Por Rubén Alejandro Fraga           

“Quiero hacer una música tan perfecta que se filtre a través del cuerpo y sea capaz de curar cualquier enfermedad”. La cita es de quien es considerado el más grande guitarrista de la historia del rock: el estadounidense Jimi Hendrix, de cuyo nacimiento se cumplieron 75 años esta semana.

Pese a que no tenía estudios clásicos serios sobre teoría musical, Hendrix revolucionó la manera de tocar la guitarra eléctrica con un virtuosismo singular. Mezcló en sus composiciones elementos del rock, el pop, el blues, el gospel y la música clásica para acompañar sus letras llenas de poesía y era capaz de hacer hablar, gritar, gemir y chillar la guitarra eléctrica en sus ágiles manos, e inclusive tocando con los dientes.

Además fue un innovador de técnicas auditivas ejemplificando el poderío del feedback y el trémolo, logrando riffs hipnóticos (como el de su canción “Voodoo Child”) llenos de poder y fuerza.

Hendrix doblaba, estiraba y distorsionaba las notas musicales con pedales, vibradores y sintetizadores conectados a su guitarra y el producto salía en aplastantes columnas de sonido o en sutiles secuencias melódicas.

Hendrix formó parte del selecto club de rockeros del blues británico, como Eric Clapton, Jeff Beck, Jimy Paige, Pete Townsend, Peter Green y John Mayall quienes admiraron su virtuosismo. E influyó en las siguientes generaciones de músicos desde Stevie Ray Vaughn, Eddie van Halen y John Mayer, como también en diferentes géneros musicales como el reggae, heavy metal, punk y hip hop.

 

El chico del ukelele

Jimi Hendrix nació el viernes 27 de noviembre de 1942 en el King County Hospital de Seattle en el estado de Washington, Estados Unidos. Primer hijo del matrimonio compuesto por el afroamericano James Allen Hendricks y la estadounidense Lucile Jeter, inicialmente recibió el nombre de Johnny Allen Hendricks, que luego cambiarían por el de James Marshall Hendricks en memoria del hermano fallecido de su padre.

De hogar muy humilde, el primer instrumento musical que tuvo Jimi fue un viejo ukelele –una especie de guitarra originaria de Hawai– de una sola cuerda que su padre había encontrado.

Tras la muerte de su madre, cuando él tenía 16 años, su padre le regaló su primera guitarra, una acústica, y un año después Hendrix consiguió una eléctrica que aprendió a tocar imitando a sus ídolos musicales del momento: Chuck Berry, Muddy Waters o Albert King.

En 1962, tras un breve paso por el Ejército estadounidense para eludir la cárcel, comenzó su carrera musical profesional con bandas como Upsetters –que era el soporte musical de su admirado Little Richard–, Ike and Tina Turner, Curtis Knight and the Squires o Spirit, conjunto fundado por Hendrix junto a Ed Cassidy.

Pero el golpe de suerte de su carrera vino de la mano de Linda Keith, quien era entonces novia del “rolling” Keith Richard, otro gran guitarrista de la historia del rock.

Fue Linda quien presentó en 1966 a Hendrix y Chas Chandler, bajista del grupo Animals que quería abandonar su grupo para trabajar como productor musical, perfecto caldo de cultivo para la gestación de The Jimi Hendrix Experience, banda que catapultó al guitarrista al estrellato.

Junto con el batería Mitch Mitchel y el guitarra relegado a bajo Noel Redding, Hendrix grabó tres discos de estudio que conjugaron lo mejor del rock and roll y el blues con innovaciones del rock ácido y psicodélico que comenzaba a ponerse de moda en la escena del “Swing London” de la década de 1960.

Junto con el batería Mitch Mitchel y el guitarra relegado a bajo Noel Redding, Hendrix grabó tres discos de estudio que conjugaron lo mejor del rock and roll y el blues con innovaciones del rock ácido y psicodélico que comenzaba a ponerse de moda en la escena del “Swing London” de la década de 1960.

Pero los problemas de Hendrix con Chandler, con el que no compartía su manera de concebir el proceso de grabación, y con Redding, acomplejado como guitarrista al verse obligado a tocar el bajo, terminaron con la banda, que ofreció dos últimos conciertos épicos de despedida en el Royal Albert Hall de Londres, en febrero de 1969.

 

Jimi en Woodstock

Épica fue también la actuación de Hendrix en el festival de Woodstock del verano de 1969, convertido en símbolo del pacifismo y el movimiento hippy, donde el guitarrista deleitó con dos horas de concierto y sorprendió a los asistentes con la transfiguración guitarrística del “Star-Spangled Banner”, himno de Estados Unidos.

Para los jóvenes rebeldes de fines de los años 60, la frase “sexo, droga y rock’n’roll” representó una especie de santísima trinidad cuyos sumos sacerdotes eran las estrellas de rock.

Jimi Hendrix se hallaba entre los máximos exponentes musicales del exceso, junto a Janis Joplin y Jim Morrison. Sus muertes, en 1970 y 1971, anunciaron la gran crisis cultural que seguiría a la década eufórica.

Lo que Los Beatles y los Rolling Stones habían tan sólo insinuado en su primera época, estos artistas lo comunicaron abiertamente, celebrando la búsqueda sexual y química del éxtasis con un convencimiento descarado.

Joplin, cuyas actuaciones la convirtieron en una de las pocas cantantes blancas de blues con éxito, interpretaba con voz áspera canciones de soledad y vagabundeo mientras bebía de una botella.

Morrison, adorado por sus canciones intelectuales y su libertinaje, hechizaba a su público cuando interpretaba la letra de “The End”, una canción conmovedora sobre incesto y parricidio.

Hendrix, quizás el guitarrista más imaginativo de todos los tiempos, era famoso por sus posturas en el escenario (tocaba la guitarra con los dientes o aguantándola detrás de su cabeza y a veces la prendía fuego) y por sus hazañas amorosas y psicodélicas.

Los tres artistas cultivaban una imagen “ilegal” y fueron detenidos por drogas e indecencia. Morrison lo resumió así: “Me interesa la rebeldía, el desorden, el caos. Me parece que éste es el camino hacia la libertad”.

“La historia de la vida es mas rápida que un abrir y cerrar de ojos, la historia del amor es hola y adiós. Hasta que uno se encuentra de nuevo”, dijo Jimi Hendrix.

Parecía que las tres estrellas estaban conformes con sus muertes tempranas.

Hendrix, poco antes de morir ahogado por sus vómitos (consecuencia de la mezcla de alcohol y drogas) en septiembre de 1970, bromeaba acerca de su propio funeral.

Joplin, quien falleció por sobredosis de heroína unas semanas más tarde, dijo una vez a un periodista: “Quizás no dure tanto como otros cantantes, pero creo que se puede destruir el presente si te preocupas por el futuro”.

Morrison, quien murió al año siguiente, imbuía sus canciones (influidas por los simbolistas franceses) de una morbosidad poética.

Jimi Hendrix murió prematuramente en Londres, el viernes 18 de septiembre de 1970, a los 27 años. Las circunstancias de su muerte nunca fueron aclaradas del todo.

Aquella noche, Jimi estuvo hasta tarde en una fiesta y su novia, Monika Dannemann, fue a recogerlo y lo dejó en su departamento en el Hotel Samarkand.

Las estimaciones médicas dicen que murió al poco tiempo. La causa de la muerte fue por asfixia causada por su propio vómito, al haber mezclado pastillas para dormir con alcohol.

Monika Dannemann asegura en el testimonio original que Hendrix tomó nueve pastillas que le recetaba su médico para dormir, y los médicos atestiguan que el vómito fue provocado por la ingesta excesiva de alcohol. Dannemann acusó incluso que Jimi aún estaba vivo cuando le subieron a la ambulancia, y que fue la negligencia médica causada en la ambulancia la que provocó que se ahogase con su propio vómito. No obstante, los agentes de policía y servicios sanitarios que lo encontraron en el departamento, declararon que encontraron el cuerpo de Hendrix sin vida, e incluso que llevaba varias horas fallecido.

Actualmente hay tiene una nueva teoría sobre la muerte de Hendrix, proporcionada por uno de los asistentes del músico llamado James Wright , el cual señaló en su libro Rock Roadie (2009) que el deceso del guitarrista se debió a que su representante, Michael Jeffery, lo asesinó haciéndole tomar pastillas y vino, ya que el guitarrista iba a despedirlo.

Ya muerto el músico, Michael Jeffery podría cobrar el seguro de vida del artista, seguro cuyo beneficiario sería el mismo manager. James Wright explica que todo lo que sabe se lo confesó el propio Michael en una noche de copas, poco antes de morir en un accidente aéreo.