Por Rosarito De Rappa

Madre. ¿Qué es ser madre? ¿Qué miedos implica? ¿Qué responsabilidad? ¿Qué obligaciones? Pero sobre todo, ¿Qué sentimientos? Para ir a la fuente y partir del principio fui al diccionario y busqué el significado más básico y decía: mujer o animal hembra que ha parido a otro ser de la misma especie y especie es algo que tiene las mismas características. Entonces me pregunto ¿por qué hay tantas madres diferentes? Y me contesto, claro Rosarito porque todas las personas somos diferentes. Pero el sentimiento de ser madre ¿no debería ser el mismo?

Porque otro significado de madre es “mujer que ejerce las funciones de madre.

Por lo tanto y naturalmente me imagino que cumplir las funciones de madre es todo lo que implica cuidar de los hijos, darles amor, brindarles educación, salud, darles consejos, un lugar donde vivir, alimentarlos, vestirlos y todos los etcéteras que existen, hasta que se independizan y comienzan a construir su futuro, con aciertos o errores, pero comienzan a escribir su propia historia.

Pero quiero detenerme en lo que tiene que ver con el cuidado. ¿Qué es cuidar a los hijos? Porque en estos últimos días ver la imagen de algunas madres pidiendo justicia por sus hijas, ultrajadas, asesinadas, drogadas y de la manera más cruel, me causó cierto escozor.

De ninguna manera voy a justificar semejante aberración, ni culpar a la víctima de tan cruel desenlace, porque nadie tiene derecho a hacer semejante daño, pero sabemos que existen bestias que son capaces de cualquier cosa y es necesario actuar antes.

En este sentido, creo que es el momento de hacer una autocritica como madres, porque nuestra obligación es velar por la seguridad de nuestros hijos o hijas, y me pregunto ¿hacemos lo suficiente para garantizarla?

Desde el primer día de vida de nuestros hijos, la vida cambia por completo, dejamos de dormir, de comer, de ir al baño, de arreglarnos para estar lindas, usamos cualquier ropa para estar cómodas y ni hablar cuando son bebés y se pasan el día vomitando, somos una extensión de ellos hasta que logran independizarse, es decir, caminar y comer solos, ir al baño, aprender a vestirse y así crecen día a día y las madres somos la mano que siempre se extiende, estén donde estén, para que el golpe de la caída no sea tan fuerte.

Y así debe ser, hasta el último día de nuestras vidas. Es frecuente escuchar  a los hijos decir “ya soy grande, hasta cuando me vas  a seguir hinchando” y la respuesta es y debe ser siempre la misma: “Hasta el día que me muera”. Muchas dolores de cabeza me ahorré negándole a mi hija ir a determinados lugares con gente que no conozco. En realidad me gané dolores de cabeza porque la lucha cuerpo a cuerpo con un hijo no es fácil cuando se le prohíbe hacer algo que quiere, porque sabemos que implica un riesgo.

Me odió en ese momento,  pero no me importó y se lo dije: “Prefiero que me odies y llores vos ahora, antes que yo tenga que llorarte a vos mañana”, le cerré todas las puertas con llave y las escondí debajo de mi almohada. A los pocos días me lo agradeció.

¿Entonces porqué a los hijos de algunas madres les pasan cosas que podrían evitarse? ¡Porque no tuvieron el suficiente cuidado para evitarlo! Y es así, por qué a un chico lo atropella un auto, porque su madre estaba distraída mirando para otro lado, es común ver madres que bajan el cochecito con su bebé a la calle cuando se acerca un auto y ellas siguen sobre la vereda. ¡Es escalofriante!

¡Chicos chiquitos caminando solos por el cordón de la vereda mientras la madre habla por teléfono celular! Ni hablar de las que dejan a sus chiquitos solos para salir a bailar. Cuántas tragedias ocurrieron. Dejarlos al cuidado de un perfecto desconocido. Y tantas otras…

Pero cuando crecen algunas madres piensan que ya está, que cumplieron su rol y que los hijos o hijas tienen que hacer su vida y responder a la exigencia que éstos siempre les hicieron “Dejame de hinchar”, pero lamento decir que esto tiene un precio, nada es gratis en la vida y por más cruel que suene, si lo que debiste evitar, pasó. La culpa es tuya.

Porque ahora salís con carteles con la foto de tu hija o hijo pidiendo justicia, pidiendo al Estado, al presidente, al gobernador,  al intendente y a cuanto funcionario o no se te cruce en el camino. Pero te pregunto, ¿qué hiciste para que eso tan terrible que le pasó a tu hijo o hija, no suceda?

Te pregunto, o mejor preguntate vos, ¿dónde estabas cuando le pasó lo que le pasó? ¿sabías quiénes eran las personas que frecuentaba? ¿conocías los lugares donde iba? ¿no te arrepentís de haber cumplido su deseo de dejar de hincharle? ¿conocías a sus amigos? ¿te preocupaste por saber si consumía droga o no? No es muy difícil para una madre que conoce bien a sus hijos darse cuenta los cambios de ánimo,  de comportamiento, de actitud. Pero si nunca te importó o no prestaste atención, por supuesto no lo ibas a notar y como eso es lo que ahora te carcome el alma, la conciencia, el corazón y todo tu ser, salís a exigir justicia.

Muchas veces la verdad es dolorosa, pero es necesario admitirla para cambiar ciertas costumbres que impone el ritmo de vida que llevamos. El liberalismo llegó  a todas partes y ahora los padres hacen su vida, salen al boliche y hasta se cruzan con sus hijos por casualidad. La mayoría de las veces no saben dónde y con quiénes están y qué hacen. A veces es mejor “ser hincha con los hijos”, que se enojen, que te insulten, que te peguen un portazo, hasta que te odien, a veces, pero es preferible eso, a  no tenerlos nunca más…Ser una buena madre es poner los límites en el momento justo, no dejar hacer a gusto y piacere…Pensalo mamá.