3 de diciembre de 1926, ambos cónyuges mantuvieron una discusión y él abandonó su residencia Styles de Berkshire para pasar el fin de semana con su amante en Surrey. Esa misma noche, alrededor de las 21.45, Agatha se marchó luego de dejarle una carta a su secretaria donde informaba que estaría en Yorkshire.

Sumida en una larga depresión, Agatha Christie protagonizó una desaparición enigmática: su automóvil, un Morris Cowley, fue hallado abandonado más tarde en una ruta de Newlands Corner al lado de un lago cerca de Guildford junto con un carné de conducir vencido y ropa, sin más rastros de la escritora, lo que produjo gran revuelo, sobre todo entre sus lectores y admiradores. Once días más tarde se registró en un hotel del balneario de Harrogate con el nombre de una amante de su marido. Allí fue encontrada por su familia, ante quienes alegó una amnesia fruto de la depresión, aunque lo que realmente pasó nunca se aclaró. Finalmente, la escritora se recuperó tras un tratamiento psiquiátrico.

En 1928, Agatha concedió el divorcio a Archibald Christie y se fue a las Islas Canarias, donde escribió Los cuatro grandes y El misterio del tren azul, ambas con Hércules Poirot como figura estelar. Poco después salieron de su pluma El misterio de las siete esferas y Matrimonio de sabuesos, de nuevo con los Beresford. También escribió Un amor sin nombre, en la que por primera vez firmó como Mary Westmacott, inaugurando la costumbre de utilizar un seudónimo para sus obras no policíacas.

La chismosa y perspicaz Miss Marple

Por esa época, en 1930, debutó el personaje Miss Marple en Muerte en la vicaría, que se convertiría en otro de sus protagonistas emblemáticos. Miss Marple, es una solterona chismosa y perspicaz que extrae de lo observado en su pueblo natal, St. Mary Mead, el saber necesario para descubrir, mediante sorprendentes analogías, la autoría de crímenes misteriosos en las casas de campo o en los hoteles y balnearios que suele visitar.

Durante un viaje por Medio Oriente conoció al arqueólogo ingles Max Mallowan, con quien se casó el 11 se septiembre de 1930, y desde entonces Christie acompañó a su marido en sus visitas anuales a Irak y Siria. Tiempo después, Agatha ironizaría: “Cásate con un arqueólogo. Cuanto más vieja te hagas, más encantadora te encontrará”.

Al año siguiente, publicó El misterio de Sittaford, Peligro Inminente y Miss Marple y trece problemas. En 1933, salieron a la luz Parker Pyne y El misterio de Listerdale, acompañadas por el título Retrato inacabado con el seudónimo de Mary Westmacott.

Enigma en el Expreso de Oriente

Hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial, publicó sucesivamente: Asesinato en Mesopotamia (1930), Asesinato en el Orient Express (1934), Poirot en Egipto o Muerte en el Nilo (1937), Cita con la muerte y Diez negritos (1938), entre otras.

En 1938, vendió la propiedad familiar de Ashfield y compró otra en Greenway, la que será hasta el fin de sus días su gran mansión a orillas del río Dart en Devon. Recién finalizada la contienda mundial, lanzó: Ven, dime como vives, una novela costumbrista que extrañamente firmó como Agatha Christie.

Entre 1946 y 1950, engrosaron su producción bibliográfica: Palmares de la vida, La casa torcida, Los trabajos de Hércules, Se anuncia un asesinato, la adaptación teatral de Muerte en la vicaría y Rosa de sangre. En 1950, Cork y Collins organizaron unas grandes celebraciones para conmemorar sus 60 años y sus 60 libros. Entre celebraciones, aún tuvo tiempo para escribir Intriga en Bagdad, Mrs. McGinty ha muerto (1952) y, sobre todo, su predilecta Testigo de cargo (1953).

Además, escribió un guión radiofónico como regalo de cumpleaños para su fan más ilustre: la reina madre: La ratonera (1952), que poco después se convertiría en la obra teatral con mayor éxito de la historia, ya que se representó en Londres ininterrumpidamente durante más de 25 años. Otra notable obra teatral de Christie, Testigo de cargo, fue llevada al cine en 1957 en una magnífica versión dirigida por Billy Wilder.

Consagración universal

En septiembre de 1960, celebró sus 70º aniversario yendo a la ópera y regalándose una gran cena, sus dos pasiones, junto con su familia. Poco después, la Unesco anunció oficialmente que era el autor más vendido del mundo.

En 1971, fue nombrada Dama del Imperio Británico, con lo cual disfrutó de dos títulos nobiliarios, uno por ella misma y otro por su marido. En 1973 asistió al estreno de una gran superproducción cinematográfica de Asesinato en el Orient Express que le gustó mucho a pesar de que el permiso para su realización se lo tuvo que arrancar a regañadientes su viejo amigo Lord Mountbatten.

Su último acto público fue durante el 23 aniversario de La ratonera en septiembre de 1975. Poco antes se publicó Telón (1974), escrita hacía años, en la que se produce la muerte de su emblemático personaje Hércules Poirot, que fue una premonición, pues el lunes 12 de enero 1976, Agatha siguió en el camino de la tumba a su héroe.

A lo largo de su prolífica carrera literaria, Agatha Christie escribió 66 novelas policiales, también publicó seis novelas rosas bajo el seudónimo de Mary Westmacott y 14 historias cortas e incursionó exitosamente como autora teatral. Un año después de su muerte, en 1977 se publicó por fin su Autobiografía y poco después, en 1980, la Unesco anunció que la notable autora británica había alcanzado los 400 millones de libros vendidos en todo el mundo. Christie es también la autora individual más traducida con ediciones en al menos 103 idiomas.