Por Daniel Siñeriz

No se puede hablar de Soberanía con adjetivos como plena, completa o total… es Soberanía o no es. Aunque también es cierto que para alcanzarla y sostenerla son necesarios esfuerzos y procesos; y el costo suele ser muy alto y doloroso.

La Soberanía supone y exige liberación de toda dependencia, sobre todo de aquellas que generan pobreza y desigualdades. A partir de aquí significa la posibilidad de poder desarrollar todas las potencialidades. Así una de las expresiones más significativas de la Soberanía es garantizar las condiciones necesarias para que toda la población pueda participar de tal desarrollo.

Soberanía es cuando todos tienen acceso a los Bienes Comunes y pueden participar en su producción, cuidado y equitativa distribución. Somos parte de la Soberanía cuando, además de elegir libremente a quienes nos representen, somos capaces también de controlar, reclamar y demandar colectivamente. Tenemos acceso a la Soberanía cuando el Estado de Derecho es el ambiente propicio para el reconocimiento y la aplicación práctica y universal de todos los Derechos; como también el estímulo constante para ejercer nuestras responsabilidades en plena y solidaria participación.

Este Horizonte, que puede ser estigmatizado como idealista o utópico es, sin embargo, el espacio de realización humana en IGUALDAD, LIBERTAD Y FRATERNIDAD.

Allí se conjuga, se reconoce y se celebra nuestra grandeza y dignidad. Compromiso compartido de construcción permanente, donde nadie quede excluido y todos seamos parte consciente y feliz.