Por Santiago Fraga

Impactante, distópica y aterradora. La fotografía publicada el 21 de febrero por Mark Zuckerberg, CEO de una de las empresas más poderosas de la actualidad como es Facebook, refleja quizás mucho más que sólo uno de los momentos de la presentación del nuevo Samsung Galaxy S7 en Barcelona, España. El desarrollo en materia de tecnología en el mundo avanza a pasos agigantados y se asemeja cada vez más a lo que uno temía en las novelas o películas de décadas anteriores: una sociedad sumisa y controlada por su propia creación, presos de su propio entretenimiento.

A simple vista, uno podría describir que en la foto se ve a Zuckerberg, caminando por un pasillo y pasando desapercibido de los cientos de periodistas y espectadores presentes en la sala, que utilizan los Samsung Gear VR. Otra lectura podría apuntar al reflejo de una sociedad futurista no tan lejana, en donde el hombre de poder caminará, suelto y sonriente, ante cientos de personas enceguecidas por los cascos que él procuró y que les muestran una realidad virtual en donde están conformes, mientras no pueden ver lo que en verdad está pasando justo al lado de ellos.

Casi, como si se tratase de un capítulo de Black Mirror; de una adaptación apolítica de “1984” de Orwell; o de una Matrix materializada; casi, como si fuese una ficticia puesta en escena. Cada una de las personas que se ven en la foto están, literalmente, en su propia realidad (que no es propia, sino proporcionada por un tercero). Todos están mirando hacia una dirección distinta, cada uno con una expresión diferente en el rostro, y al mismo tiempo permanecen dóciles, sin oportunidad de darse cuenta de quién se encuentra cerca suyo, de quién camina a su alrededor, ni de lo qué en el mundo real está sucediendo. El más sonriente, acaso, es aquel que vendó electrónicamente los ojos del resto y camina libre, desapercibido, en su salsa.

Los protagonistas de la imagen en cuestión no son pura casualidad, ni elegidos al azar. De un lado se encuentra el hombre más poderoso de las nuevas tecnologías en el mundo, y del otro gente como uno, los ciudadanos comunes y consumidores de aparatos electrónicos (ahora, “inteligentes”). El mundo de las nuevas tecnologías, en general, no sólo  se ha encargado de cosas maravillosas como conectar a las personas, acercarlas o ponerlas en contacto; también se ha encargado de distraerlas, enceguecerlas y apartarlas de las cosas que pasan en el afuera, delante de sus narices.

Además de ser un medio de comunicación, Internet se ha transformado con sus evoluciones en un medio de entretenimiento y distracción, y es necesario entenderlo como un “medio” al cual cada uno utiliza para su conveniencia (aprender, comunicarse, difundir, etc.), pero donde no hay solamente un emisor y un receptor, sino que hay miles de personas y factores influyendo en cada una de las cosas que lo componen y que uno hace. Internet es un nuevo mundo, con su propia realidad y sus propias reglas.

Principalmente, en la web 2.0 que vivimos hoy, los procesos desarrollados de interacción hacen parecer que todos somos iguales ante la red, con el mismo nivel de participación y opinión. Incluso, hasta a veces pareciera que uno tuviera más poder que afuera; que su voz llegara más lejos; o que de verdad pudiera por allí cambiar las cosas que pasan en el exterior. Internet es una ilusión, una realidad virtual, y quien manipule lo que en ella se reproduzca manipulará a la gente que en ella esté inmersa; les disfrazará una realidad, o les ocultará la única y verdadera.

Y esto es así porque la tecnología avanza al mismo ritmo que la viveza humana, y el más vivo no lo será haciéndoles saber a los demás que es el más vivo, sino haciéndoles creer a ellos que lo son. Ése mismo, el que mejor sabe moverse en este mundo paralelo, la utilizará «mejor» a su favor que el que no sabe o no quiere usar ese catastrófico potencial que posee.

Las redes sociales, en particular, fueron quienes mejor capturaron el concepto de hipermedialidad, nucleando así prácticamente todas las posibilidades que ofrece Internet en sólo dos o tres lugares y resultando un ambiente que, por ejemplo, llevó a que hoy en día haya 1.6 billones de personas registradas, solamente en Facebook. No obstante, tanta aglomeración de personas resulta también un caldo de cultivo para que los ricos y las corporaciones pongan sus ojos ahí, para posteriormente meter sus manos. Todo empieza con una inocente publicidad, y luego va más allá.

En toda la web existe la utilización de información privada, el espionaje, la manipulación de datos, la publicación de información falsa y el indirecto lavado de cerebro con bajada de línea, entre muchas otras, y todos somos propensos a caer en eso, no solo «los idiotas» o “los newbies” (personas que recién empiezan). Así también, preocupan las actitudes que se utilizan desde los estratos más altos, como el FBI recopilando la información de millones de personas; con Zuckerberg haciendo caso omiso a las leyes que protegen la privacidad de los usuarios y lucrando con las empresas y organizaciones de inteligencia más poderosas del mundo de su lado; y hasta las utilizadas mismo muy recientemente en Argentina, donde personas fueron despedidas de sus empleos luego de que se les revisaran sus gustos e ideologías en sus perfiles de la red social.

Poco a poco, cada quien va descubriendo en este medio su forma de sacar el mayor provecho posible. Edward Snowden, consultor tecnológico estadounidense y ex empleado de la CIA, puso a la luz en 2013 los programas PRISIM y XKeyscore, en los cuales el Gobierno utilizaba a las principales empresas como Facebook, Google, Apple, Yahoo o Microsoft para recopilar datos de las personas de manera clandestina y en contra de todas las leyes de privacidad. Si tenemos en cuenta la información que diariamente uno vuelca inconscientemente a estas empresas (ya sea lo que hablamos en Facebook, lo que mandamos por mail o lo que buscamos en Google), la cantidad de datos personales que uno brinda son, realmente, impresionantes.

Las corporaciones no solo juegan un papel de cómplice, sino que también utilizan y se intercambian entre ellas los datos personales de todas las personas a través de Internet para utilizarlos a su conveniencia. ¿Nunca les ocurrió, por ejemplo, que buscaron en Google un objeto para comprar, y a partir de ahí en su Facebook comenzaron a aparecerles publicidades de MercadoLibre sobre ese mismo objeto?, bueno.

De igual manera, no solamente con los datos personales es que se puede jugar con las personas. El ISIS, o Estado Islámico, es uno de los pioneros en lo que es la reclutación de personas por internet. Por un lado, cuentan con un amplio equipo de comunicadores y personas relacionadas a las artes visuales que se encargan de difundir los actos atroces que cometen y sus mensajes al mundo. Por el otro, utilizan las redes sociales principalmente como método para captar personas alrededor de todo el mundo, lo que les resultó sumamente efectivo. Son contados con más de tres cifras los casos de adolescentes que fueron convencidos a través de Internet y dejaron sus vidas para afiliarse a las filas de la fuerza en Siria, a defender una ideología de la que quizás nunca antes habían escuchado, en un país al que nunca habían ido.

No caben dudas de que los avances tecnológicos son maravillosos y que prácticamente cada vez son menos las cosas que uno se pueda imaginar y no puedan ser creadas y desarrolladas; pero por todas las cosas muy positivas también hay cosas muy negativas, y ninguna realidad debe tapar a la otra. Internet es un medio, las personas siguen siendo las mismas, los lobos lobos y los corderos corderos, y a su vez, una sociedad entretenida es mucho más fácil de manipular. Los poderosos hacen alianzas con las corporaciones, y así van copando la parada de lo que apunta a ser el futuro de toda la humanidad. Habrá que cuidarse del hombre de poder, suelto y sonriente, con la más perfecta máquina de manipulación de masas.

 

foto zuckerberg