Por Miguel Ángel Ferrari*

Dos días antes de expirar 2014 el primer ministro griego, Antonis Samaras, convocó a elecciones legislativas anticipadas para el 25 de enero. Vale recordar que Grecia es una democracia parlamentaria; vale decir que el presidente de la República no es elegido por el voto directo de los ciudadanos, sino por el Parlamento.

Después de tres rondas de votación, Stavros Dimas, el único candidato propuesto, perteneciente al partido del primer ministro Samaras, no alcanzó los votos necesarios. De acuerdo a la Constitución griega, esta situación lleva a la disolución del Parlamento.

Desde el anuncio de estas elecciones, la posibilidad de que Syriza —liderada por Alexis Tsipras— salga victoriosa en las urnas y forme gobierno ha sido presentada por los medios de manipulación masiva de la opinión pública como una amenaza para la sociedad griega y particularmente para la eurozona.

Syriza es una formación política surgida de una coalición formada una amplia gama de organizaciones de izquierda, como así también de ciudadanos independientes. Según todos los sondeos de opinión griegos disponibles, Syriza sería la fuerza política más votada para estas elecciones anticipadas.

Retomando el análisis sobre el rol de los medios, digamos que cuando señalan que Syriza se apartaría de la zona euro y/o suspendería el pago de la deuda externa, mienten con descaro; puesto que los izquierdistas de Tsipras proponen una renegociación de la deuda a escala europea y desean que Grecia permanezca en la eurozona.

El neoliberalismo está haciendo estragos entre la población griega. Muchos recordarán que hasta se apeló al consumo de alimentos vencidos para los sectores más desprotegidos. Ni hablar de la falta de medicamentos o de camas en los hospitales, reducidos al mínimo por las políticas de ajuste.

Hoy Grecia tiene una tasa de desocupación que supera el 27 por ciento de la población activa. Un 50 por ciento de desempleo entre los jóvenes. La mitad de la población por debajo de la línea de la pobreza.

Frente a este estado de cosas, Tsipras delineó su programa electoral centrado en la recuperación económica y —sobre todo— en el fin de la austeridad. Afirmando que pedirá “con realismo” a los socios europeos y los acreedores una quita de la mayor parte de la deuda, “que resulta imposible de pagar”, mediante mecanismos colectivos europeos, mientras que el resto “será pagada con crecimiento”. Al estilo de aquellas palabras del ex presidente Néstor Kirchner, acerca de que “los muertos no pagan”.