Por Juan Facundo Besson*

Si nos ponemos a repasar lo que fueron los primeros gobiernos de Juan Domingo Perón (1946-1955), podemos evidenciar sin lugar a dudas la gran participación obrera en la arquitectura gubernamental.

En este sentido podemos citar a figuras como Ángel Borlenghi (del sindicato de Comercio) el cual aparece como Ministro del Interior, José María Freire (del sindicato del Vidrio) como Ministro de Trabajo, Juan Atilio Bramuglia (abogado de la Unión Ferroviaria –por entonces el gremio más grande del país-) como Ministro de Relaciones Exteriores, Juan Unamuno (del sindicato bancario), como Presidente del Banco Hipotecario Nacional y José Gago (también del sindicato Bancario) que fue designado como Intendente de la ciudad de Buenos Aires, entre otros representantes sindicales que formaron parte del Gobierno justicialista.

En un contexto signado por el gran protagonismo político e histórico de las masas trabajadoras, y en el marco de un plan de reconocimiento de derechos de dicho sector que se había comenzado desde la Secretaria de Trabajo y Previsión allá por el año 1943, el 6 de febrero de 1947 Perón sanciona por ley un nuevo régimen de Servicio Exterior (2), creando el cargo de Agregado Obrero en todas las Embajadas.

En este sentido, el mismo conductor del Justicialismo describió la tarea de los Agregados Obreros señalando: “…llevarán al extranjero la representación de la clase trabajadora argentina (…) La tarea ha de ser de sacrificio y trabajo. En esa forma han de volver con los conocimientos y la experiencia necesarios para llevar en nuestro país la responsabilidad de las actividades que les toque realizar, tendientes al perfeccionamiento y engrandecimiento de la Argentina del futuro”.

En orden a lo expresado, cabe destacar que la medida mencionada iba acompañada de la tarea que desarrollaba el Departamento Internacional de la Confederación General del Trabajo (CGT) bajo la atenta dirección de Antonio Valerga, secretario adjunto de dicha central obrera, quien se ocupó de organizar la presencia de las delegaciones de trabajadores en las asambleas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

En orden a lo expresado, se puede vislumbrar como el Gobierno Justicialista rompie con el elitismo característico del cuerpo de embajadores, a lo que se agrega que la Argentina se convierte en el primer país del mundo que hace participar a los obreros en la representación exterior.

De tal manera y fiel a su impronta, Juan Domingo Perón argumentaba en 1946: “…ya funciona un curso de capacitación preparando a los agregados obreros que irán en representación de la República (…). De esta manera llegaremos no solamente a los círculos sociales más o menos amables sino al centro de trabajadores del mundo”.

Así, se puede apreciar como el Gobierno Justicialista, haciendo gala de su carácter previsor, había gestionado una formación para los dirigentes gremiales donde cursaron en los mismos sindicatos clases de economía, historia argentina, geografía, historia latinoamericana, historia del movimiento obrero, etc. (3)

Sin lugar a dudas, este tipo de medidas granjeó rencores en los sectores oligárquicos que veían una infiltración en uno de sus sitios reservados.

No obstante, la política continúo y si bien muchos datos se perdieron, se estima que entre 1946 y 1955 Perón designó unos 500 activistas sindicales en las embajadas argentinas.

Desde el secretario de fiestas del sindicato textil de La Rioja hasta activistas metalúrgicos bonaerenses se convirtieron de la noche a la mañana en diplomáticos en Washington, París, Río o Moscú con una misión: promover la idea argentina del estado de justicia social y denunciar el obstáculo que Estados Unidos y el Reino Unido representaba para los proyectos igualitarios en América Latina.

Con una clara idea estratégica y con el énfasis puesto en la ecúmene sudamericana, el General Perón ponía el acento en que la solidaridad y la unidad de los trabajadores aportaban la vía más genuina para la unidad de los pueblos de la Patria Grande, es debido a ello que se puede afirmar que la acción de estos delegados obreros contribuyó fuertemente al establecimiento de una red de relaciones entre los sindicalistas latinoamericanos que posteriormente constituirían el ATLAS (4) y contribuirían de manera significativa en la construcción del ABC y otros acuerdos de complementación económica bilaterales con el Brasil de Getulio Vargas y el Chile de Carlos Ibáñez del Campo.

2 – La Ley 12951/47 en su art. 9, expresaba literalmente: “A propuesta de los respectivos ministerios, el Departamento de Relaciones Exteriores designará agregados militares, navales, aeronáuticos, económicos, de prensa, obreros, culturales, docentes o de otro carácter técnico, que formarán parte de la representación diplomática de la sede en que actúen y todos, inclusive el personal que preste servicios en las oficinas consulares, dependerán del jefe de misión. Todos los agregados deben cumplir las órdenes del jefe de misión, enterarlos de las instrucciones que reciban y de los informes que remitan a los respectivos ministerios.”
3 – Curso de Elevación Cultural Superior. El primero se inició el 02 de septiembre de 1946 y la entrega de
diplomas fue el 14 de diciembre de 1947. Hubo al menos tres promociones en las que se formaron más de un centenar de agregados obreros.
4 – La Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas (ATLAS) fue creada el 19 de noviembre de 1952 en México. La secretaria general estuvo a cargo de la CGT Argentina. Su creación obedece al intento del peronismo y por medio de la CGT de crear un movimiento obrero que no dependiera la FSM y la CIOSL. Como resultado de la Revolución Libertadora en Argentina de 1955, ATLAS es intervenido en enero de 1956. Posteriormente disuelta judicialmente en Argentina en 1958. Si bien su sede se trasladó a Lima, en 1962 interrumpe sus actividades.
*Abogado. Miembro de la Cátedra Libre Juan Domingo Perón – Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario
Foto de portada: Juan Atilio Bramuglia