Por Alejandra Ojeda Garnero

Los casos de femicidio ocurridos esta semana, sin olvidarnos de los anteriores, nos obligan a reflexionar acerca de la problemática y cuáles son las medidas que faltan tomar para evitar definitivamente que sigamos sumando víctimas a la lista de femicidios en nuestro país.

Incontables preguntas surgen a borbotones cuando nos enteramos que una mujer más perdió la vida víctima de la violencia ejercida por su pareja o ex pareja. Y seguimos sumando y nadie hace nada. Y todas las respuestas que podamos imaginar, ya no tienen ningún sentido porque no se puede volver el tiempo atrás.

Una afirmación por parte de los familiares o allegados de la víctima, que causa indignación una vez ocurrido el crimen, es: nunca pensé que iba a llegar a tanto. ¡Basta! Basta de subestimar a estas personas violentas, siempre existe un indicio. Basta de pensar que no son capaces de llegar a tanto. Basta de esperar que ocurra una tragedia para tomar conciencia, es preferible actuar antes en pos de evitar un crimen que esperar que la situación se torne irreversible o esperar que este “hombre” cambie. ¡Nunca va a cambiar!

Familiares, amigos, compañeros de trabajo, las personas que conviven con una mujer maltratada deben estar atentos para brindar su ayuda. Pero la ayuda no debe, de ninguna manera, ser pasiva. En estos casos no sirven sólo las palabras, es necesario actuar y actuar a tiempo. Intervenir, decidir y actuar porque la mujer sometida no está en condiciones de decidir por ella misma, es víctima de una persona violenta, que la aísla de todo su entorno ya sean familiares, amigos, vecinos y le impide salir a trabajar a tal punto que la mujer se encuentra completamente sometida y sin recursos para pedir ayuda y mucho menos para tomar la decisión de terminar con esa relación.

Desde la Justicia existen medidas tibias para poner paliar este flagelo. Si bien recientemente se incorporaron modificaciones en el Código Penal que elevan la condena por femicidio a prisión perpetua, no fue suficiente para bajar la cantidad de muertes por violencia de género. Una clara muestra que elevar las penas para los delitos no es la solución para evitarlos.

Las restricciones de acercamiento son sólo una medida que sólo sirve como antecedente ante un eventual juicio y ya no sirve de nada porque en esta instancia la mujer ya perdió la vida. Incluso es harto conocido que a diario se violan estas medidas impuestas por la Justicia porque no existe un control sobre el cumplimiento de estas órdenes y las mujeres terminan presas en sus propias casas por temor a ser violentadas nuevamente.

A pesar que la ley expresa claramente que si la mujer víctima de violencia de género no puede realizar personalmente la denuncia, un tercero puede hacerlo por ella, en general se torna bastante complicado hacer el trámite porque en las comisarías sólo reciben la denuncia si se presenta la víctima. En muchos casos la policía acude al domicilio cuando ya no hay nada más que hacer.

Es imperiosa una modificación en los procedimientos policiales en relación a esta problemática para no tener que lamentar más víctimas. A tal punto es deficiente el accionar policial que los femicidas logran huir sin mayores inconvenientes de la escena del crimen. ¡Basta!

Es necesario modificar aún más la legislación. En estos casos la Justicia debiera actuar de oficio. Debiera existir un equipo interdisciplinario y recursos, sobre todo recursos, destinados a la construcción de lugares adecuados para alojar provisoriamente a las mujeres víctimas de violencia de género hasta tanto logren superar la situación. Y luego implementar un programa de inclusión que les permita reinsertarse a la vida en sociedad, ya que vivían sometidas, y brindarles apoyo psicológico y sobre todo económico para ellas y sus hijos que son las otras víctimas de este flagelo.

Según el relevamiento realizado por “La casa del encuentro” en el año 2014 se registraron en nuestro país 277 femicidios lo que implica que un promedio de 300 hijos e hijas quedaron sin madres y en la mayoría de los casos los niños son menores de edad.

Las medidas implementadas hasta ahora son, sin ningún lugar a dudas, insuficientes. Es necesario replantear el papel de la Justicia, las decisiones políticas y la sociedad debe tomar conciencia que es necesario actuar antes que ocurra la tragedia. Olvidemos de una vez y para siempre el “no te metas”.

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